Una dinastía signada por el Tercer Reich
Recientemente publicado en Alemania, un libro revela el lado oscuro de los Quandt, la familia que gestó un imperio económico
BERLIN.- Mucho, por no decir todo, comenzó sobre aquel tren que partió de Berlín hacia el valle del Rin. Era la Pascua de 1919, la primera después del cataclismo de la Gran Guerra, tumba del imperio y prólogo sangriento de la nueva y más grande tragedia que aguardaba a Alemania.
Günter Quandt apenas tenía 40 años, pero ya era corpulento, viudo, padre de dos hijos y un muy rico heredero de una familia de industriales textiles. Advirtió enseguida a la joven "de espesos cabellos rubios, rostro armonioso y el cuerpo esbelto", que se había acomodado en su compartimiento. Tenía la mitad de su edad. Terminadas las vacaciones regresaba al prestigioso internado de Goslar, en la Baja Sajonia, y soñaba encontrar un marido adinerado, justo como Günter Quandt.
El sueño de convertirse en la señora Quandt lo realizaría pronto Magda Ritschel, como se llamaba la muchacha. Pero se volvería realmente célebre sólo después del divorcio, en 1931, cuando se casaría en segundas nupcias con Joseph Goebbels, jefe regional de Berlín y futuro director de la propaganda nazi, bajo la mirada de un testigo de excepción, Adolf Hitler. Un vínculo que se revelaría valioso incluso para las fortunas empresariales del ex marido, generoso en la separación y ligado, de todos modos, a Magda por el único hijo de ambos, Harald, anillo estratégico en la ambigua unión entre la dinastía y el régimen.
Historia de un triunfo burgués, a través de cien años de vida alemana. Historia de la más rica y menos conocida estirpe del capitalismo renano. Una saga de Los Buddenbrook , la clásica novela de Thomas Mann, pero al revés, entre exitosos negocios, suicidios, desgracias, campos de concentración, desaparecidos en la nada, minas y autos lujosos.
La semana última salió en Alemania, publicado por la editorial Campus, el libro del historiador Rüdiger Jungbluth, Los Quandt, el silencioso ascenso de la más poderosa dinastía económica de Alemania . Es la primera biografía a fondo de la discretísima familia que ha ligado su nombre a empresas como BMW y Varta. La primera tentativa, también gracias a los nuevos materiales de archivo y a la parcial colaboración de algunos de sus miembros con el autor, para echar luz sobre las razones de un camino de gloria y fortuna imparable que partiendo del Reich prusiano atraviesa sin solución de continuidad la crisis económica de Weimar, supera indemne la larga noche del nazismo, la guerra de aniquilamiento hitleriana y el Holocausto para volver a encontrar impulso en la Alemania democrática de la posguerra.
El idilio entre Günter y Magda dura poco. Quandt no tiene tiempo para las ambiciones mundanas de su joven segunda esposa. Ella quiere divertirse, él desea un imperio industrial. Nada contra la corriente como un tiburón, en la hiperinflación. Otros quiebran, él adquiere empresas por poco dinero como Accumulatoren-Fabrik AG (AFA), más tarde Varta. En 1928, en un verdadero y real putsch obtiene el control de la Berlin-Karlsruher Industriewerk, ex DWM, productora de armamentos que entonces estaba al borde de la ruina por la prohibición al rearme alemán, impuesto por el Tratado de Versalles.
Pero Günter Quandt ya ha intuido que las armas tienen un gran futuro en la Alemania de entonces y se prepara para secundar los objetivos de los próximos poderosos. El matrimonio con Magda, deprimida y enferma, se esfuma. Pero cuando ella, finalmente libre y rica gracias a las pingües asignaciones del ex marido, se casa con Joseph Goebbels, la relación entre los Quandt y el régimen se convierte casi en un asunto de familia. Naturalmente no alcanza sólo con eso. La montaña de contratos, que las ambiciones militares nazis le dejan vislumbrar, implica cierto compromiso por parte de Günter: abultadas donaciones de AFA al régimen y, sobre todo, el carnet como miembro del partido nazi.
Los negocios llueven: telas militares, acumuladores, baterías, municiones, armas de fuego, metales livianos. Para el objetivo de la guerra el imperio de los Quandt es parte integrante de la máquina de destrucción hitleriana: "Inevitable -dice Günter a un colaborador-: la guerra es la guerra."
Delirio wagneriano
Los centros de producción de AFA se llenan de trabajadores esclavos provenientes de los territorios ocupados del Este. Lo hacen todas las grandes empresas alemanas. Pero el libro de Jungbluth revela que sobre uno de los terrenos de la firma, en Hannover, se ha organizado además un minicampo de concentración donde 1500 desdichados son obligados, de día, a trabajar sin indumentaria protectora en la producción de las baterías y, de noche, son hacinados y encerrados en asquerosas barracas. En la detallada contabilidad de la empresa se calculan, en un macabro recuento, hasta la muerte y el reemplazo de tres personas por día. Es la aplicación de hecho de la idea nazi del "aniquilamiento por medio del trabajo". Es difícil de creer que los Quandt no supieran nada aunque no se hayan encontrado en el lugar pruebas de su papel directo en el crimen, afirma Jungbluth.
La guerra termina con un delirio wagneriano. Magda Goebbels se suicida con su marido en 1945, en el búnker de Hitler, después de haber envenenado a los seis hijos que había tenido con el jerarca nazi.
La dirección de la dinastía creada por Günter queda en manos de Harald, el hijo que tuvo con Magda, y Herbert, el hijo que quedaba vivo del primer matrimonio de él. Con la consigna de la continuidad productiva, ocho semanas después del fin de las hostilidades AFA ya provee de baterías a los ocupantes británicos. También los ayuda la reforma monetaria con la introducción del marco, que cancelará las deudas acumuladas en los años del nazismo (12 millones de Reichsmark).
El precio que debe pagar por el pasado colaboracionista es bajo. Un año de encierro para el viejo Günter, que además trata de presentarse como una víctima del nazismo olvidando los 29 consejos de administración, desde Daimler-Benz a AEG, de los cuales formó parte. El patriarca muere en 1954.
En cuanto a los hermanos, los caminos comienzan a separarse. Herbert lucha solo por la BMW, casa de autos bávara en quiebra. La conquistará totalmente en 1959 y ya estará activa cuatro años después. Harald se ocupa de las armas.
Después de la tragedia, los alemanes juraron que jamás habría otra guerra, pero los Quandt continúan produciendo los instrumentos para hacerlas.
Harald se casa, pero comienza a beber, fuma y se lo ve frecuentemente acompañado por famosas prostitutas. Es amigo de playboys conocidos como Günter Sachs (luego marido de Brigitte Bardot) y vive como si quisiera recuperar la juventud perdida: en su casa se hizo construir un trencito que ocupa 80 metros cuadrados. Muere al estrellarse en los Alpes suizos su avión privado, en setiembre de 1967, mientras vuela hacia la Costa Azul junto a su amante y cuatro amigos. Su mujer, Inge, vuelta a casar, se suicida en 1978.
Herbert es el único hijo de Günter que sobrevive hasta la década del 80. Accionista mayoritario de la BMW, encuentra un último momento de suerte en 1969, en un joven gerente, Eberhard von Kuenheim, que lleva la empresa al éxito mundial. Muere en 1982, administrando lo heredado hasta en sus más mínimos detalles.
¿Cuánto valen hoy los Quandt? Alrededor de 8 mil millones de euros, sólo por las acciones de la BMW, divididas entre los seis hijos de Herbert. A algo menos -2,5 mil millones- ascenderían las propiedades de los cinco hijos de Harald.
Sólo en los últimos años la familia ha comenzado a reconocer su participación en el Tercer Reich y la BMW es una de las promotoras de las indemnizaciones a los trabajadores esclavos. Los Quandt también han contribuido al fondo con 5 millones de marcos, alrededor de 2,6 millones de dólares, de sus bienes personales.