Una capital cultural casi secreta
"En la Argentina, está la segunda Basilicata", dijo Piero Lacorazza, presidente del Consejo de esa región. Lacorazza vino a Buenos Aires para asistir a la primera asamblea fuera de Italia de las ciento cincuenta asociaciones relacionadas con Basilicata dispersas por el mundo. "Elegimos Buenos Aires porque es la capital del país donde viven más oriundos de la región que presido. Esta Italia que vive fuera de Italia, esta Italia de inmigrantes, fue la que hizo posible la Italia de hoy. Esos inmigrantes, cuyos hijos y nietos viven ahora en otras naciones, desde el exterior ayudaron a la patria lejana y, al mismo tiempo, contribuyeron a construir los países en los que se radicaron."
El acto del Instituto Italiano de Cultura en el que habló Lacorazza tenía como finalidad promover el hecho de que Matera, capital de la provincia homónima, en Basilicata, ha sido elegida capital cultural de Europa en 2019. Para dar todos los detalles del futuro acontecimiento, Lacorazza cedió la palabra a Paolo Verri, director del proyecto Matera 2019. Todos los años, una ciudad es escogida capital cultural del continente y los integrantes de la Unión Europea colaboran para llamar la atención sobre esa comunidad. Fue Melina Mercouri, la actriz y política ateniense, convertida en ministra de Cultura de Grecia, la que concibió y concretó ese proyecto cultural en 1983. Atenas fue la primera capital elegida, la que abrió la serie en 1985.
Como epílogo de la charla de Verri, se inauguró la muestra Matera, al sur de Éboli, de la fotógrafa argentina Victoria Troiani. Las imágenes en blanco y negro, que se exhiben en la sala Roma del Instituto Italiano de Cultura, revelan de modo admirable la belleza dramática de la ciudad y sus alrededores. La fotógrafa, el lunes pasado, recordaba el deslumbramiento que sintió cuando llegó por primera vez a aquella ciudad. "Tenía amigos allí que me acompañaron mientras recorría las calles, un verdadero laberinto. No podría haber hecho esas fotos en colores. La Matera que yo vi, la que siento, es así, en blanco y negro, con esos contrastes. Las nubes están en casi todas las fotografías, en parte se debió al azar; casi siempre me tocaron días nublados, pero las nubes también fueron el resultado de una decisión, porque el sol de la Basilicata calcina, vuelve todo blanco, enceguece."
Matera se ha convertido en los últimos años en el destino de muchos viajeros, pero el turismo masivo todavía no la ha descubierto, lo que seguramente ocurrirá a partir de 2019. Sin embargo, millones de personas la conocen cinematográficamente porque fue empleada por varios cineastas como escenario de sus películas, en especial, las de tema bíblico. Pier Paolo Pasolini, después de haber descartado Jerusalén, resolvió filmar El Evangelio según San Mateo en Matera. Mel Gibson hizo lo mismo cuando dirigió La pasión de Cristo. Pero también se rodaron allí producciones de época actual. Entre otras, Cristo se detuvo en Éboli, de Francesco Rossi, basada en el libro homónimo de Carlo Levi que denunció en 1945 la miseria y el atraso de los habitantes de la ciudad, a la que no parecía caberle esa categoría.
Hace nueve mil años que Matera está habitada. Lo que fue un asentamiento de trogloditas es hoy una especie de palimpsesto arqueológico. El centro histórico, patrimonio de la humanidad, es conocido como I sassi, "Las piedras de Matera". Las iglesias rupestres son uno de los numerosos tesoros del lugar. Hay templos bizantinos casi escondidos entre las rocas y frescos que tienen mil años. En Matera, podría decirse que no se "construía": se cavaba en la roca de las laderas, se quitaba lo que sobraba para crear una vivienda o una basílica. Así como hay iglesias toscas, hay otras, románicas, muy hermosas, porque la piedra de Matera es maleable.
Para recorrer la ciudad hay que tener buenas piernas porque uno se pierde en el laberinto de calles y, además, tiene que subir y bajar escaleras cuando pasa de un nivel a otro. Como premio, se disfruta de una de las mejores cocinas de toda Italia, una cocina simple, casera, basada en la calidad de los ingredientes, una cocina "moral". Allí, en una gran cueva transformada en restaurante popular, comí la mejor ricota de mi vida.