Ultimátum ecológico
La población mundial superó ayer los 8000 millones de personas, según una estimación de las Naciones Unidas. Todo un hito demográfico sin precedentes, debido al incremento de las expectativas de vida gracias a cierto desarrollo humano en términos de avances en salud pública, nutrición, conciencia y cultura ecológica, higiene personal y medicina, entre los más relevantes.
Ahora bien, conforme señala Umberto Eco, “hay dos ecologías, una razonable y una radical. La radical está dispuesta a matar a todos los hombres para mantener la pureza de la biosfera. Esa es una ecología dogmática, fundamentalista. El hombre es un animal que transforma la Tierra. No hay una verdad ecológica, como no hay una verdad tecnológica. Puede ser importante reconocer un momento en el cual para producir la penicilina tengo el derecho de modificar la Tierra. Una ecología radical significa eliminar la humanidad para retornar a una tierra pura y original”.
Transcurridas tres décadas perdidas de no lucha contra el cambio climático, el año 2020, con su pandemia de Covid-19, nos ha dado un concreto ultimátum ecológico.
Para António Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, la fecha “es una ocasión para promover la diversidad y los progresos, teniendo en cuenta la responsabilidad compartida de la humanidad hacia el planeta”.
Según fuentes de Naciones Unidas, alcanzar los objetivos del Acuerdo de París para limitar el aumento de la temperatura global, y lograr a la par los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), depende fundamentalmente de la capacidad de frenar los modelos de combustión y producción como los de usos, consumos y transportes prevalecientes; tan irresponsables, tan nocivos, tan insostenibles.
Muchas y sabias han sido las advertencias indígenas sobre el tema, y que han sido ignoradas, presas de una tremenda sordera e indiferencia mundial, fruto de intereses inhumanos de grandes potencias y empresas globales.
Ojalá que la Conferencia sobre Cambio Climático (COP´ 27) que se está celebrando en Sharm el Sheikh, Egipto, pueda lograr, oportunamente, el hito histórico universal de un activo, mancomunado y omnicomprensivo acuerdo climático global duradero; quizás la última esperanza para alcanzar verosímil y cooperativamente, supremos objetivos climáticos sostenibles, desactivando el ultimátum ecológico que cual fatal amenaza inminente, pende sobre todas nuestras cabezas.
Fue contundente al respecto el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) -creado en 1988 para que facilitara evaluaciones integrales del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta-; al afirmar: “solamente quedan tres años, para poder hacer algo para el futuro de la humanidad ante el cambio climático, pues de no hacer nada el planeta pasará por devastadoras e irreversibles consecuencias”.
Experto en cooperativismo de la Coneau