Un nuevo paradigma en la política
Como nunca antes en nuestro país, los estudios de campo marcan el incremento de una demanda de la ciudadanía por la renovación de los elencos y los métodos políticos. Esto sucede después de más de 30 años de predominio de los partidos tradicionales en lo más alto del poder, con el justicialismo como figura excluyente.
El fenómeno se hace evidente ya desde la forma de hacer campaña, donde la demostración de poder que hasta hace unos años se alcanzaba con grandes movilizaciones de micros y el aparato partidario ya no es tal. Hoy el contacto directo con la gente sin intermediarios se acerca más a lo que debería ser, en definitiva, la política real.
Naturalmente, hay segmentos de la población más propensos a abrirse a las novedades y otros núcleos continúan más apegados a sus referentes tradicionales, muchos de ellos anquilosados en sus cargos. Pero afortunadamente las estadísticas revelan que los más jóvenes han tomado el mensaje del cambio con mayor facilidad. Hay una apuesta fuerte por el futuro que, en nuestro caso, vemos reflejada en la inscripción de los cursos de la Escuela de Dirigentes, donde existe un constante aumento de alumnos menores de 30 años de edad y se ha incrementado la participación en los cursos de la franja etaria de entre 35 a 45 años.
Estamos ante una nueva forma de hacer política que ha llegado a nuestro país para quedarse, expandirse y aumentar su influencia. Un fenómeno que está en consonancia con los cambios en las expectativas de la población manifestadas en las movilizaciones masivas de fines de 2012 y comienzos de 2013 (muy diferentes de las mencionadas más arriba), que fueron progresivamente adquiriendo un carácter pacífico y tolerante.
Lejos de los antagonismos que crearon divisiones -en especial, en estos últimos doce años-, la propuesta es a favor de saltar las lógicas binarias para integrarnos en un contexto de libertad, convivencia y armonía. Así lo atestiguan estudios que marcan que el 75% de las personas considera que el candidato presidencial no debe oponerse sistemáticamente al Gobierno.
El deseo es una Argentina que pueda procesar las inevitables divergencias de intereses y expectativas por medio de mecanismos pacíficos e institucionalizados a través de los cuales cada individuo pueda elegir y recorrer el camino que conduzca a la búsqueda de su propia felicidad.
Un proceso de cambio se está gestando y se percibe la real intención de dejar atrás prácticas destructivas para dar paso a nuevas que edifiquen acuerdos y permitan unir todas esas expectativas. La sensación es que se puede vivir mejor y ha llegado el momento de actuar. Una encuesta realizada por Isonomía el pasado mes de abril afirma que el 57% de los argentinos cree que el país necesita un cambio profundo para progresar. La posibilidad de ver otra alternativa de gobierno en la Argentina es hoy un hecho y una oportunidad que muchos ciudadanos no quieren dejar pasar.
En los últimos años han aparecido modelos exitosos de gestión no sólo en la ciudad de Buenos Aires, sino también en localidades de la provincia de Buenos Aires y en el interior del país, que han dado muestras de que se puede gobernar de manera distinta. La experiencia del trabajo en equipo es un fiel reflejo de que no es imprescindible hacerlo con el personalismo de las corrientes populistas.
Un país donde sea posible caminar por la calle con tranquilidad y en donde las conversaciones nos incluyan a todos nos espera. Como decía el escritor latino Publio Siro (85 a.C. - 43 a.C.): "Donde hay concordia, hay victoria".
La autora es directora nacional de la Escuela de Dirigentes de Pro