Tu tortuga no debía ser mascota
El tráfico de animales silvestres no solo es un acto de crueldad, también afecta seriamente los ecosistemas en los que habitan
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En la gran biodiversidad que alberga nuestro planeta, los animales silvestres y domésticos representan dos mundos diametralmente opuestos. La diferencia más notoria entre ellos radica en su interacción con los seres humanos. Los animales domésticos han evolucionado a lo largo de milenios para convivir con las personas, dependiendo de nosotros para satisfacer sus necesidades básicas. En contraste, los animales silvestres viven de manera independiente, en armonía con sus hábitats naturales, sin requerir la intervención humana para su supervivencia.
La pregunta que surge es: ¿por qué un animal silvestre no puede ser considerado una mascota? Ante todo, existe una profunda divergencia evolutiva. Para que un animal pueda considerarse mascota, debe pertenecer a una especie doméstica. Esto implica una convivencia a lo largo de muchos años, durante los cuales la especie ha sido utilizada por el ser humano. Entonces, ¿por qué no deberíamos tener animales silvestres como mascotas? La respuesta a esta pregunta es un llamado a la responsabilidad y al respeto por la naturaleza. La demanda y el consumo de animales silvestres como mascotas incentivan su tráfico. Al sacarlos de sus ambientes naturales, se alteran sus poblaciones y los ecosistemas en los que desempeñan un papel crucial.
Al mismo tiempo, estos animales sufren crueldad durante su captura y posterior tráfico. Se estima que, de cada 10 animales capturados, solo uno sobrevive para ser traficado. El estrés, la deshidratación y las condiciones de transporte y comercialización son una “sentencia de muerte” para la mayoría de ellos.
También existen riesgos para las personas. Muchos animales silvestres son naturalmente portadores de enfermedades que pueden ser transmitidas a los seres humanos y a otras especies. El estrecho contacto con ellos puede facilitar la propagación de patógenos peligrosos, e impactar severamente la salud humana
Además, los animales en vida silvestre tienen instintos naturales que pueden poner en peligro el bienestar de las personas y otros animales domésticos en el hogar. Muchos de ellos rechazan las interacciones humanas, como caricias, baños y collares, ya que no son hábitos naturales para ellos, y pueden volverse agresivos como respuesta a su temor y estrés.
En la Argentina, la magnitud de este problema es alarmante. Más de 135 especies silvestres están afectadas por el tráfico de fauna, y al menos 20 de ellas están al borde de la extinción. Las especies más afectadas por este comercio ilegal incluyen aves como el cardenal común, el cardenal amarillo y el loro hablador, reptiles como la tortuga terrestre de patas rojas y mamíferos como el carayá negro y dorado.
El 80% de los animales traficados en el país son de origen autóctono. Esto significa que son extraídos directamente de nuestras regiones naturales, lo que representa una amenaza directa para la biodiversidad única que las habita.
El tráfico de fauna es la segunda causa de pérdida de biodiversidad a nivel mundial y la cuarta actividad criminal organizada a nivel internacional, detrás del tráfico de armas, drogas y personas. A pesar de la gravedad de este delito, existen numerosos vacíos de información en la Argentina. La falta de datos precisos sobre las áreas de extracción, tránsito y comercialización agrava aún más la problemática. La falta de visibilidad pública sobre la problemática, también.
La campaña #NoSoyMascota, liderada por la Fundación Temaikèn, el Instituto Jane Goodall Argentina y WCS Argentina, se une al llamado global para poner fin al comercio ilegal de fauna silvestre. Esta iniciativa busca sensibilizar a la sociedad sobre los peligros de tener animales silvestres como mascotas y desalentar la demanda de estos seres vivos en el mercado de mascotas domésticas.
Todos podemos contribuir a esta causa. En primer lugar, debemos informarnos antes de decidir integrar una mascota al hogar, asegurándonos de tener información sobre su origen y legalidad. También, debemos ser conscientes de lo que compartimos en redes sociales para evitar involuntariamente promover actividades ilegales o dañinas. Además, debemos actuar proactivamente denunciando el tráfico de fauna silvestre y educando a otros sobre por qué ciertos animales no deben ser mascotas.
#NoSoyMascota es una llamada a la acción. La conservación de la vida silvestre y la protección de la biodiversidad son un derecho y un deber. Debemos unirnos para desalentar la demanda de animales silvestres como mascotas y crear conciencia sobre los peligros que enfrentan estos seres vivos, los ecosistemas y nuestra propia salud. La vida silvestre pertenece a la naturaleza y, juntos, debemos asegurarnos de que permanezca en su hábitat natural, donde puede prosperar y enriquecer el planeta tierra de manera justa y equitativa.
González Ciccia es Directora de Conservación, Investigación y Educación de Fundación Temaikèn; López Goudard es Coordinadora del Comité Ejecutivo del Instituto Jane Goodall; Righi es Coordinadora de Lucha contra el Tráfico de Vida Silvestre de WCS Argentina