Reseña: La piel intrusa, de Yanina Rosenberg
Se dice hasta el cansancio que lo más importante en un cuento es lo "no dicho". ¿Qué sucedería si esa máxima es llevada al extremo? Al parecer esa es la idea que ronda los relatos de La piel intrusa, primer libro de Yanina Rosenberg (Buenos Aires, 1980) que ganó el segundo premio del concurso Fundación El Libro en 2017. Aunque los catorce cuentos van de un realismo enrarecido a la ciencia ficción, todos mantienen una constante, los personajes viven en una atmósfera de pesadilla y se ven impulsados a actuar hacia lo desconocido.
Despertar es siempre un peligro en estas historias. Basta mencionar el relato que abre el libro, "Septiembre en la piel". La trama es simple: a la mañana un hombre abre los ojos y descubre que su mujer, en lugar de piel, está cubierta de musgo. No hay que dejarse confundir por la ingenuidad casi infantil del planteo; resulta solo un comienzo amable. Los dos elementos centrales, la pareja y lo inesperado, en los demás relatos van a adquirir matices siniestros hasta construir escenas perturbadores como sucede en "Las Afueras". Relato, que por otra parte, recuerda la ciencia ficción del argentino Marcelo Cohen.
Esa extrañeza habla, en el fondo, de algunas obsesiones que se repiten de manera más o menos explícita a lo largo del libro, como la maternidad, los vínculos, el individualismo y la sensualidad de los cuerpos. Así es como, sin excepción, la tensión de cada relato va a precipitarse en una especie de salto al vacío: solo la imaginación del lector será capaz de encontrar el verdadero final.
La piel intrusa
Por Yanina Rosenberg. Páginas de Espuma. 149 páginas$ 540