Un cuarto de los votantes de Alberto Fernández se ha decepcionado con su gobierno
La desconfianza en la capacidad del gobierno nacional para reactivar la economía y generar empleos alcanza a muchos de quienes lo votaron dos años atrás
- 5 minutos de lectura'
El 55% de la población del conurbano bonaerense no llega a fin de mes, está endeudada, frustrada y tiene expectativas negativas sobre el desempeño de la economía. Y un cuarto de las personas que votaron al Frente de Todos en las elecciones presidenciales de 2019 se siente decepcionado con la gestión de Alberto Fernández; a su vez, el 80% de esos habitantes del Gran Buenos Aires posee una imagen positiva del jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta.
A pesar de que la mayoría de la población del Gran Buenos Aires (52%) aprueba la labor que realiza el gobierno nacional en la gestión de la crisis sanitaria por el coronavirus, la grave situación económica debilita el apoyo al oficialismo, ya que esta última cuestión se halla entre las principales preocupaciones.
En los últimos dos meses, aumentó 11 puntos el porcentaje de personas que manifiesta tener necesidades urgentes (23%), al tiempo que el 55% desconfía de la capacidad del Gobierno para reactivar la economía.
Son esas algunas de las principales conclusiones del Tablero de control del conurbano bonaerense, un estudio sobre la base de 700 encuestas online a mayores de 16 años en partidos del Gran Buenos Aires, que periódicamente lleva a cabo la consultora Reyes Filadoro, y cuya última edición se desarrolló entre el 24 y el 27 de junio.
Cristina Kirchner y sus subalternos no son indiferentes a los resultados de las encuestas; especialmente, de los cualitativos, que dan cuenta de un elevado nivel de descontento social entre los habitantes de territorios del conurbano de la provincia de Buenos Aires, principal bastión del kirchnerismo, donde la coalición gobernante necesitaría imponerse por una abultada diferencia sobre la oposición para alcanzar el mayor número de bancas legislativas desde diciembre próximo.
Con los resultados de los sondeos de opinión pública en la mano, Cristina Kirchner ha venido forzando no pocos cambios en la política económica oficial, malquistándose con el ministro Martín Guzmán. Exhibiendo desde mayo pasado encuestas de la consultora Analogías, muy asociada al Instituto Patria, Cristina persuadió al presidente de la Nación de que las tarifas debían ser congeladas o ajustadas de manera mínima, aunque esto desemboque en un atraso tarifario que preocupara al titular del Palacio de Hacienda y que en algún momento debería ser corregido.
También con datos de esta encuestadora, la vicepresidenta lo persuadió de que, para la mayoría de la población, era el Gobierno quien mayor poder y responsabilidad tiene para que los salarios ganen poder adquisitivo. De ahí que la anticipación de la suba del salario mínimo vital anunciada ayer sea vista como otra imposición de Cristina.
Claro que, en los últimos tiempos, la natural sensibilidad del cristinismo frente a los sondeos de opinión pública alberga otro objetivo: sustentar en cifras los cuestionamientos a los “funcionarios que no funcionan” en el gobierno de Alberto Fernández para cubrir sus cargos en el futuro inmediato o mediato con dirigentes del riñón de la vicepresidenta de la Nación.
Ir por todo implica hoy, para Cristina Kirchner, no solo quedarse con el poder real, representado por su influencia y su poder de veto en las decisiones más importantes del gobierno nacional, sino quedarse también con el poder formal, aumentando paso a paso la presencia de dirigentes afines a ella en la estructura gubernamental.
La mención del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, desde las propias usinas de rumores del cristinismo, como un hipotético candidato a diputado nacional en la provincia de Buenos Aires podría no albergar las mejores intenciones. Simplemente, podría ser un artilugio tendiente a desplazar a Cafiero de la Jefatura de Gabinete de Ministros. Algo parecido estaría ocurriendo con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, un hombre de estrecha relación del Presidente cuyo cargo es desde hace mucho pretendido por sectores de la agrupación La Cámpora.
Al margen de las especulaciones que puedan reinar en el kirchnerismo, los datos de la citada encuesta de Reyes Filadoro no auspician al menos un escenario proclive a que el oficialismo repita los números de las elecciones de hace dos años en la provincia de Buenos Aires, cuando Axel Kicillof obtuvo el 52,4% de los votos.
Por empezar, el 42% de las personas que votaron en 2019 al Frente de Todos expresa sentimientos negativos al describir su estado de ánimo actual. En las cifras generales, la población del conurbano exhibe en un 56% un sentimiento negativo (30% bronca y 26% frustración), mientras que el 42% muestra un sentimiento positivo (24% conforme y 18% entusiasmado).
Apenas el 14% de las personas consultadas afirma que puede ahorrar algo, al tiempo que el 55% asegura que no llega a fin de mes; el 59% confiesa que tuvo que solicitar dinero prestado, siendo los amigos o los familiares (58%) la principal fuente de financiamiento, seguidos de los prestamistas o entidades no bancarias (23%), en tanto que solo el 13% se financia a través de créditos bancarios.
Y para terminar, el 55% no confía en la capacidad del gobierno de Alberto Fernández para reactivar la economía y generar empleo (41% no confía nada y 14% confía poco), en tanto que el 45% dice confiar en el Gobierno (29% confía mucho, 16% confía algo). Pero el dato de este interrogante, es que el 31% de quienes votaron al Frente de Todos en las últimas elecciones no confía en la capacidad del Gobierno.