Un valioso aliado en la lucha contra las adicciones
La muerte del doctor Juan Tobías, Rector de la Universidad del Salvador, es la partida de un compañero en la lucha contra las adicciones que emprendimos juntos cuando goberné la provincia de Buenos Aires, desde 1991 hasta fines del 1999. El convenio marco que firmamos entre la Universidad y la Gobernación significó un verdadero hito, no solo en nuestro país, sino en el mundo, en la lucha contra este flagelo, y mereció entre otros premios, los de la Unión Europea, del Gobierno Israelí, de la Fundación Reina Sofía de España y de organizaciones de EE.UU. que fueron el colofón de una tarea monumental que la visión de Tobías hizo posible.
Por aquellos tiempos, el criterio que prevalecía, liderado por los Estados Unidos, era el de la "guerra a las drogas", que hacía eje en la lucha contra el tráfico y relegaba al adicto.
El programa que llevaba adelante la Universidad y que aplicamos en la provincia, contando nosotros con la inestimable colaboración del doctor Juan Alberto Yaría, se basaba por el contrario en un concepto fundamental, que era el adoptado por la comunidad europea: la promoción de una cultura preventiva, con el objetivo de crear una amplia movilización comunitaria, un vasto movimiento de líderes preventivos (desde el vecino hasta los padres y personal profesional), así como la creación de una red asistencial que no existía hasta ese momento, sin descartar, por supuesto, la permanente lucha contra el narcotráfico.
Se formó una respuesta pública y gratuita para miles de bonaerenses, tanto en asistencia como en prevención, que partía desde la base familiar y escolar, pasando por el municipio y todas las instituciones de los más de 130 distritos de la provincia, y así se generaron los llamados 10.000 Líderes para el Cambio y las Redes de Prevención y Asistencia, para culminar en las llamadas Ciudades Preventivas como modelos de gestión en calidad de vida.
Así surgieron centros preventivo-asistenciales que cubrieron el 95% del territorio, convirtiéndose en los motores locales de asistencia y prevención, comunidades terapéuticas, centros de desintoxicación articulados con los centros hospitalarios que dependían del Ministerio de Salud, Centros de escucha y admisión en distintos puntos críticos del territorio bonaerense y especialmente en el conurbano, donde se decidían orientaciones a las familias y a los vecinos con problemas de drogas o en el vecindario y un sinfín de iniciativas distritales y barriales orgánicamente integradas.
Por otro lado, se realizó un movimiento importante con todas las escuelas de la provincia, a partir del cual miles de maestros y profesores trabajaron dentro del Programa, y la escuela se fue convirtiendo en el bastión fundamental de protección del desarrollo y la evolución de los jóvenes bonaerenses.
En el ámbito escolar se crearon 4500 centros preventivos y se capacitaron al mismo tiempo 70.000 docentes.
En el ámbito laboral y gremial se crearon 100 centros preventivo-laborales, y se formaron delegados gremiales que trabajaban junto al plantel de Relaciones Humanas de las empresas, potenciando los factores protectores en la estructura laboral y limitando los factores de riesgo.
En lo referente a las políticas de control de la oferta, se instauró por primera vez en el país el control de alcoholemia en toda la provincia, con el que se logró una significativa baja de los accidentes vinculados al consumo de alcohol.
De la misma manera, se incorporó a las universidades a través de estudios superiores que permitieron la formación de especialistas, operadores, profesores, maestros, etc.
La Red Universitaria en Drogadependencia surge bajo la dirección de la Universidad del Salvador a través del Instituto de Prevención de la Drogadependencia. Esta red llegó a agrupar a 20 unidades académicas de nivel superior que eran nacionales, provinciales, públicas y privadas y también a institutos de enseñanza terciaria.
El resultado de todo este accionar fue el descenso de todos los índices negativos y pudimos comprobar que se estaba progresivamente cerrando el ingreso al proceso de la adicción a nivel poblacional, con una gran incidencia en el mejoramiento de la calidad de vida global.
Fueron años intensos y de gran realización para todos nosotros, acompañados por la atenta mirada del entonces arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, monseñor Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco, que nos alentaba continuamente a seguir.
Lamentablemente, como todo es cíclico en la Argentina, esta red de contención, prevención y asistencia se fue demoliendo año a año. La red pública modelo en América Latina fue quedando progresivamente desmantelada y la prevención comunitaria fue dejada de lado. La cultura preventiva perdió. La epidemia avanzó.
La partida del querido Juan Tobías, sin el cual, reitero, nada de lo que acabo de narrar en este artículo hubiera sido posible, nos deja un enorme vacío en el corazón, pero también la satisfacción de saber que despedimos con él a alguien que, siguiendo a Ortega y Gasset, logró conjugar en su paso por la vida los tres elementos esenciales de un hombre feliz: vocación, misión y proyecto.
Expresidente de la Nación