Una convención contra el olvido
El 17 de febrero, las Naciones Unidas conmemoraron los 10 años de la adopción de la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas. Se eligió como ámbito para su realización un segmento especial de la Asamblea General, en el que participaron el presidente de la Asamblea General, la jefa de Gabinete del secretario general, el vicecanciller Pedro Villagra Delgado, el secretario de Estado francés Matthias Fekl, diplomáticos y expertos en la materia.
Con la entrada en vigor de esta convención (23/12/2010), culminaba el esfuerzo iniciado décadas atrás por las víctimas y sus familiares, organizaciones no gubernamentales y Estados, que impulsaron la adopción de un instrumento vinculante, de alcance universal, destinado a hacer frente a esa metodología represiva que se transformó en práctica institucional en la Argentina dictatorial, que adquirió un vertiginoso desarrollo en algunos países de América latina y se expandió a otros continentes.
Francia fue uno de los primeros países que condenaron públicamente los abusos masivos de la dictadura argentina, y recibió con generosidad a miles de exiliados e impulsó en 1978 la primera resolución a nivel universal de condena de las desapariciones forzadas. Y fue precisamente en Francia donde tuvo lugar el que se considera uno de los hitos de inicio de la convención, el coloquio de París de 1981, donde el célebre escritor Julio Cortázar intervino con la consigna de la negación del olvido, y en cuyo transcurso todos los participantes concluyeron en la necesidad de elaborar un instrumento de cumplimiento obligatorio para combatir esta práctica criminal.
El camino iniciado en esa oportunidad tuvo que atravesar las dificultades propias del escenario internacional para lograr su concreción, lo que fue posible gracias a la tenacidad de las organizaciones no gubernamentales, entre las que se destacó la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos (Fedefam), liderada por Marta Vásquez, hecho clara y simbólicamente reflejado en oportunidad de la apertura a la firma de la convención en París, el 6 de febrero de 2007, en el que la sociedad civil tuvo una presencia vibrante.
Este tratado internacional consagra el derecho a la verdad como un derecho individual y colectivo, y reafirma el deber de memoria que tienen los Estados para combatir el negacionismo de este tipo de crímenes, así como su impunidad.
Francia y la Argentina, impulsores originarios de la convención, han reafirmado su compromiso en la lucha contra las desapariciones forzadas. En ocasión de su visita de Estado en febrero de 2016, el presidente de la República Francesa, François Hollande, visitó el Parque de la Memoria en Buenos Aires para rendir homenaje a las víctimas de la represión -entre las cuales hay veintidós ciudadanos franceses- y a la acción decidida de la justicia argentina en el juzgamiento de los responsables.
Ambos países asumieron la responsabilidad de promover la continuidad de la labor del comité encargado de supervisar el cumplimiento de la convención, y lograron ese objetivo por unanimidad en Ginebra el 19 de diciembre pasado, en la Primera Conferencia de Estados Partes, cuya copresidencia estuvo a cargo de los representantes de ambas naciones.
Diez años después de la adopción de la convención, la reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, este 17 de febrero, marcó una nueva etapa en la movilización a favor de su ratificación universal, sobre todo si se piensa que se trata de una práctica represiva que aún subsiste y que continúa expandiéndose, en particular en regiones en conflicto. Desde 1980, las Naciones Unidas han recibido 55.000 denuncias de personas desaparecidas en un centenar de Estados.
Virgilio escribe en la Eneida que la herida vive en el fondo del corazón. La convención no borrará jamás la herida, el desgarro que provoca la desaparición de un ser querido, pero es para las víctimas, sus familiares y para toda la comunidad una exigencia de verdad, justicia y reparación. El eminente jurista francés Louis Joinet afirma con énfasis que luchar contra las desapariciones forzadas es también luchar contra el olvido. Ello sin duda hará más fuerte nuestro corazón, nuestra convivencia en sociedad y nuestro anhelo de libertad y dignidad.
Pierre Henri Guignard es embajador de Francia en la Argentina y Leandro Despouy, embajador y representante especial para Derechos Humanos en el Ámbito Internacional