Un artista silencioso
En muchas comunidades del interior, hay una vida cultural que suele ser muy rica y muy vibrante, pero que a la vez está alejada de las marquesinas comerciales, del brillo y de la repercusión que suele alcanzarse en las grandes ciudades. En general, está impulsada por hombres y mujeres que, por genuino amor al arte, sostienen con esfuerzo y “a pulmón” circuitos de teatro vocacional, de danza, de pintura, de música clásica o coral, de pequeñas orquestas y clubes literarios. Es conmovedor ver el empeño y la pasión que ponen artistas casi anónimos para sostener esos espacios en pueblos de la Argentina. En esa tradición, se ha destacado por su prestigio el Teatro del Mar de Pinamar. Sin estridencia ni alharaca, lleva más de 45 años con puestas originales y de gran nivel. Este año presentó Antígona, la célebre tragedia de Sófocles, una obra estrenada 400 años antes de Cristo y que, paradójicamente, conserva una vigencia capaz de conmover a los habitantes de este siglo. El creador y el alma mater de esa compañía teatral fue Lito Melfi. Actor, director y arquitecto, Melfi murió esta semana. Junto a Marcela, su mujer, honraba ese linaje de artistas silenciosos que son fundamentales para mantener viva la memoria y la cultura.