Un entretenimiento algo dañino
Cuando apareció el televisor color, muchos adultos se preocupaban al ver a sus hijos pasar muchas horas frente a la pantalla. Décadas más tarde, llegaron los smartphones y las tablets, la pantalla se volvió portátil y la exposición a estímulos, mucho más extensa. Surgió un nuevo estilo de vida: la posibilidad de un entretenimiento casi constante.
La sociedad pasó, sin darse cuenta, de hacer foco en la educación a hacer foco en el entretenimiento. El mismo niño que juega enérgicamente con su cartuchera sin prestar atención en clase; en su casa, puede pasar horas concentrado con sus ojitos bien abiertos, inmerso en un videojuego donde debe matar a su contrincante. Estamos criando niños entretenidos. ¿Pero cuáles son los costos de este entretenimiento?
Durante el reinado de la TV, al menor se lo intentaba proteger (había un horario de protección al menor que solía ser respetado), se evitaba exponerlo a imágenes de violencia, sexo, lenguaje inapropiado, desnudez o consumos de drogas o alcohol. Ahora, en cambio, el smartphone o tableta expone al menor a cantidad de estímulos diversos y muchas veces el niño posteriormente presenta variaciones en su comportamiento, una tendencia a la hiperactividad o agresividad. Un exceso de exposición a determinados estímulos puede alterar a los menores, por eso históricamente los contenidos audiovisuales han sido rigurosamente clasificados por edades, especialmente en el cine.
Según Unicef, la gran mayoría de los niños y adolescentes juegan a videojuegos online, sin embargo, en estos juegos la violencia está naturalizada.
Un artículo publicado por The Lancet, titulado “Violencia en pantalla: una amenaza real para la salud mental de niños y adolescentes” https://www.thelancet.com/journals/lanam/article/PIIS2667-193X(23)00047-9/fulltext sugiere que “los videojuegos se asocian con conductas agresivas en niños, adolescentes y adultos jóvenes, tanto a corto como a largo plazo”. Aunque otros factores también desempeñan un papel en el desarrollo de la agresión.
El acceso inmediato a contenidos violentos ha aumentado exponencialmente, asegura la publicación de marzo de 2023 https://doi.org/10.1016/j.lana.2023.100473 “La exposición a contenido violento puede disminuir la empatía y provocar un aumento de pensamientos agresivos, ira y comportamiento agresivo. Un metaanálisis de 24 estudios de Canadá, Estados Unidos, Alemania, Japón, Países Bajos y Singapur concluyó que participar en videojuegos violentos estaba relacionado con la agresión… A pesar del impacto negativo de la violencia en las pantallas sobre el comportamiento, poco se ha hecho para reducirla, particularmente en niños y adolescentes.”
Es sabido que en internet están disponibles los controles parentales https://www.argentina.gob.ar/justicia/convosenlaweb/situaciones/controles-parentales (aplicaciones para que los buscadores y plataformas sólo ofrezcan contenidos adecuados por edad), pero la clasificación por edades del algoritmo dudo se asemeje a la clasificación realizada por un profesional. “Los controles parentales se pueden activar en: celulares, computadoras, tabletas, televisores inteligentes, servicios de streaming, redes sociales, consolas de videojuegos, videojuegos”. El problema es que el contenido que la aplicación considera adecuado para el menor puede no coincidir con el criterio de un especialista en salud mental. Si bien algunas aplicaciones permiten, entre otras cosas, filtrar ciertas páginas web y limitar el tiempo de uso de los dispositivos, el criterio para determinar qué calidad y cantidad de estímulos son adecuados para cada edad, no está claro en el mundo tecnológico. Según The Lancet, “es probable que la violencia en las pantallas sea más difícil de abordar que otras cuestiones comerciales, como el tabaco y el alcohol, porque el contenido de las pantallas puede llegar a continentes en cuestión de segundos, prácticamente sin barreras ni tiempo para filtrarlo”.
La clasificación de contenidos por edades, tanto de videojuegos, como de contenidos audiovisuales en general, es un área que aún no se ha desarrollado en profundidad en el mundo virtual. Dada la cantidad de piezas audiovisuales que se encuentran online, la clasificación por edades sería imposible de realizar de modo adecuado por una máquina. Por tal motivo, la presencia y supervisión de un adulto responsable es indispensable siempre que el menor esté con un dispositivo en mano.
The Lancet señala que “en la década de 1970, la industria de la televisión en Estados Unidos presionó al gobierno estadounidense para que excluyera a destacados investigadores en psicología de un comité que estaba destinado a estudiar los efectos de la violencia televisiva en el comportamiento y la salud mental. Esto se asemeja a una de las estrategias tradicionalmente utilizadas por las empresas tabacaleras para oponerse a las políticas sanitarias poco amigables: distorsionar la ciencia. Sin duda, hay una gran cantidad de dinero en juego. Se espera que el valor de los ingresos globales en el segmento de televisión, vídeo, videojuegos y servicios de Internet de banda ancha combinados superen ampliamente al valor del mercado mundial del tabaco.”
Se necesitan urgentemente más medidas para regular el contenido online. Asimismo, postergar lo más posible el uso de dispositivos durante la infancia, porque si bien estos se han puesto de moda y son impulsados comercialmente, no son necesarios. Antes, con un papel y lápices, los niños podían pasar toda una tarde, ahora la mayor parte del tiempo libre, presionan teclas, escribir a mano es una costumbre que está quedando fuera de práctica. Los investigadores en neurociencias, Ruud Van der Weel y Audrey Van der Meer aseguran que escribir a mano puede aumentar la conectividad cerebral y los patrones de conectividad son cruciales para la formación de la memoria y para codificar nueva información y, por lo tanto, son beneficiosos para el aprendizaje. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2023.1219945.
Una hoja en blanco y un lápiz, además de favorecer el desarrollo de la motricidad fina, podrán otorgar un elevado grado de libertad de expresión y originalidad.
Licenciada en Psicología