Una alternativa de poder al peronismo
América Latina atraviesa crisis políticas que ponen en jaque sus instituciones democráticas. En Perú, el enfrentamiento entre el presidente y la oposición terminó con la disolución del Congreso. Días después, en Ecuador estallaron violentas protestas contras las medidas de Lenín Moreno. En Chile, el aumento del precio del subte desató un estallido social que muchos atribuyen a una sociedad muy desigual. En Bolivia, Evo Morales declaró su triunfo en primera vuelta en unas elecciones denunciadas por fraude, accediendo así a un cuarto mandato presidencial luego de un referéndum que le había dicho no a su aspiración de continuar en el poder.
En este contexto convulsionado, nuestro país dio una muestra importante de madurez atravesando unas elecciones presidenciales muy polarizadas en paz y sin mayores cuestionamientos. Vale la pena destacar el alto grado de institucionalidad que mostró tener la democracia argentina en el último año. No siempre hemos podido dirimir espacios de poder y complicaciones económicas dentro del marco que ponen las instituciones democráticas. A contramano de los acontecimientos regionales, lo estamos logrando. No es un dato menor.
Pero el grado de madurez de nuestra democracia no se evidenció solo en el proceso electoral. En medio de la crisis económica, millones de argentinos eligieron darles su voto de confianza a Mauricio Macri y Juntos por el Cambio. Las razones del voto son, obviamente, múltiples. Podemos decir, por ejemplo, que votaron por soluciones estructurales a los problemas que desde hace décadas aquejan a la sociedad argentina. También podemos decir que votaron a favor de la libertad de pensar distinto al poder y de la transparencia y en contra de la corrupción y la violencia latente de gran parte del anterior proceso kirchnerista. Millones de personas miraron más allá de las grandes dificultades coyunturales para tener en cuenta otros factores.
El domingo, el Gobierno obtuvo casi dos millones de votos más que en 2015 y ganó en algunas de las provincias más pujantes del país. Además, ganó seis bancas nuevas en la Cámara de Diputados, lo cual convierte a Juntos por el Cambio en primera minoría y obliga al próximo gobierno a dialogar y entablar consensos. Aún más: contra todos los pronósticos que auguraban una vuelta del peronismo a varios distritos de la provincia de Buenos Aires, el oficialismo ganó en 61 municipios bonaerenses, algunos de ellos claves, como el de La Plata.
Esta cantidad de votos puso en evidencia un dato fundamental para el futuro de la política argentina. Mientras que Juntos por el Cambio nace gracias al acercamiento entre el radicalismo, la Coalición Cívica y el Pro, tres fuerzas políticas con orígenes y trayectorias muy distintas, hoy a sus principales dirigentes no les quedan dudas de que el votante demanda un espacio superador a sus partidos de origen. Así, las elecciones confirmarían la existencia de una alternativa de poder al peronismo, algo que no se daba desde hacía décadas. Que se haya equilibrado el sistema político argentino es otra de las buenas noticias que pueden dejar estas elecciones.
Las crisis políticas que se desataron en distintos países de América Latina en el último mes sirven para recordarnos que la democracia es un camino en construcción permanente. Durante cuatro años, se invirtió mucho para seguir pavimentando ese camino. Ojalá el nuevo gobierno pueda reconocerlo y continuar por la misma vía.
Director de Argentina 2030 en la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación