Un nuevo estilo de primera dama Cristina Kirchner
Una encuesta de Zuleta Puceiro para LA NACION revela que el 73,2 por ciento de los argentinos ve a la mujer del Presidente como un punto de inflexión en la historia de las primeras damas. No ocupa un rol tradicional, no busca ser una nueva Evita y debe bajar su perfil para no competir con la alta imagen de su marido
Hace casi un mes, por primera vez en la historia argentina una mujer llegó a primera dama con una carrera política propia. Más aun: apenas meses atrás, la gente conocía mucho más a Cristina que a Néstor Kirchner. Y fue ella quien tuvo que bajar su exposición mediática para fortalecer la imagen del Presidente, que hasta el momento de asumir era un desconocido para la mitad de los argentinos. Este no había sido el caso de las dos damas más poderosas de los últimos cincuenta años. Evita llegó desde afuera de la política de la mano de Perón, y, distancias salvadas, lo mismo Hilda "Chiche" Duhalde, que creció bajo el paraguas de su esposo sin moverse del lugar tradicionalmente asignado a las esposas de los gobernadores y los presidentes: la ayuda social.
Los especialistas consultados para esta investigación -una historiadora, tres de los principales encuestadores y un psicólogo- coinciden en que la flamante pareja presidencial representa un modelo bisagra.
Lo mismo refleja una encuesta exclusiva realizada para LA NACION por Enrique Zuleta Puceiro, en la que el 73,2 por ciento de los consultados opinó que Cristina Fernández de Kirchner está inaugurando un nuevo estilo como primera dama.
¿Beneficiará al Presidente la influencia de su esposa?, fue otra de las preguntas. El 79 por ciento contestó positivamente contra un magro 1,4 que juzgó lo contrario. El sondeo, realizado sobre 600 casos en Capital Federal, avanza sobre la imagen del matrimonio santacruceño: siete de cada diez consultados (el 73, 9 por ciento) prevé que Cristina profundizará su carrera política, con independencia del marido, mientras que el 15,2 presupone que se refugiará en el rol tradicional.
Cristina y las otras
Pero, ¿qué es exactamente lo que hay de nuevo? La socióloga Graciela Romer observa dos diferencias importantes en relación con otros matrimonios del poder: la horizontalidad en el vinculo y la trayectoria autónoma de ella en la política. "Dos reivindicaciones históricas de las mujeres", recalca.
Pero la señora K - ya lo dijo hasta el hartazgo- no quiere ser primera dama sino primera ciudadana, actitud que, para Romer, también ayuda a generar identificación. "Está diciendo que funcionará de primera dama después de las 20, como ocurre en todas las parejas de profesionales de clase media, en donde las mujeres actuamos nuestro doble rol".
De su propio estilo, Cristina Fernández dice dos cosas: que es una estupidez tratar de imitar a Eva Perón y que Hillary Rhodam Clinton es su referente más nítido (quitando el sexgate , claro).
A tal punto se identifica con Hillary que le copió la preferencia de ser nombrada por los dos apellidos, el de soltera y el de casada. Una costumbre que la norteamericana adoptó cuando llegó a la Casa Blanca: antes sólo usaba el Rhodam.
Chiche, en cambio, adjuntó acríticamente el Duhalde, o al menos no se detuvo en estos dilemas feministas. "En este sentido, los Duhalde replican el típico modelo peronista de mujer que acompaña al líder -completa Zuleta Puceiro al explicar su sondeo-. En cambio, nadie espera de Kirchner un liderazgo paternalista. Por ende, nadie espera a una Evita. Esto, Cristina lo ha captado muy bien: es la primera esposa de un líder justicialista que no se ocupa de la función social".
Aquí puede alegarse que los Kirchner pertenecen a una generación más joven, y es cierto. Pero también es cierto que el gobernador Felipe Solá, que se expone como un político de la renovación y pertenece al mismo corte generacional que el Presidente, puso a su mujer, Teresa, al frente de la Fundación Bapro.
La psicología suele aportar guías sagaces en la alquimia del matrimonio y la política. Desde allí, el psicólogo Sergio Sinay, advierte en los Kirchner un "respeto por los espacios propios" que, según él, sus antecesores no tenían. Pone un ejemplo: "Creo que si Néstor Kirchner, llegado el caso, dijera -como lo hizo alguna vez Duhalde- que es el padre de la derrota de su mujer, ella le daría un cachetazo".
La suposición suena verosímil
Muy lejos de Hillary, que disfruta sin culpas del poder, Chiche sufría. O al menos así se mostraba, como si una fuerza maligna la hubiera eyectado desde su círculo familiar de Lomas a los despachos de la Rosada. "Ella vivía el poder con más lejanía", sostiene el consultor Artemio López.
Sin embargo, el periodista Julio Sierra, autor del libro Primeras Damas , considera que esa imagen de ama de casa a la que no le gusta el poder era deliberada. "Porque le gustaba y lo ejercía". Para él, la mujer de Duhalde fue la dama más poderosa de fin de siglo, después de Evita. Claro que su investigación termina justo antes de la irrupción de Cristina.
A propósito, la encuesta de Zuleta revela que el 65, 9 por ciento de los encuestados cree que Chiche influyó positivamente sobre Duhalde. Es un porcentaje alto. Pero la Kirchner la supera por 13 puntos en la misma pregunta.
"Cristina es más a Kirchner, que Chiche a Duhalde sencillamente porque Kirchner es más que Duhalde", define Zuleta. Pasando en limpio el trabalenguas: "Duhalde tenía un agenda de incendio, mientras que Kirchner tiene una agenda de futuro".
Una curiosidad del sondeo de OPSM: Inés Pertiné perjudicó más a Fernando de la Rúa que la explosiva Zulema Yoma a Carlos Menem (35,5 versus 28,3), según opinó la gente en este paneo que también indagó sobre el grado de influencia de las otras primeras damas de la democracia.
Cristina ha decidido deliberadamente bajar el perfil. Su vocero explica que "sería desubicado" que ahora saliera a opinar públicamente sobre la Corte Suprema, el precio del dólar o la relación con Lula.
Pero lo que verdaderamente ocurre es otra cosa.
Ocurre que Kirchner, elegido con el 22 por ciento de los votos, necesita consolidar la imagen de un hombre con ideas propias e independencia de criterio. Y la inteligente Cristina sabe que sólo puede ayudarlo si se calla por un tiempo. Es lo que está haciendo.
Quizá también haya tomado nota de la mala experiencia de Olga Ruitort, en Córdoba. La esposa del reelegido José Manuel De la Sota no solo ocupó un rol central en el Ejecutivo provincial -fue secretaria de la gobernación- sino que su poder era tan ostensible que en la provincia la llamaban "la gobernadora".
Lo cierto es que a los De la Sota no les fue nada bien al convertir el gobierno en bien ganancial, parafraseando a la primera dama. Actualmente, la imagen de la Ruitort no es buena entre los cordobeses, al punto que el año pasado tuvo que dejar su cargo en el gobierno de su esposo por los cuestionamientos que recibió.
Claro que el corrimiento de la exposición pública de la senadora santacruceña es directamente proporcional al aumento de su influencia privada. Se sabe: Kirchner consulta con su mujer las decisiones cruciales de su administración. Tanto que ella ya armó su propio despacho en la Casa Rosada.
Quizá los Kirchner sólo traten de sostener una imagen, como dicen sus enemigos políticos. Es posible que Cristina tenga una sensibilidad impostada, como cuentan algunas de sus colegas del PJ que la conocen. Incluso, la encuesta no la deja bien parada en este ítem: la mayoría (34,1%) valora su inteligencia; no así su defensa de los valores (8%). Pero si hay algo de esto, lo develará el tiempo: por ahora, todas son rosas.
Una alianza entre las sábanas
Para Graciela Romer existen los "matrimonios que hacen política" y los "matrimonios políticos". En el juego de palabras hay una ironía y una auténtica diferencia. En el primer caso, la pareja tiene un vínculo amoroso y lo trasciende. El segundo es una puesta en escena con el fin de conseguir o conservar el poder.
La pareja presidencial, asegura Romer, cae en el primer casillero, mientras que la dupla Carlos Menem-Cecilia Boloco sería un arquetipo del segundo. Pero Romer también define como "matrimonio político" a los Clinton, la pareja con quien gustan compararse los santacruceños. "Hillary era una de las cien mejores abogadas de Estados Unidos, ganaba más plata que él y claudicó de su carrera para ser primera dama, mientras que Cristina Kirchner no claudicó de ser senadora. En los Clinton hay una asociación política más que una pareja."
Sinay acuerda con Romer y en su definición de "matrimonio político" explica por qué ve en Hillary y Bill Clinton un "uso mutuo" que no advierte, hasta el momento, en la pareja presidencial argentina.
El matrimonio, explica, es una empresa emocional en la que ambos invierten su capital afectivo para un crecimiento conjunto. En los norteamericanos, evalúa, había más bien "dos carreras paralelas" que ambos se empeñaron en mantener a cualquier costo.
El tema de la utilización política es interesante. Hablando sobre Evita, en una entrevista con el periodista Tomás Eloy Martínez, Perón admitió alguna vez: "La utilicé, por supuesto, como todas las personas que son utilizables y valen".
Las mujeres y la Patria
La historiadora, Lucía Gálvez, afirma que las dos mujeres más poderosas de la vida política argentina fueron Evita y Encarnación Ezcurra, la mujer de Juan Manuel de Rosas. Incluso, Encarnación comandaba la Mazorca -el ejército privado de Rosas- en ausencia del marido. También ella se encargaba de las "tareas sociales", por decirlo de algún modo. En el patio de su propia casa repartía, como Eva Perón, alimentos entre los pobres.
Autora del libro Las Mujeres y la Patria , Gálvez asegura que a las dos las frenaron sus propios maridos porque los fastidió que llegaran a tener poder propio. Estaban celosos de su brillo personal porque finalmente ellas inspiraron más amor que ellos. Hay un notable paralelismo -asegura- entre Evita y Encarnación: "Murieron jóvenes, tomaron las causas de sus maridos como propias y quisieron sacárselas de encima". El entorno le aconsejaba a Rosas que alejara a su mujer de los asuntos de gobierno: llegaron a sugerirle que la sacara, por un tiempo, de la ciudad. Un siglo después, Perón le pide a Evita que renuncie a la vicepresidencia.
"Perón me ha abandonado", es la frase de Evita que reproduce Alicia Dujovne Ortiz en su biografía. Y Gálvez acota: "La historia se calca"
Y mientras el presente se devela, el futuro -siempre- es una incógnita.
Lo que parece seguro es que Cristina no pasará inadvertida.