Un desafío histórico para la sociedad
En nuestro querido país hay muchos problemas que coexisten, siendo el más urgente y que remite a la situación más desafiante que enfrentamos, el control y la superación del coronavirus. Hoy en día muchos países que no tienen acceso a información fidedigna sobre los casos que se registran son víctimas de organismos que manipulan estadísticas. Es por ello que a los gobiernos se les complica tomar decisiones contundentes para atacar la pandemia de un modo eficiente.
Basado en la evidencia reciente –tal como muchos prestigiosos investigadores internacionales han expresado– es incuestionable que los mecanismos preventivos –y entre ellos el más destacado: la prevención del contacto personal (al que se le ha asignado un neologismo: social distance o human distance) combate los focos de mayor contagio exponencial del virus. Esa evidencia emplaza en un lugar clave a nuestros gobernantes y a la sociedad toda, desafiándola a cumplir con indispensables recaudos. El Gobierno debería aprovechar la oportunidad estratégica, geográfica y climática de que en la Argentina la pandemia aún no acosa irremediablemente ni se desarrolló como en otros países, donde el inmediato resultado del descontrol es el colapso del sistema de salud, muertes, desabastecimiento y miles o millones de enfermos con un panorama oscuro acerca de su recuperación. Es una cuestión de días.
El Gobierno, sin ningún recelo debe liderar, ordenar y coordinar de inmediato estas medidas y acciones con las autoridades de nuestros países vecinos y así transmitirlo a sus ciudadanos para que la concientización social sea la auténtica herramienta para prevenir, aislar y erradicar esta moderna maldición. Si de verdad se quiere superar grietas, lo primero es identificar puntos de coincidencia, y he aquí uno que no deja afuera a nadie. Hoy los argentinos nos encontramos ante el mayor desafío social de nuestra historia: ser solidarios, inteligentes y eficientes en el combate común de esta pandemia. Evitar el contacto personal superfluo es indispensable para contener la propagación del virus; ha de reconocerse que es también una lucha contra arraigadas costumbres de nuestro pueblo, pero va a ser un logro en el camino de la solidaridad, generadora de cambios y fortaleza de nuevos hábitos sociales.
Esto es un llamado a que nos demostremos a cada uno de nosotros y a la sociedad misma nuestra capacidad de priorizar las urgencias, de unirnos organizadamente y cuidarnos individual y colectivamente. Erijámonos en un ejemplo global. Los recursos económicos que se están utilizando en el mundo para intentar paliar la pandemia no son solución suficiente. Se requiere que cada individuo tenga una conducta responsable y solidaria, y el Gobierno, una política decidida y eficiente.
Abogado