Turquía, el país donde la geografía es destino
Quienes estudian cambios demográficos suelen decir que la demografía es destino. Algo similar ocurre con los geógrafos, para quienes la geografía también lo es. Y qué mejor que Turquía para corroborar estas afirmaciones.
Ubicada entre dos continentes y dos mares, Turquía fue por muchos siglos un espacio de encuentros y desencuentros entre Oriente y Occidente, entre el cristianismo y el islam, entre la tradición y la modernización. Desde 1923, renacida como república, Turquía buscó acercarse a Occidente, formando parte de la OTAN, asociándose con la Unión Europea y evitando quedar atrapada en los conflictos religiosos en Medio Oriente y en las tensiones geopolíticas del espacio soviético. El fin de la Guerra Fría comenzó a erosionar esta postura. Turquía se acercó a Israel, confrontó con Siria, resintió su relación con Europa y buscó un mejor diálogo con Moscú. Dejó de verse como un Estado "aislante" y se definió como ocupando un lugar en "Eurasia".
Comenzó, así, a pensarse como una potencia regional. Cambios externos que fueron acompañados por cambios internos, liderados por Recep Erdogan, primer ministro entre 2003 y 2014 y actual presidente. Con diez años de crecimiento sostenido y con un intento fallido de golpe en su contra, la popularidad de Erdogan es la envidia de muchos presidentes. En política interna, Erdogan restauró posturas conservadoras, le dio más oxígeno al islam y afirmó estar rodeado de enemigos, adentro y afuera del país. El golpe le dio la oportunidad de purgar el ejército, el poder judicial y el parlamento, acusando a las fuerzas opositoras de cómplices, sino de terroristas. También le permitió incrementar los niveles de censura sobre la prensa y poner en prisión a más de cien periodistas.
En política externa, el golpe provocó un sentimiento antioccidental, en particular hacia Estados Unidos, cuyo vicepresidente visitó el miércoles pasado Turquía para reducir tensiones, y hacia Alemania, acusada de prestar un tibio apoyo a Erdogan durante el golpe. Todo conflicto en Turquía se traslada a Alemania, donde viven tres millones de turcos. Sólo en Colonia, 40.000 turcos salieron a la calle a rechazar el golpe contra Erdogan.
El compromiso con Europa de retener refugiados a cambio de visas y dinero sigue en pie, pero luce frágil. En Siria, Turquía desafía a Assad, repele a los kurdos y ahora va tras Estado Islámico, que ya puso un pie en Turquía, con terroristas suicidas y cuevas financieras. Décadas atrás, uno de los puntos centrales en política exterior de la doctrina kemalista, que sentó las bases de una república moderna, fue "paz adentro, paz afuera". Qué lejos quedó.