Un aval, pero también un llamado de atención para Obama
BOSTON.- Barack Obama se jugaba hoy algo más que la reelección. Después de cuatro años de gobierno, en los que cargó con el peso de una brutal herencia, para el presidente estos comicios eran además una suerte de referéndum sobre su gestión. Y hoy los millones de norteamericanos que le dieron otro triunfo que hace historia pusieron de manifiesto que ratifican el rumbo que tomó el país . Sin embargo, los resultados son también un llamado de atención: la victoria que lo dejará otros cuatro años en la Casa Blanca quedó lejos de tener el mismo vigor que la de 2008, y tendrá una oposición republicana que presentará batalla.
Obama tiene ahora entre sus manos las riendas de un país mucho más estabilizado del que recibió, pero tendrá por delante un complejo desafío que, como se esperaba, quedó reflejado hoy en las urnas con un resultado ajustado (incluso Mitt Romney podría haber obtenido más votos que el presidente): un país mucho más polarizado políticamente que hace cuatro años y que seguirá, como desde 2010, con un Congreso dividido, según las proyecciones.
La victoria que lo dejará otros cuatro años en la Casa Blanca quedó lejos de tener el mismo vigor que la de 2008
En medio de los festejos por la victoria, para el gobierno demócrata el dolor de cabeza llegaría desde los resultados para la Cámara de Representantes -la más impopular de los tiempos modernos por el férreo partidismo que la dominó en los últimos años-, que quedaría mayormente sin cambios, bajo el firme control republicano. La estrategia de confrontación llevada adelante por los republicanos desde la irrupción del movimiento ultraconservador Tea Party -comprometido con la reducción de impuestos y la reducción del rol del Estado- parece haber resultado un aliento para los votantes del partido. En tanto, el Senado quedaría en manos demócratas.
Cuando la nueva Cámara baja jure en enero próximo, seguramente lucirá muy parecida a la que le generó tremendas dificultades al gobierno federal y que provocó un histórico estancamiento en las negociaciones sobre el tope de deuda fiscal el año pasado. Según los resultados, el republicano John Boehner seguiría presidiendo la Cámara de Representantes. Para Obama, entonces, la misión principal será conseguir acuerdos, que tan esquivos le han sido en los últimos dos años, para tener un gobierno con menos turbulencias. El riesgo es que una situación similar a la actual conduzca a un estancamiento del país, en momentos en que urge vigorizar la lenta recuperación de la economía.
Para Romney, en tanto, a sus 65 años, es el final de su carrera política. Atrás quedó el sueño de la Casa Blanca
"El mensaje de los votantes para el presidente Obama y Boehner es: "Vuelvan a la mesa de negociaciones, consigan un acuerdo", señaló David Kendall, miembro del think tank Third Way, en Washington. El Senado, en tanto, seguirá en manos demócratas.
Durante la intensa campaña electoral ya se había reflejado el choque de estilos que hoy enfrenta a demócratas y republicanos en casi todos los temas que preocupan a los norteamericanos: desde el desempleo, la economía y la reforma sanitaria hasta temas sociales como el aborto y el matrimonio gay.
Ya pasada la batalla electoral, Estados Unidos está entonces en el lugar en que se presagiaba durante la campaña. Con matices, el presidente renovó el crédito popular, pero los tiempos de la crisis apremian. Ante sí tendrá el reto de acercar posiciones, acelerar la recuperación económica y darle mayor ritmo a la creación de puestos de trabajo.
Para Romney, en tanto, a sus 65 años, es el final de su carrera política. Atrás quedó el sueño de la Casa Blanca. Y para los republicanos, mañana será el comienzo de la búsqueda de un nuevo líder que –entre los tironeos del ala más conservadora y de la más moderada- deberá reevaluar las posiciones del partido y su enfoque hacia el electorado, ya con la mira en 2016.
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