Una formación decisiva para problemas complejos
En el Día Internacional de la Enfermería, tenemos un motivo nuevo para reflexionar. El Congreso sancionó la ley 27.712, que promueve la formación y el desarrollo de la enfermería. Una ley que busca dar respuesta a la situación crítica que atraviesa la profesión en el país: escasez de personal y heterogeneidad en la formación.
La intención es esperanzadora. La ley impulsa el fortalecimiento de la enfermería a largo plazo y promueve una educación de calidad. Pero el texto no plantea con decisión el camino a seguir. Según las últimas cifras del Observatorio Federal de Recursos Humanos en Salud (julio 2020), en la Argentina solo el 16,2% de los enfermeros realizó la licenciatura y el 51,9% alcanzó un título intermedio. Esta dura realidad requiere de un plan específico y excepcional para que estos profesionales finalicen su carrera de grado. Si bien resulta complejo dadas las exigencias laborales y los estándares de acreditación de las carreras universitarias, podría plantearse un período de transición que permita alcanzar este objetivo y, una vez finalizado, establecer la carrera de grado como único título válido en nuestro país.
El aumento de la esperanza de vida y las enfermedades crónicas suponen desafíos de cuidado cada vez más complejos que requieren una preparación adecuada. La carrera de grado debería ser la mínima formación requerida para brindar cuidados eficientes a las personas, familias y comunidades. La evidencia internacional señala el impacto directo que tiene el nivel de formación del personal de enfermería en la evolución de los pacientes y en todo el sistema. Profesionales con mayores niveles de formación pueden reconocer precozmente posibles cambios y/o signos de alarma que pueden prevenir daños y/o eventos adversos en los pacientes; además se asocia con menores días de internación y una disminución de la mortalidad. Si bien los datos se refieren a los profesionales de terapia intensiva, los resultados son transferibles a cualquier área de cuidado.
La Organización Panamericana de la Salud recomienda fuertemente una educación de calidad y el desarrollo de posgrados en enfermería, ya que se requiere mayor nivel de formación para poder brindar un cuidado especializado y basado en evidencia. Numerosos informes en el mundo manifiestan que la situación de la enfermería ha empeorado después de la pandemia. A la histórica escasez a nivel global se sumó el desgaste laboral por la extremada carga de trabajo mantenida en los últimos años, con el consiguiente impacto físico y emocional. Lamentablemente, muchos profesionales consideraron aun abandonar la profesión.
Esta situación extremadamente delicada del recurso humano en enfermería también es una realidad en nuestro país, a la que se suman problemas crónicos previos: escasez de profesionales, heterogeneidad en la formación, migración interna y externa, envejecimiento de la fuerza de trabajo y condiciones laborales deficientes, entre otros. Estos factores impactan directamente en el sistema sanitario y lo vuelven frágil e ineficiente. ¿Cuál es la capacidad de respuesta de un sistema sanitario que posee déficit de profesionales en enfermería donde, además, más de la mitad carece de título de grado? La educación de grado y posgrado de calidad es el componente esencial para el desarrollo y fortalecimiento de la profesión, y para contribuir a garantizar un sistema sanitario capaz de responder a las necesidades de salud de la población. Ojalá este día dé una nueva oportunidad para reflexionar sobre el camino más eficaz para lograrlo.
Directora de la Licenciatura en Enfermería de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral