Un mundo libre de armas nucleares
El presidente de los Estados Unidos, al iniciar su primer mandato, transmitió la visión de un mundo libre de armas nucleares. Esa declaración, que fue uno de los fundamentos para que le otorgaran el Premio Nobel de la Paz, suponía la intención de promover el inicio de negociaciones con Rusia para dejar atrás la peor consecuencia de la confrontación Este-Oeste y reducir de manera sustantiva los arsenales nucleares existentes. También ese propósito perseguía poner en vigor el tratado que prohíbe las pruebas nucleares subterráneas y adoptar una convención que pusiera fin a la producción de material fisionable para armas nucleares. Lamentablemente, nada de eso ocurrió.
Por el contrario, los arsenales nucleares de Estados Unidos y Rusia iniciaron un acelerado y peligroso proceso de modernización y actualización tecnológica. Hoy, el armamento atómico en poder de ambas potencias es más letal, si cabe, que el conocido durante el siglo XX. El riesgo de utilización de un arma nuclear es mayor y creciente. La miniaturización de las ojivas nucleares y otras variantes flexibles de control de efectos radiactivos permiten que lo impensado pueda tener lugar. De hecho, se ha iniciado una peligrosa nueva generación de armas nucleares.
Tampoco la visión de Barack Obama avanzó en estos años para iniciar un proceso de negociaciones multilateral de desarme nuclear que incluyera a todos los Estados con este tipo de armas de destrucción en masa y limitaciones a los programas de armamento nuclear de China, Francia, el Reino Unido, la India, Israel y Paquistán. Durante su administración, lamentablemente se confirmó el nacimiento de un nuevo Estado poseedor de estas armas, Corea del Norte.
Han sido alentadoras, sin embargo, las negociaciones que pusieron límites al programa militar nuclear de Irán y evitaron, por el momento, un décimo país con armas nucleares. También que haya tenido lugar la visita del secretario de Estado, John Kerry, a Hiroshima. Es la primera vez -desde que se utilizó un arma nuclear en Nagasaki e Hiroshima- que una autoridad norteamericana clave pone pie en el epicentro de la aterradora explosión. Quizá sea el anticipo de una visita similar del presidente Barack Obama.
Es hora de que la comunidad internacional vuelva a poner como punto principal de la agenda internacional el desarme nuclear. Resulta urgente revertir la tendencia que revitaliza la centralidad de las armas nucleares en la visión de seguridad de las principales potencias militares. Corresponde replantear las doctrinas militares que prevén su uso ante la eventualidad de la supuesta característica menos letal que representa la modernización del armamento nuclear existente. También evitar que esta espiral vertical fracture el régimen de la no proliferación horizontal de las armas nucleares.
Los complejos desafíos que enfrenta el planeta no permiten seguir con la amenaza latente del uso del arma nuclear. Es de esperar que en los últimos meses de su segundo mandato el presidente de los Estados Unidos pueda restablecer las negociaciones de reducción de los arsenales con Rusia y volver a impulsar la aspiración original de un mundo libre de armas nucleares. Sería su mejor legado a la paz y a la seguridad internacionales.
Diplomático y ex vicecanciller argentino