Una integración internacional diversificada y dinámica
En un mundo con numerosas transiciones, nuestra integración global debe ser a la vez diversificada y dinámica. Debe seguir una estrategia de horizontes diversos –mantener relaciones positivas y simultáneas con las potencias establecidas, los nuevos centros de poder y el exterior próximo–, pero no puede ser estática. Debe analizar las variaciones relativas de poder y actuar en consecuencia para en cada fase optimizar el bienestar general de los argentinos.
En el exterior próximo, Brasil comienza una considerable transición, con el gobierno de Lula recomponiendo la imagen brasileña, muy deteriorada por la gestión de Bolsonaro. Así, hará de la política externa brasileña un elemento central de su gobierno. Dos desafíos que enfrenta son implementar el tratado Mercosur-UE, y mejorar su compromiso con los temas ambientales, de interés para la Argentina.
La Unión Europea atraviesa a su vez transiciones paralelas, fruto de la invasión rusa de Ucrania, en el campo energético, climático y militar. Esto presenta oportunidades para la Argentina: por un lado la potencial exportación de gas –la mejor energía de transición– y, por el otro, el hecho de que la energía nuclear –donde la Argentina se destaca– ha sido aceptada como “verde”. Por otra parte, mientras Europa se presenta como paladín de los DD.HH. y la democracia, no hace mucho ante la creciente influencia china en América del Sur. En vez de lograr acuerdos políticos e integrarse económicamente con Mercosur, Europa prefiere adoptar la conducta de “el avaro” en la pieza de Molière, el gran dramaturgo francés. La Argentina, trabajando con Brasil, debe cambiar esta actitud, en beneficio de Occidente.
Por su lado, a Estados Unidos le cuesta aceptar la transición que implica el desplazamiento del poder relativo hacia afuera de Occidente. Un país que no parece preparado mentalmente para convertirse en el número 2 del mundo, presenta batalla contra China en los frentes económicos, tecnológicos, espaciales y militares. Sin embargo, su política sudamericana es reactiva, actuando ante iniciativas chinas, a veces a tiempo y otras veces tarde.
A su vez, China enfrenta el desafío de que la transición de poder relativo hacia Asia no la lleve a envalentonarse y cometer actos militares imprudentes, como invadir Taiwán. La Argentina debe estar preparada para actuar ante esta tragedia, que sería legal ante la ONU, pero que puede causar una reacción de EE.UU. y sus aliados, especialmente Japón . En este contexto, es prudente para la Argentina reducir la dependencia del mercado chino, y continuar diversificando nuestra exportaciones hacia India y los países del Asean.
Otra transición ocurre justamente en India y en el Asean, incluidos Indonesia y Vietnam –todos importantes socios comerciales de la Argentina–, que van tomando posiciones propias en materia internacional. Estas naciones consideran el conflicto ruso-ucraniano como un conflicto meramente europeo, y no un hecho que cambiará el orden mundial. A su vez, navegan los desafíos planteados por el enfrentamiento entre China y EE.UU.
En este contexto de transiciones, una estrategia de integración internacional diversificada y dinámica debe estar disponible para complementar lo descripto por el profesor francés Raymond Aron: “La grandeza del hombre de Estado es el saber interpretar los signos de su tiempo y ser capaz de reconocer aproximadamente cómo la historia del mundo se desarrolla en un momento dado”.