Una construcción colectiva
“¿Qué tiene que ver el antisemitismo con una obra en construcción? ¿Es un edificio para una institución judía?”. Una usuaria de X despotricaba hace unos días en la red social y ensayaba conspiraciones después de pasar por un emprendimiento inmobiliario porteño donde un cartel reza: “Construyamos un país sin antisemitismo”. No hay allí nada oculto: el Foro Argentino Contra el Antisemitismo (FACA) –integrado por judíos y no judíos– lanzó una campaña a la que se sumaron y se suman argentinos para decirle no al antisemitismo en el país.
Mientras la usuaria de X desperdicia un espacio valioso en el que sería mejor aplaudir el compromiso de quienes entienden que se trata de una causa urgente, un desarrollador de real estate no judío hace lo contrario: pide el archivo del cartel, lo imprime, lo cuelga en su obra en construcción y dice, emocionado: “Es necesario que lo hagamos todos, porque este es un tema de toda la sociedad”. Una joven arquitecta judía hace lo propio y avisa: “Es mi primer proyecto, y siento que tengo el deber de colgarlo”. Ambos son la contracara de lo que indican las preocupantes cifras sobre el incremento del antisemitismo explícito, del silencio y de la indolencia que el profesor Julián Schvilderman relató hace unos días en estas mismas páginas.
Por haber padecido el nazismo, nuestros abuelos probablemente no hubieran imaginado lo que vimos hace pocos días, un año después de la masacre terrorista más sangrienta desde la Shoá: la bandera de Israel y la inscripción Bring them home now iluminando la Puerta de Brandemburgo, en Berlín. Contra todo pronóstico desalentador, las sociedades democráticas están haciendo flamear esas banderas, escribiendo el mensaje en sus carteles, para que el mundo entienda que la judeofobia sólo nos vuelve a lo más oscuro.
En la Argentina hay antisemitismo. Pero también hay principios, como se demostró el 7/10 cuando miles –judíos y no judíos– pidieron por los secuestrados sobre la avenida Estado de Israel. Desde el sur del sur se le dijo al mundo que vamos a volver a bailar, y se alzó la voz para acompañar a ese soldado argentino-israelí que escribió en una pared de Gaza un mensaje a los hermanos Iair y Eitan Horn, todavía en manos de Hamás: “Gordos, los seguimos buscando”.
Enarbolar un mensaje contra el antisemitismo (en una obra en construcción, en el pecho, en los medios) es casi un imperativo que interpela a todos los argentinos. Si la mayoría es silenciosa, indiferente o cómplice habrá que seguir educando contra el prejuicio y la ignorancia. La conspiración no amedrenta y la convicción es férrea: no vamos a parar.
Periodista. Miembro del Foro Argentino Contra el Antisemitismo (FACA)