Un político democrático y liberal
Hoy se cumplen 75 años del fallecimiento de Marcelo T. de Alvear, un ciudadano que ejerció en plenitud su compromiso con el país y con los ideales republicanos y democráticos.
Tras la Revolución del Parque, de la que formó parte, y producido el nacimiento de la Unión Cívica Radical, se sumó a sus filas y estableció una relación personal y permanente con Hipólito Yrigoyen. Levantó las banderas del sufragio secreto, universal y obligatorio, y, en 1914, cuando se eligieron diputados nacionales, desempeñó su primer cargo electivo, aunque por muy poco tiempo: en 1916 acompañó a Hipólito Yrigoyen en su gran triunfo electoral y fue designado embajador argentino en París. En 1922, al terminar su período, don Hipólito lo nominó candidato presidencial. El radicalismo lo apoyó unánimemente y ganó las elecciones con el 52% de los votos. El día que juró en el Congreso, una vez terminada la ceremonia, se fue manejando su propio auto hasta la calle Brasil a cenar con el ex presidente.
Durante el gobierno de Marcelo T. de Alvear se promulgaron importantes iniciativas relacionadas con el desarrollo social y las mejoras en las condiciones laborales; se crearon las cajas jubilatorias; se fijó el límite en el horario de trabajo del comercio; se reglamentó el trabajo nocturno; se declaró feriado el 1° de mayo; se fomentó el cooperativismo para aplicarlo al desarrollo de viviendas y actividades industriales como algodón, azúcar, etc., y se estableció la obligación de pagar los salarios en moneda nacional. También durante su gobierno se fundó la fábrica de aviones en Córdoba y se dio impulso a la industria automotriz: al final de la década del 20, la Argentina tenía el segundo parque automotor de América, después de Estados Unidos, y el séptimo del mundo. Al principio de su mandato nombró al general Enrique Mosconi presidente de YPF y durante su presidencia se firmó el tratado definitivo de límites con Bolivia y se creó el Comité Olímpico Argentino.
Producido el golpe militar de 1930, y pese a los desencuentros epistolares, volvió urgentemente a Buenos Aires, habló con Yrigoyen y éste al poco tiempo convocó a todo el radicalismo con la consigna "Hay que acompañar a Marcelo". Tras convocar a elecciones presidenciales, el gobierno militar lo denunció ante la Justicia por insubordinación y otros delitos, pero la UCR igual proclamó la fórmula Alvear-Güemes, a la que se le negó el reconocimiento oficial para competir, por lo cual fue proscripta de hecho y en diciembre se eligió presidente al general Justo. A fines de 1931 fue detenido y trasladado a la isla Martín García, donde estuvo preso un tiempo hasta que partió al exilio.
En 1938, con actitud quijotesca asumió la candidatura presidencial nuevamente, pero en unas elecciones escandalosamente fraudulentas ganó la fórmula de la concordancia Ortiz-Castillo. Poco antes de su muerte había sido proclamado presidente de la fuerza política en la que militó desde su juventud.
Finalmente, quiero cerrar esta reseña con las palabras de un gran adversario político, el Dr. Emilio J. Hardoy, que unos meses antes de morir dijo: "Los conservadores debemos pedir disculpas por el tremendo error de no haber permitido que Alvear nuevamente fuera presidente". No tendríamos que haber soportado lo que después vino. A su muerte, su fortuna no alcanzaba ni el 5% de lo que tenía cuando empezó su vida política. No hace falta agregar nada más.
Ex senador de la Nación