Un llamado al recuerdo y al reclamo de justicia
“Decir presente” es la convocatoria de la embajada de Israel para conmemorar un nuevo aniversario del horror que significó el atentado a la sede diplomática ocurrido el 17 de marzo de 1992 en Buenos Aires.
El significado de las palabras elegidas es una invitación que va mucho más allá de confirmar nuestro compromiso con la memoria.
Me siento impulsado a interpretar la consigna como un llamado necesario al recuerdo y homenaje, como también a describir y reconocer la realidad que nos envuelve hoy, nuestro “presente”, 29 años después, dejando fluir los sentimientos que experimentamos y las reflexiones que ocupan nuestras mentes cuando la falta de justicia nos deja en orfandad.
Dice Fernando Aramburu en su monumental obra Patria: “No se te ocurra construir tu vida sobre la mentira y el silencio, es lo peor te lo aseguro”.
El presente que habitamos nos dice que el atentado sigue ocurriendo, la bomba continúa explotando, su onda expansiva nos arrastra y avasalla permanentemente.
Un aquí y ahora que encuentra a las víctimas clamando, desde el silencio de sus tumbas, la justicia que no ha llegado tanto por omisión como por decisión, y a los familiares sintiendo una y otra vez el dolor más profundo, inexplicable e intransferible, que los deja en soledad y carentes de respuestas cubiertos por el impiadoso manto de la impunidad.
El terrorismo fundamentalista es cruel, no tiene reparos, es implacable, en su locura alimentada del odio más visceral necesita de la destrucción de todo lo que se le opone. La mala política, indolente e insensible enquistada en distintos estamentos de poder y decisión lo complementa y así, ambos construyen este presente de enojo y tristeza, de frustración y desconcierto. La realidad de hoy deja vacíos los discursos y las expresiones de solidaridad.
Hoy, 29 años después, levanto la voz una vez más para que nuestro presente sea mejor, ayudándonos a construir un futuro distinto.
Me opongo al olvido porque fuimos todos atacados aquel 17 de marzo como lo fuimos luego el 18 de julio de 1994 en el edificio de la AMIA/DAIA, aunque no haya conciencia de ello, y porque olvidar es darles el triunfo a los fanáticos asesinos y sus cómplices.
Digo presente porque la indiferencia es una perversidad que se nos vuelve en contra infligiéndonos un autodaño de forma ininterrumpida.
Permanecer al margen ante los desafíos que enfrentamos es indefendible.
Una vez más digo presente sumándome a una cadena infinita de hombres y mujeres que también lo estarán, con un alto compromiso cívico, democrático, de convivencia pacífica, y convencidos de que no abandonaremos la lucha dignificando la vida cada día de nuestra existencia.
Exsecretario de Derechos Humanos de la Nación. Presidente Honorario del Museo del Holocausto