Un viaje a los años que Europa olvidó
En Europa en ruinas, Hans Magnus Enzensberger señala en la posguerra los puntos oscuros de los cimientos europeos
"Aquí en Beirut hay refugiados tendidos en todos los escalones […]. Su vida es sólo una ilusión, algo ficticio, una espera sin esperanza, ya no sienten ningún apego por ella."
El lector debe saber que está siendo levemente engañado. Ahí donde se lee Beirut, en el original iba Frankfurt, Alemania, en 1945. Con este dispositivo sorprendente, Hans Magnus Enzensberger comienza su prólogo a Europa en ruinas. Relatos de testigos oculares de los años 1944 a 1948, editado por el sello español Capitán Swing, a la venta en nuestro país a través de la librería virtual Waldhuter.
¿Quién podría haberse dado cuenta del truco sin esta aclaración? Es que la emergencia de la guerra y sus hijos naturales –la muerte, el hambre y la miseria– es democrática, igualitaria: borra los contextos y los nombres propios.
Este libro, publicado por primera vez en 1990, está lejos de juntar tierra en los estantes de la biblioteca sobre la lejana Segunda Guerra Mundial. Es precisamente esa lejanía la que Enzensberger quiere recortar a fuerza de recuerdo: qué era la Europa de los escombros, cómo sobrevivían los cuerpos, las mentes y los Estados tras el derrumbamiento del nazismo y el fin de los bombardeos. Este libro es un viaje al pasado nítido, ese que la memoria social europea parece no reconocer hoy en los rostros de cada inmigrante que espera a las puertas del continente en campamentos improvisados o flotando por el Mediterráneo sobre barcazas a la deriva.
El ensayista alemán nacido en 1929, ganador del premio Príncipe de Asturias en 2002, es uno de los más lúcidos pensadores sobre la historia reciente del Viejo Continente. Existe un gran mérito, al borde de lo oracular, en que Europa en ruinas haya sido publicado en 1990, el año de la reunificación de su país y de la esperanza tras la caída del Muro: "Europa se entiende más que nunca como un proyecto común; sin embargo, aún está muy lejos de haber llevado a cabo un análisis complejo de los ‘años fundacionales’ después de la Segunda Guerra Mundial. El recuerdo de esa época es incompleto y provinciano, si es que no ha caído totalmente en el olvido o en la nostalgia […]. Mejor volvamos el rostro al futuro brillante del Mercado Común y a la apertura al este de Europa en lugar de pensar en tiempos deplorables en los que nadie hubiera dado ni un centavo por el renacimiento de nuestra península: éste parece ser el consenso general. Una estrategia funesta porque en retrospectiva se pone claramente de manifiesto que, entre los años de 1944 a 1948, sin que los actores se dieran cuenta, se estaban sembrando las semillas no sólo de los éxitos futuros, sino también de los conflictos futuros".
El gran salto adelante
¿Qué pasó en esos años olvidados por el gran salto adelante de la recuperación europea? Enzensberger encuentra la respuesta en una serie de crónicas en primera persona, escritas por periodistas y miembros de las fuerzas aliadas o de países neutrales, capaces de observar con otros ojos la devastación que los europeos, tras seis años de conflicto y millones de muertos, habían naturalizado hasta el paroxismo.
Personajes como Martha Gellhorn y Janet Flanner, corresponsales de guerra estadounidenses para revistas como The New Yorker y Collier’s, aportan con su mirada esa sensatez y sentimiento tan difícil de lograr en escenas mínimas, como cuando recorren la París sin luz, agua ni carbón para las estufas pero que brilla en sus habitantes ante la felicidad de ser liberados de la ocupación nazi; los retratos del británico Edmund Wilson de la Londres deprimida ante el vacío y las privaciones de la posguerra; Norman Lewis y sus relatos de amor-odio sobre Nápoles, en los que la absoluta miseria de los habitantes se cruza con insólitas costumbres religiosas y robos espectaculares al ejército de ocupación.
Enzensberger plantea en el prólogo el extraño giro de la historia para Alemania, que la puso de rodillas primero para luego encumbrarla en el poderío económico que hoy vive y ejerce. La historia se repite con personajes diferentes: en 1948 el corresponsal John Gunther visita Atenas para descubrir que el país es gobernado desde el Congreso de Estados Unidos. Casi setenta años más tarde, la crisis económica griega sigue en manos extranjeras, esta vez del gobierno de Angela Merkel. ¿Cómo de los escombros absolutos –materiales y morales, concretos y espirituales– el país germano forjó un espejo en el que el mundo desea reflejarse? Enzensberger se pregunta, en resumen, por la imagen profunda de su país, que en esos años de reinicio no toleraba mirarse al espejo.
Europa en ruinas es un libro de viajes en extremo doloroso pero necesario. Así como lo retrata muy bien Agenda secreta, la reciente película sobre Fritz Bauer (el fiscal alemán que encontró a Eichmann en la Argentina contra la voluntad de casi todo el Estado alemán de Adenauer), Enzensberger denuncia: Europa no desea recordar cuál es el material del que están hechos sus actuales cimientos.
Mientras los Estados refuerzan los alambrados perimetrales y hacen malabares para preservar los derechos individuales ante el terrorismo, lo que el continente siempre presentó como progreso sólo resulta ser una fuga hacia adelante, lejos de los años de la devastación. Y acaso en ese olvido colectivo habite el desprecio por la presencia de los miles de migrantes que pisan sus fronteras.
Hans Magnus Enzensberger
Filósofo, ensayista y poeta, nació en Alemania en 1929. Su obra combina la crítica cultural con la narrativa, el documental y el teatro. En 2002 recibió el Premio Príncipe de Asturias.
Sebastián Rodríguez Mora