¿Un despertar nuclear en la Argentina en la era de la IA?
En un giro que marca el resurgimiento de la energía nuclear, Estados Unidos ha tomado una decisión trascendental: la reapertura de la central de Three Mile Island, otrora símbolo de los riesgos asociados a esta tecnología. Este movimiento audaz refleja un cambio en la percepción pública y también subraya la creciente demanda energética en la era digital. Así, la propietaria de la planta situada en Pennsylvania, Constellation Energy, ha sellado un acuerdo de suministro eléctrico por dos décadas con el gigante tecnológico Microsoft.
El resurgir atómico como fuente de energía responde a una confluencia de factores. La proliferación de vehículos eléctricos, el auge de la manufactura doméstica y, de manera particularmente notable, la expansión exponencial de data centers que alimentan la revolución de la Inteligencia Artificial (IA), han puesto de manifiesto la apremiante necesidad de fuentes de energía robustas y confiables. En este contexto, la energía nuclear emerge como una opción cada vez más atractiva, ofreciendo una generación constante y libre de emisiones directas de carbono.
En efecto, el renacimiento nuclear se sustenta en pilares que responden a las exigencias contemporáneas. La necesidad de descarbonización ha posicionado a la energía nuclear como un aliado imprescindible en la lucha contra el cambio climático. La volatilidad geopolítica, exacerbada por conflictos como la invasión rusa a Ucrania, ha puesto de relieve la importancia estratégica de la independencia energética. Paralelamente, la innovación tecnológica, ejemplificada por el desarrollo de los reactores modulares pequeños, podría revolucionar el sector, presentando alternativas más seguras, flexibles y económicamente viables.
En el escenario global, observamos tendencias prometedoras. Mientras países como Francia mantienen su compromiso histórico con la energía nuclear, otros, como Japón, están reactivando gradualmente sus reactores. China, por su parte, lidera la expansión nuclear a nivel mundial, albergando casi la mitad de los más de 50 reactores actualmente en construcción.
El panorama global de revitalización nuclear ofrece a la Argentina una ventana de oportunidad histórica. El presidente Javier Milei ha declarado sin ambages: “Quiero que Argentina sea el cuarto polo de inteligencia artificial del mundo”. Esta visión ambiciosa podría posicionar al país en la vanguardia tecnológica, pero también plantea desafíos energéticos significativos. En consecuencia, la apertura de nuevas centrales nucleares proporcionaría la energía necesaria para alimentar las ambiciones tecnológicas del país. También serviría como un catalizador para la innovación en el sector energético.
Para esto es crucial primero abordar las preocupaciones que aún persisten sobre la energía nuclear. James Lovelock, científico independiente, ecologista y creador de la hipótesis de Gaia, afirmaba: “La oposición a la energía nuclear se basa en un miedo irracional alimentado por la ficción al estilo de Hollywood, los grupos de presión ecologistas y los medios de comunicación. Estos temores son injustificados, y la energía nuclear, desde su inicio en 1952, ha demostrado ser la más segura de todas las fuentes de energía”. Esta perspectiva, respaldada de hecho por datos empíricos, nos insta a reevaluar nuestras percepciones sobre la energía nuclear.
La realidad es que la energía nuclear moderna es significativamente más segura y eficiente de lo que comúnmente se cree. Como señala el físico español Manuel Fernández Ordóñez, incidentes como Fukushima y Chernobyl, frecuentemente citados por los detractores, deben ser contextualizados adecuadamente. Fukushima no ha ocasionado muertes directas en más de una década, mientras que Chernobyl fue el resultado de prácticas que serían ilegales en cualquier país occidental moderno. De hecho, Fernández Ordóñez argumenta que “Si Chernobyl es algo es una oposición al comunismo y no a la energía nuclear”, subrayando cómo las deficiencias inherentes al sistema comunista soviético, con su desprecio por la seguridad y la transparencia, fueron las verdaderas culpables del desastre, más que la tecnología nuclear en sí misma.
En conclusión, la sinergia entre IA y una renovada estrategia energética nuclear podría catalizar un ciclo virtuoso de innovación y crecimiento económico. Al proporcionar una fuente de energía estable y abundante, el país atraería inversiones sustanciales en el sector tecnológico y, simultáneamente, impulsaría el desarrollo de una industria nuclear de vanguardia, posicionándose como líder en innovación energética.
CEO de Somos Innovación y Presidente de la Fundación Internacional Bases.