Una excéntrica avalancha migratoria
No parece haber pasado inadvertida para los rusos la invitación del Presidente para que la Argentina se convierta en “la puerta de entrada de Rusia a Latinoamérica”: a los pocos meses del magnífico convite se lo han tomado tan en serio que el país se está colmando de ciudadanos de Rusia. La primera moraleja de este episodio es que el ruso es uno de esos pueblos a los que no se debe invocar en vano.
El carácter de esta excéntrica avalancha migratoria no podría ser más auténtico, pues remeda con ironía a las populares “mamushkas” o “matrioshkas”, esas muñecas rusas que incluyen sucesivamente a otras, sin saberse cuántas ni cómo son. Más: el paralelo con tal juguete, además de simbolizar un ícono de la cultura rusa, parece encriptar el misterio que se esconde detrás de este enigmático caso de las embarazadas rusas. Ya no sólo se habla de mujeres con bebés en sus vientres que dicen emigrar porque adoran a Messi y al malbec, sino acaso, también, de mujeres rusas que luego abandonan el país sin bebés y, por ende, encienden las alertas de un eventual tráfico de niños, así como de mujeres rusas que persiguen pasaportes para sus maridos que buscan desertar de la guerra con Ucrania y otros para ingresar a Europa y los EEUU; pero también se sospecha de un mecanismo para proveer pasaportes argentinos a espías, narcotraficantes y mafiosos rusos, con la necesaria complicidad de las empresas aeronáuticas que autorizan a embarcar a pasajeros en tales condiciones, y así sucesivamente, hasta completar una genuina mamushka.
Pero también es concebible que estas embarazadas rusas sean víctimas de este escándalo, es decir, una suerte de “mulas” sometidas a alguien más conspicuo que el emprendedor ruso que explica su negocio en los medios, pues no cualquiera se anima a subir a un avión y atravesar el Atlántico en semejantes condiciones extremas de gravidez, de no mediar razones más poderosas que buscar turismo para sus hijos por venir.
La cuestión radica en desentrañar cuál es la postrera mamushka, es decir, la más recóndita que se esconde dentro de este misterioso juego, pues un negocio internacional tan vasto, que involucra a tantos secuaces, a lo largo de tanto tiempo, eludiendo tantas barreras privadas y oficiales, en el exterior y en la Argentina, con semejante dinero de por medio y con tan valioso premio como es disponer de pasaportes argentinos que abren las puertas al mundo entero, difícilmente podría estar en las manos exclusivas de algún sencillo oportunista, sin que nadie haya advertido hasta ahora el enorme rédito de este asunto, porque en ese caso dicho oportunista sería un genio del crimen internacional y no estaría deambulando por la TV, y las autoridades argentinas competentes se consagrarían como unos soberbios chambones, lo cual es improbable que sean.
Todo hace suponer que en la matriz de este “affaire de las mamuschkas” debe ocultarse gente más poderosa, influyente y astuta, en el exterior y en la Argentina, capaz de sortear los controles de gobiernos como el ruso y el argentino que se distinguen por no dejar nada fuera de su control.
Diplomático de carrera, miembro del Club Político Argentino y de la Fundación Alem