Un milagro para Alberto
El presidente Alberto Fernández viajó a Alemania a demostrar una vez más el amateurismo voluntarioso e insulso que caracteriza a la política exterior argentina. Para muestra basta ver como se abordó el tema soberanía de Malvinas con el primer ministro británico, Boris Johnson, en un encuentro casual sin charlas preparatorias a través de las distintas cancillerías, obviamente con resultados negativos para la Argentina con una respuesta contundente de Johnson. “Lo paró en seco”, dijo el canciller Santiago Cafiero sobre la actitud del Presidente frente al premier inglés, como si mostrando el carnet de guapo le diera mayor credibilidad a su demanda o alguna chance de éxito. La política internacional es solo una muestra más sobre cómo se maneja este gobierno, que ya se perdió en la niebla del poder, al punto que los suyos comenzaron a soltarle la mano al Presidente, sin importar que a la vista de todos quede desnudo de poder, solo y sin soluciones a los graves problemas que atraviesa el país.
Por supuesto, la primera en tomar distancia fue Cristina Kirchner, que el sábado próximo tendrá en Ensenada su acto peronista, en conmemoración de un nuevo aniversario de la muerte del general Perón, rodeada de intendentes, dirigentes y punteros peronistas de la provincia de Buenos Aires. Los mismos que se refriegan las manos por recuperar el manejo de los planes sociales, que de a poco le están quitando a las Organizaciones por orden de la Jefa, y que con entusiasmo nuevamente se están enfilando detrás de su figura. Serán ellos y La Cámpora quienes sostendrán la candidatura a senadora de Cristina en 2023, si ella decide serlo, por la imperiosa necesidad de contar con fueros parlamentarios ante el avance de causas judiciales que la comprometen y mucho, como Vialidad y los cuadernos de la corrupción. ¿Aplaudirán de pie los intendentes peronistas el sábado cuando Cristina critique la política económica del gobierno al que pertenece, aunque haga todo por no parecerlo? Será esa una señal para ver y analizar, porque marcará una fractura casi definitiva en el corazón del Frente de Todos y marcará el renacimiento de una Unidad Ciudadana más “cristinista” que nunca.
Cristina tiene esa potestad de otorgar poder en formato de planes sociales, y también sacarlos para dárselos a otros, de acuerdo a su conveniencia. En este caso, los perjudicados son las organizaciones sociales y los beneficiados los intendentes y gobernadores, así ordena la interna en beneficio propio, claro que lo hace utilizando una herramienta política, como es la ayuda social, que financia el estado, que pagamos todos, pero que beneficia políticamente al que la ejecuta. Es una vergüenza que con 40 años de democracia aún existan esas prácticas clientelares.
Los otros que parecen comenzar a tomar distancia del Presidente son los gobernadores peronistas, que hace un mes se reunieron y apoyaron el proyecto de reforma de la Corte Suprema de Justicia, donde el Presidente les prometió una corte de 25 miembros para que cada provincia pueda tener un representante y ejercer así influencia en el máximo tribunal, un proyecto “payasesco” si se pretende tomar en serio la autonomía de uno de los poderes de la república. En esa reunión ninguno dijo nada sobre la falta de gasoil que afecta desde hace más de un mes a todo el país, tampoco sobre la inflación galopante. Sin embargo, el viernes pasado se reunieron en el Chaco los llamados “Liga de Gobernadores y Gobernadoras” para irrumpir fuertemente en la interna del Gobierno. Catorce mandatarios provinciales del PJ y tres aliados expresaron un duro mensaje a la Casa Rosada por la escasez de gasoil y reclamaron “medidas específicas” para contener la inflación. Las demandas fueron más duras porque también exigieron injerencia en la distribución del manejo de los planes sociales.
Es sabido que cuando hay que afrontar elecciones con la falta de un líder que garantice el éxito y los deje ante la posibilidad de perder manejo territorial, en el peronismo se derriban todas las lealtades.
También se anotan en este éxodo del albertismo, que pareció pero que nunca existió, los dirigentes sindicales. La Casa Rosada anunció un acto este viernes, también para conmemorar la muerte del General Perón, en la CGT con la presencia del Presidente rodeado de sindicalistas, claro, omitieron avisarles a los anfitriones que tomaron de muy mala manera ese detalle. El martes en una reunión de mesa chica de la CGT la mayoría pidió no realizar el acto, cerrar las puertas al Presidente con la excusa de que cada sindicato ya tenía su acto propio armado. En estas horas hay negociaciones contra reloj con los más cercanos, como Gerardo Martínez de la Uocra, para que ese acto se realice. “Se cumplen 48 años de la muerte del General, y todos tienen su acto menos el Presidente, eso no puede ocurrir”, dicen con preocupación los fieles que rodean a Fernández. La preocupación va más allá, en la reunión de los “gordos cegetistas” algunos hasta plantearon llamar a un paro general porque el gobierno no dio respuesta a ninguna de sus peticiones, otros pidieron dejar pasar julio y en todo caso organizar una gran marcha en agosto. Finalmente el acto de realizará el viernes a las 17.30 en la CGT, pero con un clima no muy propicio para que el Presidente sea bienvenido. No hay principios tan invulnerables en este tipo de negociaciones.
En medio de este panorama de soledad, con la economía prendida fuego, Alberto Fernández encontró una manera de salirse del centro de la escena crítica y acompañado el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, quien nunca visitó a las víctimas de las violaciones a los DDHH durante la pandemia, viajó a Jujuy a visitar a Milagro Sala, que está detenida desde 2016, pero con los últimos dos años bajo arresto domiciliario. Allí cargó contra la justicia: “Le pido a la Corte Suprema que empiecen a enmendar las barrabasadas que se hicieron”, dijo.
Sala se encuentra detenida por la causa conocida como “Pibes villeros” por la que fue condenada a 13 años de prisión. Es por el desvío de $60 millones originalmente destinados a la construcción de viviendas sociales, pero que desaparecieron. La investigación forma parte de una “megacausa”, que investiga el desfalco de $700 millones entre 2011 y 2015, y que tiene imputadas a una veintena de personas más, incluyendo exfuncionarios provinciales. También está condenada a tres años de prisión por agresiones contra el actual gobernador Gerardo Morales. Y aún tiene otro procesos y denuncias en marcha. La justicia actuó con Milagro Sala, y respetó sus derechos, de hecho, el Tribunal de Justicia provincial la benefició cambiando fallos de primera instancia, como en la causa por “lesiones graves” contra Lucas Arias, en 2006, donde fue condenada a cuatro años de cárcel. Sin embargo, en 2020 el Superior Tribunal de Justicia de Jujuy hizo lugar a un recurso de inconstitucionalidad de la defensa y la sobreseyó.
Muchas de sus víctimas no tuvieron esa suerte, basta ver el documental de Pablo Racioppi, “Jujuy desoído” donde muestra como Sala se convirtió en jefa de la Tupac Amaru, una organización social con manejos criminales, constructora de viviendas del Estado, que se hizo dueña de todo el territorio, a costa de la explotación de los pobres. El resultado de los testimonios recogidos recorre un camino de corrupción, torturas, muerte, robo, violaciones, abusos de menores y estafas públicas y a privados.
En medio de una situación social y económica que tiene al país al borde del precipicio y frente al aislamiento político que le propician sus pares, elegir visitar a una dirigente social con esos antecedentes delictivos, mostrando que esa es su prioridad en la agenda de Gobierno en medio de este contexto tan convulsionado, no hace más que mostrarnos que el Presidente ya resignó la posibilidad de encontrar una salida de gestión a su patético laberinto político para aferrarse a la triste espera de un milagro.