Un nuevo modelo económico para el crecimiento chino
El presidente Xi Jinping celebró el mes pasado los 95 años del Partido Comunista al recordar a la docena de revolucionarios que en julio de 1921 dieron nacimiento en Shanghai a la nueva China. Seis líderes guiaron un proceso que convirtió al país en una de las potencias principales del mundo. La consultora Price Waterhouse Coopers (PwC) prevé, en un informe de perspectiva, que en 2050 la economía china será la primera del mundo en tamaño y superior a la estadounidense en un 29%. Para tener noción de lo que ese dato representa basta quizá con señalar que hoy la economía de China es un 23% la de Estados Unidos.
Para alcanzar esos resultados extraordinarios, el nuevo esquema de poder en China parece dispuesto a alterar una serie de premisas que caracterizan la China conocida. La duda es si el actual secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China y presidente del país, Xi Jinping, el hombre individualmente más poderoso desde Mao Tse-tung, estaría cambiando la fórmula ganadora de China que le permitió en las últimas décadas lograr la mayor revolución económica de la historia con una tasa media anual de crecimiento del 10%.
Según un reciente discurso partidario, Xi parecería promover un regreso enfático a la base ideológica original del partido, probablemente como consecuencia, entre otras, de que los años de crecimiento de dos dígitos quizá no regresen muy pronto. También en virtud de que las tensiones económicas y políticas dentro de China han aumentado, entre otros motivos por haber lanzado una nueva purga contra la corrupción que afecta al sector empresarial y a la propia estructura del partido. Una purga que, a la vez, sirve para eliminar enemigos internos y hasta podría incluir al ex presidente Hu Jintao. En ese contexto, la administración Xi parece encaminarse a dejar atrás el modelo de liderazgo colectivo como la imagen de sucesiones presidenciales gestionadas por el propio Partido Comunista.
Esta etapa, que tendría como eje una revolución tecnológica industrial, estaría impulsando un esquema económico basado en el consumo interno y los servicios más que en las exportaciones, las altas tasas de inversión y salarios bajos. La incógnita por el momento es saber si cuenta con la suficiente masa de consumidores de la clase media capaz de servir de sostén económico y garantizar el crecimiento del PBI.
Asimismo, mientras que la llave de la fórmula exitosa de Deng Xiaoping fue la primacía de la economía por sobre cualquier otro factor, la de Xi parece virar para otorgar un lugar preferencial a la política exterior sobre propósitos exclusivamente económicos y comerciales. De 193 países que hay en el mundo, China es hoy el socio principal de 130.
Ese cambio de patrón puede plantear desafíos sobre la estabilidad internacional, al pretender reafirmar y expandir una presencia más activa en el mundo. También al mostrar disposición a dar respuestas más enérgicas a Occidente, en particular a Estados Unidos y algunos vecinos asiáticos. La tensión en el Mar de China Meridional es un ejemplo, como lo es también el crecimiento geométrico de la capacidad militar adquirida en armas convencionales, renovación del armamento nuclear y en tecnología espacial y cuestiones conexas.
Es evidente que China pretende ser lo que ha sido durante 20 siglos, desde la antigüedad hasta la revolución industrial: la primera potencia mundial en términos de producto bruto interno gracias al número de su población. También, demostrar que puede aspirar a lograr el nivel de vida más elevado del planeta, como lo fue hasta el siglo XVIII.
Diplomático y ex vicecanciller argentino