Reseña: Cuentos completos, de Evelio Rosero
Un explorador de la forma cuentística
Los Cuentos completos de Evelio Rosero (Bogotá, 1958), uno de los escritores colombianos más reconocidos de hoy, están divididos en cuatro partes: tres de relatos extensos, y una final de "cuentos cortos". La primera sección, "Desnudas", reúne historias con mujeres que justifican la doble mención de Gabriel García Márquez en la solapa, tan inevitable y pesada en la literatura colombiana como la de Borges en la Argentina. Son relatos largos, que exageran con gusto, en un tono asimilable a Las mil y una noches, como ocurre en "Juega el amor", donde una dama bella apuesta su cuerpo al ajedrez y gana siempre. O en la tenebrosa y robusta "peluquera de niños" del cuento homónimo. O en el canibalismo animal de "La mujer que se comió a su lora".
Menos estruendosos y más personales son los textos de "Bogotanos", la segunda parte. Es un fantástico lento y asfixiante, como en "Se vende cama". O verbal y repetitivo, en "Con los zapatos desamarrados". La capital colombiana envuelta en niebla, doblada sobre sí misma, llena de recovecos, se impone como una Londres latinoamericana. La imaginación desbocada vuelve en la tercera parte, "Figuraciones", ya desde los títulos: "Muerte y meditaciones de un hombre lobo que se enamoró de su víctima" o "La vaca muerta".
Los más de treinta "Cuentos cortos" muestran a un buceador de la forma, que esquiva el exceso de chistes y juegos de lenguaje tan comunes en los microrrelatos. Son sorpresivamente densos, compactos. Valga el ejemplo del personaje que, apuntándolo con un arma, le dice al lector: "Abre bien los ojos, esto no es un cuento".
Cuentos completos, Evelio Rosero, Tusquets, 231 páginas, $ 739