Un paraíso para los vencidos
21V (21Voices) es un coro vanguardista e innovador. Bajo la dirección artística del argentino Martín Benvenuto y con sede en San Francisco, 21V busca ser “un catalizador para el cambio”, extendiendo las fronteras artísticas convencionales. Su originalidad consiste en interpretar poesía y música “de las tres Américas”, producidas de 2020 en adelante. Además, 21V es un selectivo ensemble de voces agudas abierto a todas las identidades de género, cuya agenda prioriza la cuestión de la igualdad. De allí que la “justicia racial”, un reclamo histórico en los EE.UU. y predominante desde 2013 con el Black Lives Matter, haya sido su punta de lanza en el pre-estreno de noviembre de 2021. En esa ocasión, Praise Song for Tulsa [Canción de alabanza para Tulsa], conmemoró los cien años de la masacre de Tulsa (Oklahoma), cuando la más próspera comunidad afroamericana de los EE.UU. fue literalmente barrida por hordas blancas en mayo de 1921.
Un siglo después, pese a los 300 muertos, centenares de heridos y 35 manzanas arrasadas por el fuego, nadie fue procesado y sentenciado, y ningún afroamericano ha sido indemnizado. Viola Fletcher, la superviviente más anciana de la masacre (107 años), dio su testimonio sobre la matanza ante la Comisión del Congreso, en mayo del pasado año.
La tarea de establecer la memoria de eventos trágicos silenciados, que aún esperan reconocimiento y justicia, exige una sensibilidad receptiva de “la razón de los vencidos”. Las narraciones de los que no tienen historia o, mejor dicho, de los que quedaron fuera del gran libro de la Historia, fue la preocupación de Walter Benjamin. Acuñó la fórmula “la tradición de los vencidos”, en la tesis VIII de sus Tesis sobre el concepto de historia (1940). En su momento, las tesis confrontaron directamente al Partido Socialdemócrata alemán y cuestionaron su fe indolente e ingenua en el progreso de la Historia. Con el correr del tiempo, sirvieron de inspiración a quienes indagaron las historias de los grupos humanos desplazados, vencidos y olvidados. Su mayor mérito fue examinar los resortes de la memoria (“la madre de todas las musas”, según Hesíodo), pues el recuerdo y la conmemoración son las llaves de la escritura historiográfica. “Hacer” la memoria es salvar del olvido y asegurar la permanencia de los acontecimientos. El “Ángel de la historia” de la tesis IX , inspirado en el Angelus Novus de Paul Klee, resiste el embuste de la ilusión de progreso, que enmascara las “ruinas” de la historia. Por eso, la tarea de historiador y del poeta es “redimir”, es decir, recordar y salvar para la posteridad el remanente de la gran Historia. Dicho con Benjamin: el ángel busca “despertar a los muertos y recomponer los fragmentos”.
Abdulrazak Gurnah, el autor de Paraíso y ganador del Premio Nobel de Literatura 2021, huyó de la persecución en Zanzíbar y se estableció en Inglaterra a los 18 años. La obra explora los rincones olvidados de la historia y describe la experiencia multiforme del exilio: del hogar, de la familia, de la comunidad de pertenencia e, inclusive, de uno mismo. No estar religado al propio pasado, cultura y comunidad, es perderse a sí mismo. Para nuestro desconcierto, la frase “los Portales del Paraíso” aparece en el libro asociada a la colonización: “atemorizados por la ferocidad y la crueldad de los europeos, hablaban de ellos con asombro. [Los colonizadores] se apoderaban de la mejor tierra […], obligaban a la gente a trabajar para ellos con engaños, comían lo que fuese, aunque estuviera duro o podrido. Como si de una plaga de langosta se tratase, su voracidad no tenía límite ni decencia”. Y más adelante: “¿Y quién vive en ese Paraíso? Salvajes y ladrones que […] venden a sus propios hermanos por chucherías. […] No tienen ni Dios, ni religión, ni siquiera un poco de misericordia”.
Paraíso es maravilloso y terrible al mismo tiempo. Narra las acciones y, sobre todo, los padecimientos de Yusuf desde la aldea olvidada fuera de los confines del mundo civilizado. La pobreza extrema que la lectura sugiere está tamizada por la propia visión de un niño feliz contenido en una atmósfera familiar, llena de aromas dulces y de olores repugnantes, de sabores y de paisajes exóticos.
Pero un golpe del destino cambia su suerte. Como pago de una deuda contraída por su padre, Yusuf debe abandonar la comunidad familiar para servir al “tío Aziz” como esclavo. Su derrotero incluye viajes comerciales y huidas intempestivas, terrores e inclusive el amor, la más perfecta forma de enraizamiento y estabilidad, que tampoco podrá prosperar. Huye hasta las últimas páginas, cuando tras la llegada de los colonizadores belgas y alemanes, el joven Yusuf corre tras ellos, en busca de supervivencia (posiblemente alistándose en los ejércitos conquistadores).
La historia de vencidos, olvidados y desplazados que Gurnah describe es, también, una pintura sobre mundos ignotos y experiencias foráneas, de los que no tendríamos noticia sin la determinación de rescatarlos del olvido. Inclusive en esos mundos temibles de rupturas devastadoras, el autor hace germinar espacios íntimos de pertenencia y humanidad, de familias, compañías y amistades. Por momentos, el desarraigo y la desesperanza ceden solamente ante la pródiga abundancia de la vida.
El lector se pregunta cuál es el paraíso aludido en el título. El paraíso es el niño. Es Yusuf cultivando el jardín del hogar, antes de ser vendido por su padre. Paraíso es la inocencia perdida y rememorada a través de una historia.
Doctora en Ciencias Políticas, licenciada en Filosofía