Reseña: El ojo y la flor, de Claudia Aboaf
Las historias de dos hermanas, Juana y Andrea, se cruzan en El ojo y la flor, de la argentina Claudia Aboaf (Buenos Aires, 1979). La novela imagina un escenario distópico en el que ha caído el "gobierno del Rey del Agua en el Tigre" y se ha clausurado "la millonaria exportación del agua dulce del Delta" a los países donde empezaba a escasear. La falta de agua también afecta a la ciudad de Buenos Aires y los habitantes del Tigre huyen a "Nueva Ensenada". Allí el control es ejercido por la Fuerza Naval Argentina cuyos miembros actúan como "depredadores" y "matan a los grupos no adaptados".
Las líneas argumentales sobre una catástrofe ambiental y sus consecuencias sociopolíticas se hallan apenas esbozadas, porque Aboaf prefiere sugerir en vez de precisar. El tono emocional de su relato alcanza su mayor intensidad en la primera parte, donde se narra el abuso sexual sufrido por Juana en su infancia. En ese tramo predomina un ímpetu poético que apela a los símbolos, las metáforas e incluso las exhortaciones ("¡Juana, ese caballito azul no descansa y vive dentro de tu calavera!")
Además de las hermanas, aparecen otros dos personajes importantes: Dalezio, un psicólogo experto en cibernética, y Bautista, habitante de Tigre que estudió en el Liceo Naval.
La esencia de El ojo y la flor no debe buscarse tanto en las disposiciones de la trama, sino en las sensaciones que se van acumulando a lo largo de sus páginas –sobre todo las dedicadas al delta– y que terminan consolidando un apremiante alerta ecológico sobre los recursos naturales del planeta y la manera en que son dilapidados.
El ojo y la flor
Por Claudia Aboaf
Alfaguara. 255 páginas/ $ 699