Un mismo rostro para dos amores
Sobre La mujer y el espejo, de Eduardo Álvarez Tuñón
La idea central parece digna de un cuento fantástico. El protagonista de La mujer y el espejo, Martín Galdós, escribe guiones y se enamora de una famosa actriz de Hollywood, Aída del Carril. Pronto descubre que es una mujer un tanto superficial, enamorada de sí misma. Se van distanciando, y al fin él se va mientras ella no está. Un día cree verla en la calle y la interpela. Descubre que se trata de Adela Rodríguez, "doble de riesgo" de Aída, quien resulta una mujer más sensible y directa, con quien establece una nueva relación.
El argumento permite el asomo de temas como el doble (en este caso, la doble), los reflejos, la vida vivida y la especular. A su vez los nombres mezclan resonancias diversas: Martín Galdós tiene el apellido de un autor español, pero es un escritor argentino exiliado en México, donde Aída del Carril filma sus grandes producciones. La estrella tiene el apellido de una de las mujeres de Neruda. Sólo el nombre común de Adela Rodríguez no provoca mayores asociaciones.
La historia está basada en un caso real, que le ocurrió al tío del autor, el poeta Raúl González Tuñón, quien se había enamorado de la actriz Dolores del Río y, más tarde, de su doble de riesgo. En algún momento se lo contó al sobrino. A partir de esa base real que parece ficticia, Eduardo Álvarez Tuñón (Buenos Aires, 1957) respeta las tensiones múltiples dignas de un cuento y las lleva a la extensión de una novela, sin que se pierda el centro de resonancias múltiples ni las carambolas que ejecuta el trío central, al que se suma una serie de personajes secundarios bien dibujados.
Un acierto es no haber subrayado en exceso el carácter "nacional" de los entornos. Ni la ciudad de México ni Buenos Aires figuran con oropeles turísticos o informativos, ni rasgos demasiado típicos. Tampoco la información sobre el mundo de los "dobles de riesgo" pesa por sí misma, sino que se la desgrana lentamente a partir de lo que la historia requiere. Todo está contado por una tercera persona parsimoniosa, atenta al mismo tiempo a las resonancias entre fantásticas y metafísicas del relato y a la idea de que la existencia de dos seres idénticos puede deberse a una distracción de Dios.
La extensión le permite además a Álvarez Tuñón no cebarse en trazar personajes buenos o malos, honestos o perversos, sino en matizar a cada uno de ellos. Puesto a elegir, deplora con sobriedad el carácter un tanto cobarde del varón, acostumbrado a huir siempre hacia adelante. Un doble de Clark Gable o algunas figuras de la producción cinematográfica aparecen sin romper el tono básico de las palabras, minucioso y obsesivo a la vez. Empapado en él, el lector accede a una experiencia sutil y al mismo tiempo eficaz para revelar matices.
La nostalgia del país original, y la existencia de una madre y una hermana que apoyan a Galdós y lo reclaman cuando las condiciones políticas empiezan a aflojar, recuerdan la vida o algún relato de Julio Cortázar. La relación con la nueva mujer se va deshaciendo en hilachas, aun cuando lo acompaña a Buenos Aires, para representar a la actriz "verdadera" ante su familia. Ese mundo, la importancia de la actuación de otra vida, es otro aspecto de La mujer y el espejo.
En la cuarta parte de la novela, la final, aumenta el efecto acumulativo del simple paso del tiempo, sobre todo en un mundo tan atenido a la edad y la belleza como el del cine popular. Pasa a primer plano allí, mientras se desdibuja el del amor, el vínculo de la relativa amistad entre las dos mujeres, complicado por el trabajo de cada una de ellas. También el modo en que el "medio literario" argentino absorbe a Galdós con su total anuencia, una vez más mantenido en un tono en sordina, sin detalles anecdóticos. Quien lee, casi sin quererlo, percibe también en La mujer y el espejo la sombra bienhechora de Henry James. Todo colabora para redondear una novela construida con pulso seguro, que deja un resto entre melancólico y nostálgico, sin caer nunca en los peligros de exageración que el tema parecía sugerir en sus primeras páginas.
LA MUJER Y EL ESPEJO
Por Eduardo Álvarez Tuñón
Libros del Zorzal
285 páginas
$ 249