Un thriller implacable y vertiginoso
Sobre El nombre el juego es muerte, de Dan J. Marlow
Un rasgo distintivo de la novela policial (clásica o negra) es el protagonista: el detective es el foco del relato, sea un investigador honesto que descifra un enigma, un "duro" profesional que cobra dinero por su trabajo y usa los mismos métodos violentos que sus perseguidos o un sabueso inteligente con apariencia distraída. Que el protagonista sea un asesino y que la trama se articule desde el punto de vista del delincuente es menos frecuente, o al menos lo era en 1962, cuando Dan J. Marlowe publicó El nombre del juego es muerte.
Este thriller violento, vertiginoso y despiadado, rescatado ahora por La Bestia Equilátera para su cuidada colección policial, fue en su momento un éxito notable de crítica y de lectores. Relata la búsqueda que emprende Roy Martin (uno de los alias del narrador) de su socio desaparecido repentinamente. Asesino de larga trayectoria en el delito, tras protagonizar un espectacular asalto a un banco de Phoenix junto con su socio, el mudo Bunny, resulta herido mientras escapan y se ven obligados a cambiar de planes: Bunny se irá con el botín a un pueblo de Florida y desde allí le hará envíos periódicos de mil dólares por correo. Todo funciona bien hasta que, luego de recibir un telegrama sospechoso, el dinero deja de llegar. Sin dudar de la lealtad de su socio, Roy intuye que algo le ha sucedido y se lanza a averiguarlo. La novela comparte con las road movies su recurso de escape por las carreteras de Estados Unidos, la estadía en moteles y visitas de personajes del bajo fondo que van calentando la escena con un ritmo frenético hasta el arribo a Hudson.
Calculador, previsor e inteligente, Roy, conocido por su precisión e infalibilidad como tirador, es una máquina de matar. En los primeros capítulos, la narración alterna la acción del presente con hechos de su adolescencia que, más que justificar su decisión de "renunciar a la raza humana", muestran la constitución de una psique y una moral singular de este futuro "amoral" carente de "valores civilizados", aunque amante de los animales. Una reacción desmedida y obsesiva frente a una maldad perpetrada por el gordo, un compañero de escuela, que termina con la muerte de la gatita de Roy es, a sus once años, el principio de una serie de acciones que lo tienen como víctima y testigo, estructuradas sobre la base de la impunidad del poder, el ejercicio de la violencia, el abuso y la falta de justicia.
La experiencia le mostrará a Roy que la ley no se equipara al bien y las relaciones entre el mundo del delito y el de la legalidad son demasiado permeables. Sin embargo, antes que justificar las acciones futuras del narrador, aquellas tempranas circunstancias enmarcan la trama en un contexto referencial. La sociedad que construye El nombre del juego… es corrupta, con una policía brutal que tortura y mata dentro de un sistema que avala la violencia con pactos de silencio. Por suerte, no todo está perdido: hay seres honestos y buenos y siempre existe una posibilidad de salvación. Los personajes con los que Roy se cruza en Hudson (pueblo chico, infierno grande) le dan una oportunidad de cambio –de tener otra vida, ser otro– que, por supuesto, no puede aceptar sin traicionarse a sí mismo, y al género.
Con una técnica narrativa ejemplar y una traducción impecable, la novela de Marlowe es un perfecto exponente del policial negro que narra la sociedad de su presente, vista desde el crimen. Quizás esto fue lo que impresionó a Al Nussbaum, por entonces el más famoso ladrón de bancos, que comenzó a escribirle cartas al autor desde la prisión de Nueva York y terminó siendo su gran amigo y mejor discípulo literario. No sólo lo asesoró con secretos del mundo criminal que abonarían futuras tramas, sino que además, en 1977, cuando Marlowe sufrió un ataque de amnesia, fue el ex ladrón quien lo acompañó en su recuperación y lo ayudó a escribir, a punto de terminar su última novela.
EL NOMBRE DEL JUEGO ES MUERTE
Por Dan J. Marlowe
La Bestia Equilatera
Trad.: C. Gardini
224 páginas
$ 187