Un “Estado Ipanema” para la Argentina
El martes pasado, en una charla con el G6 en Buenos Aires, Felipe González caracterizó el tipo de Estado que todo país necesita para tener una economía competitiva y una adecuada provisión de bienes públicos como “delgado, ágil, sin nada de grasa y que no se le noten los huesos”. Para lograrlo volvió sobre la necesidad de un Pacto como fue el de La Moncloa en España, que facilitó los acuerdos básicos necesarios para caminar en esa dirección a la hora de definir los grandes ejes de las políticas públicas.
Estado en modo Ipanema y acuerdo político son dos condiciones que hoy parecen inalcanzables para la Argentina. El Estado argentino hoy vendría a ejemplificar la antítesis de lo que Felipe González llama, un “Estado Ipanema”. En los últimos 40 años ha aumentado su participación en el PBI del 25% al 40%. La economía está desquiciada, el riesgo país está arriba de los 2.500 puntos, la inflación anual ya es de tres dígitos, la pobreza alcanza al 40% de la población y al 50% de los niños. La educación pública ha perdido toda la calidad que supo tener y lo mismo ocurrió con la salud pública, con la seguridad y en general con todas las actividades desempeñadas por la administración pública.
Pensar en un acuerdo político en la Argentina tiene dos problemas. En primer lugar, solo hay un conjunto de actores políticos que están dispuestos a discutir respetando el contexto, el marco que define la Constitución nacional. Por otro lado, hay otro conjunto de actores que más por omisión que por convicción se encolumnan detrás de Cristina Kirchner, quien plantea un conjunto de cambios que trascienden el marco de la Constitución. Ahí tenemos un primer obstáculo para el acuerdo político.
El otro obstáculo para construir un acuerdo político es que las fuerzas políticas aún no han hecho explícitos los objetivos y las consecuentes políticas con las cuales piensan enfrentar y superar el derrumbe de la sociedad y la economía argentina.
En este contexto, entonces, por ahora no podemos pensar en construir un “Estado Ipanema” como nos sugiere Felipe González. El Gobierno no está para grandes objetivos. El experimento Massa, en eso se resume el gobierno actual, tiene como único y complejo desafío llegar a diciembre del 23. Cómo llega la Argentina a ese momento resulta fundamental a la hora de evaluar las posibilidades que tendrá el próximo gobierno para construir un proyecto exitoso.
Massa está intentando cumplir con las metas del programa económico con el FMI. Esa intención es todo lo que podemos esperar del Gobierno de aquí al fin de su mandato. Por el bien de la Argentina, ojalá Massa tenga éxito, porque el escenario alternativo es mucho peor.
Ahora bien, lamentablemente, ninguna de las medidas que se están instrumentando, resultan sostenibles en el largo plazo. Por ejemplo, bajar las jubilaciones a través de una inflación acelerada. Todo es improvisación, humo, presentar como nuevas medidas a políticas de los más variados controles de precios, sofisticados mecanismos para controlar la asignación de dólares, etc. Todo atado con alambre.
En este contexto, el mejor escenario con el que se puede llegar a fin del mandato es con una inflación de 3 dígitos, con las jubilaciones en su mínimo histórico y la economía en una recesión más o menos fuerte producto de las consecuencias de la sequía y del resultado de las elecciones PASO (si es que no se suspenden).
Si el Gobierno perdiera por una diferencia importante las elecciones de agosto próximo eso significaría, paradójicamente, una mejora por las expectativas de un cambio de gobierno. Nadie puede imaginar que un nuevo gobierno pueda ser peor que éste.
Ese escenario puede parecer desolador, pero hay una alternativa mucho más preocupante y es que se termine de romper el Frente de Todos y que Cristina Fernández de Kirchner, en respuesta a los procesos judiciales que la van horadando, directamente pase a la oposición franca de su propio gobierno. En ese escenario la crisis económica se precipitaría y seguramente tendríamos que ir a elecciones anticipadas con una economía descontrolada, lo que significaría más dificultades para un próximo gobierno.
Ipanema por ahora no. Estamos mal, pero podríamos estar mucho peor. Si llegamos a diciembre de 2023 sin una crisis terminal, el próximo gobierno tendrá más posibilidades de construir un proyecto exitoso.
Magíster en filosofía de la economía de la Universidad de Cambridge y especialista en políticas públicas