Un enfoque disruptivo para reducir la pobreza en la Argentina
La sustentabilidad tiene como definición conceptual “la generación de riqueza que enriquezca a su vez a la comunidad y al medioambiente”. En el consenso global que definió los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 “Fin de la Pobreza” se encuentra en primer lugar, a pesar de ser uno de los que más lejos se encuentra de cumplirse.
Si hacemos foco en nuestro país nos encontramos con 18.500.000 argentinos pobres, según la medición limitada a los conglomerados urbanos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec. En el mundo los pobres superan los 4000 millones de personas, más del 50% de la población global, según mediciones del Banco Mundial anteriores a la pandemia.
Este escenario convive con ayuda en abundancia; solo en nuestro país el Presupuesto Nacional 2024 del Ministerio de Economía de la Nación proyectaba para invertir en seguridad social y pomoción y asistencia social $35 billones (35.000.000.000.000 de pesos) mientras que en el mundo hay -según ONU Voluntarios- 3000 millones de personas que dedican su tiempo, energías y esfuerzo para mejorar la vida de quienes están en situación de pobreza.
¿Por qué no se reduce la pobreza?
Encontrar indicadores tan altos de pobreza en un mundo rico y comprometido nos lleva a pensar que quizás la forma en que ayudamos no es la apropiada.
En la búsqueda por reducir la pobreza nos encontraremos con una tendencia marcada por el dinero y la sustitución; ofrecer dinero para resolver la pobreza -filantropía y sus tantas variaciones- facilita la satisfacción de las necesidades básicas pero no consigue el abandono de la pobreza. Lo mismo ocurre con el voluntariado -sustituir a quien no está en condiciones de lograr algo, haciéndolo por él y entregándole el resultado- que facilita la satisfacción de necesidades sin resolver la pobreza.
Por este camino estamos siendo amables al aportar diferentes grados de “confort” a la pobreza; pobreza que reclama ser reducida hasta llegar tan cerca de cero como sea posible.
La riqueza no se comparte ni distribuye, se genera
Para abandonar la pobreza tenemos que lograr que quienes hoy son pobres dejen de serlo; eso significa que se transformen en ricos (considerando “rico” -por oposición a “pobre”- a quien es capaz de generar los recursos necesarios para subsistir sin privaciones y tiene una capacidad de ahorro asociada con su decisión de progreso). Solo la capacidad de generar recursos con autonomía nos permite recorrer -en forma sostenible y creciente- el camino de la prosperidad; sin dependencias y sin retrocesos.
Es por esto que se hace necesario modificar la forma en que ayudamos ya que la ayuda solo es tal cuando genera un cambio para mejor, sostenible; por cierto la ayuda toma esa condición cuando, luego de ser aplicada, deja de ser necesario repetirla -con excepción de que se trate de una asistencia, la cual debe tener un final tan cercano como sea posible-.
Cinco pasos para abandonar la pobreza
Tomemos un ejemplo cotidiano; Juan, un joven que se instala frente a un semáforo e intenta limpiar los parabrisas de los autos que se detienen a cambio de una moneda es alguien que demuestra determinación, voluntad, energía, resiliencia… cualidades valoradas por cualquier organización cuando busca empleados con potencial. El joven del ejemplo intenta limpiar parabrisas porque no dispone de los talentos para intentar otro camino para generar recursos.
Si creemos que hay opciones, si estamos dispuestos a ayudarlo a abandonar la pobreza que lo limita; a continuación hay 5 pasos para lograrlo.
Primer paso: diálogo. Necesitamos dialogar por dos razones: la primera es saber si Juan acepta la ayuda y, en especial si está dispuesto a poner su parte de esfuerzo y dedicación para lograr el cambio que le facilitaremos. En segundo lugar para descubrir cuál es su pasión ya que no podemos ayudar a que alguien cambie para ser lo que no desea ser, para perseguir un sueño en el que no cree, para avanzar por la vida sin pasión.
Imaginemos que del diálogo surge que Juan desea ser pintor; un oficio digno que lo entusiasma y con el que se encuentra cómodo e ilusionado por el cambio que representaría para su futuro.
Segundo paso: búsqueda de talentos. Tenemos que convocar a quienes tienen los talentos vinculados con el oficio de pintor, y están dispuestos a compartirlos. Estos suelen estar en empresas, donde los talentos están enfocados en la generación de recursos y donde las personas que trabajan tienen la necesidad de desarrollar talentos que no suelen aplicar en sus tareas habituales. Para las empresas, desarrollar estos talentos “latentes” genera fidelización y permite retener a los mejores, sumado al hecho de que cuando se comparten los talentos se desarrollan, beneficiando a todos los involucrados.
Tercer paso: compartir talentos. Juan es contratado como aprendiz en una obra -en lo posible en una obra comunitaria dentro de su zona de influencia para que pueda ser usada como testimonio de su nueva pericia-, se le entregan los materiales necesarios y un experto en enduido le transmite los secretos de su labor, luego un especialista en lijado hace lo propio, a continuación comparte sus talentos con Juan quien sabe todo lo vinculado con la primera mano de pintura, luego quien se especializa en el acabado final hasta que el trabajo queda en perfectas condiciones y la transmisión de talentos concluye con resultado satisfactorio.
Lo anterior es necesario, pero insuficiente para lograr lo que nos proponemos. Necesitamos convocar a quien comparta con Juan sus talentos financieros para que sepa cómo abrir una cuenta, cómo cobrar y cómo pagar. Quien comparta sus talentos en el área de marketing para que sepa cómo ofrecer su nuevo oficio, cómo hacer un volante que lo promocione, cómo fijar un precio acorde con su talento. Quien comparta sus talentos vinculados con los recursos humanos para que, el día que Juan necesite un ayudante sepa según qué criterios elegirlo, cómo pagarle. Quien comparta sus talentos legales para que sepa cómo hacer un acuerdo con quien lo contrata y cuáles son sus derechos y obligaciones.
Cuarto paso: validación social. Cuando Juan está en condiciones de generar riqueza sin dependencias va a encontrar en su entorno un obstáculo: la convicción de que no hay forma de salir adelante -porque ya han sido muchos los que lo han intentado antes sin logarlo-. El entorno en ambientes vulnerables suele reaccionar como una suerte de “agujero negro” que busca “atrapar” a quienes intentan un cambio invocando la frustración que implica intentarlo. Esto se resuelve con una fiesta comunitaria en donde referentes de la comunidad -deportistas, músicos, celebridades locales…- validen el esfuerzo y la decisión de Juan -en este caso- frente a su comunidad. Resuelto este punto el progreso de Juan no solo no tendrá límites sino que encontrará quienes lo estimulen a seguir avanzando.
Quinto paso: comunicación. La ayuda debe ser puesta en evidencia, los cambios positivos deben ser mostrados, el progreso debe ser comunicado por varias razones: para evitar que se malinterprete, para que pueda ser tomado como ejemplo, para que sirva como estímulo por quienes no estaban al tanto de lo que ocurre, para que pueda ser capitalizado por todos los involucrados. Hay un prejuicio que transforma en “clandestinas” las acciones de ayuda, quizás por humildad, quizás por modestia. Lo cierto es que lo que no se comunica no existe y necesitamos que cada día existan más personas que abandonen la pobreza.
Son solo cinco pasos, es solo un camino mejorable; te invito a recorrerlo, a modificarlo, a versionarlo adaptándolo a tu realidad. Pero por favor no dejes de intentarlo; un mundo donde haya un solo pobre será siempre un mundo pobre.
Experto en sustentabilidad, autor de Lazos Comunicantes y Ayuda sustentable