Una cumbre que comienza a despejar tensiones
La relación bilateral entre los Estados Unidos y la autoritaria Corea del Norte ha sido muy compleja y difícil desde el cese de las hostilidades militares en la península coreana, en la década del 50.
En los últimos años, sus respectivos líderes, Donald Trump y Kim Jong-un, cruzaron mensajes inquietantes que, por su aspereza y contenidos, generaron una justificada preocupación en la comunidad internacional, porque evidenciaban la existencia de una posible amenaza para la paz y la seguridad.
Con el reciente acceso de Corea del Norte a los misiles intercontinentales y a las armas nucleares, esa preocupación se incrementó. Varias veces en el pasado reciente se alcanzaron acuerdos que apuntaban al objetivo de poder "desnuclearizar" Corea del Norte que terminaron siendo violados. Mientras tanto, ese país seguía adelante con sus programas militares.
Hace pocas horas, las cosas parecen haber cambiado positivamente, pues los líderes de ambos países pudieron encontrarse cara a cara en Singapur, abriendo así la puerta a un diálogo amplio que recién comienza y apunta no solo a detener el programa nuclear militar norcoreano, sino también a poner fin paso a paso a la presencia militar norteamericana en la península de Corea, además de romper el actual aislamiento de Corea del Norte.
Da la impresión de que los desencuentros del pasado han sido reemplazados por la intención de transitar por el camino del diálogo con buena fe.
Corea del Norte tendrá la oportunidad de dejar de ser lo que es hoy, una suerte de extraño Estado ermitaño, e integrarse plenamente con el tiempo a la economía mundial. Para ello cuenta con el apoyo ostensible de China, con cuyas autoridades el líder norcoreano se ha reunido reiteradamente en las últimas semanas, país con el que, además, Corea del Norte parece haber aumentado la intensidad de los vínculos diplomáticos a modo de bienvenido primer paso en la marcha hacia la normalización de sus relaciones con el resto del mundo.
La incorporación plena de Corea del Norte a la comunidad internacional abre ahora la esperanza de una normalización que comienza a ponerse en marcha y que, por su importancia respecto del mantenimiento de la paz mundial, merece el apoyo de la comunidad internacional.