Un gobierno donde nada es lo que parece
“Pobre Alberto, lo que le tocó pasar durante su gobierno”. (De Alberto Fernández)
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Estamos frente a un caso único en la historia argentina: la reelección de un gobierno, pero no de su presidente, sino de un muleto de la misma gestión que tendrá que ver cómo ventea la crítica de lo mal hecho y trata de destacar los logros, que parecen escasos. Es una extraña continuidad que se presentará como una diferencia. Es el mundo del kirchnerismo-camporismo-peronismo, donde nada es lo que parece.
Si cree que exagero es porque no le prestó atención a la 68ª Convención de la Cámara Argentina de la Construcción cuando Alberto Fernández, además de abrazarlo y besarlo, presentó a Sergio Massa, el “candidato de la unidad” aunque le duela a Juan Grabois, como su continuador en la Casa Rosada. Fue un alivio para el ungido que no se haya quedado a escuchar el discurso del adiós de Fernández.
“Escucho decir también ‘bueno, pobre Alberto, lo que le tocó, no pudo hacer lo que debía hacer”, dijo Fernández como para justificar que el elefante incontinente que lo abrazó el 10 de diciembre de 2019 no logró superar su cuadro clínico al menos hasta hoy. Es una pena que Fernández no haya advertido aún todo lo bueno que tuvieron para él, y no para los ciudadanos, sus casi cuatro años de gobierno.
Vaya aquí un sucinto recuento de sus hitos ineludibles. Puso en valor el uso de las filminas durante la pandemia, aun cuando sus datos eran inexactos y casi siempre desmentidos. Firmó un decreto por el cual nadie podía salir de su casa, ni a sacar el perro a la calle, pero celebró con amigos, fotos y videos el cumpleaños de su “querida Fabiola” en la residencia de Olivos. Fue el único presidente que usó un megáfono en la verja de la Casa Rosada para contener el descontento de los seguidores de Maradona, a quienes el propio Fernández había convocado para darle al “10″ el adiós final. Sorprendió a Dylan con un viaje en helicóptero a Chapadmalal para que conociera el mar. Fue un improvisado arquero en Mar de Ajó, donde en camisa, pantalón de vestir y mocasines intentó atajar un penal y quedó tendido en la arena. Y hasta sostuvo su capacidad de compositor en pandemia y nos deleitó con un pegadizo éxito, injustamente olvidado: “Si me pierdo, yo me encuentro/si me caigo, me levanto”.
Es cierto que no pudo hacer lo que debía hacer por el país. Hay que entenderlo, estaba distraído gozando de sus propios intereses. Seguro que después de entregar la banda presidencial da las recetas de lo que se debe hacer.