Un debate que nos debemos
Una serie de tragedias ha conmovido últimamente a los argentinos. El temporal que azotó La Plata y Buenos Aires, la tragedia ferroviaria de Once, el incendio de Cromagnon, son posiblemente los que más permanecen en la memoria, pero hay muchas tragedias diarias que golpean a distintos sectores de nuestra sociedad y que, para quienes son sus víctimas, son tanto o más relevantes que los episodios más conocidos.
Si bien siempre es factible encontrar una causa inmediata -la naturaleza, las fallas humanas, el incumplimiento de los deberes de funcionarios públicos, etcétera-, convendría preguntarse si no hay otras causas mediatas y sistémicas. ¿Es posible que todas las casualidades negativas se hayan concentrado sobre nuestro país y en los últimos años? ¿Hemos sido castigados con las siete plagas del Apocalipsis? ¿Por qué nos pasa lo que nos pasa?
Confieso que no tengo respuestas: de ahí el título de la nota. Tampoco creo que nadie, individualmente, la tenga. Como en la fábula del elefante y los ciegos, cada uno opina según el lugar en que se encuentra. Pero creo que éstas y otras preguntas quizá sirvan para saber cuáles son las cuestiones que deberían ubicarse al tope de las preocupaciones de los argentinos y a las cuales deberíamos dedicar los mayores esfuerzos dialécticos hoy malgastados en cuestiones de menor envergadura. El debate colectivo debería llevarnos a una síntesis que permita evitar la repetición de estas desgracias.
En la Argentina hemos tenido servicios públicos en manos del Estado y en manos privadas. Salvo alguna honrosa excepción han sido un fracaso en ambos casos. En Suiza, los ferrocarriles son estatales y funcionan como un reloj. Los trenes metropolitanos en Japón son privados y no tienen nada que envidiar a los suizos. En la Argentina, son deficientes tanto los públicos como los privados.
Aerolíneas, en manos del Estado, es deficitaria y deficiente. En manos privadas no sólo era superavitaria, era una vaca lechera que fue vaciada en beneficio de sus adquirentes.
Hoy celebramos como un gran avance el haber reemplazado en la línea A los vagones que databan de 1910. Santiago de Chile careció de subterráneo hasta 1975. Hoy cuenta con una extensión de 103 km y transporta 2.300.000 pasajeros diarios, o sea, niveles similares al nuestro para una población mucho menor y con un servicio veloz, limpio y cómodo. Fue iniciado bajo el gobierno de la Democracia Cristiana, inaugurado por el gobierno militar y ampliado por los gobiernos civiles posteriores.
Los argentinos nos enorgullecemos de tener un museo como el Malba. ¿Alguien recuerda hoy la feroz oposición que enfrentó dicho proyecto por parte de connotados vecinos que sólo cedieron cuando su fundador amenazó con llevar su muestra a Montevideo o a Río de Janeiro?
Los argentinos nos destacamos, pero individualmente y, sobre todo, fuera del país. Aquí nació el mejor jugador del mundo, pero se desarrolló en el exterior. César Milstein también nació en este país, pero desarrolló su carrera en Gran Bretaña. El papa Francisco es argentino y el único país del mundo donde surgieron críticas contra él fue... la Argentina.
Una excepción es Maradona. Quizá porque conjuga todo lo que se necesita para ser exitoso en la Argentina (incluyendo hacer un gol con la mano).
Argentinos son los dos mejores jugadores de la historia del fútbol, pero para nosotros lo más importante es determinar cuál de los dos es el mejor.
Como puede verse, no tengo respuestas a los interrogantes, pero sí algunas hipótesis sobre cuáles podrían ser y cuáles definitivamente no lo son.
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