Trump y el ascenso de los señores feudales tecnológicos en la era de la IA
El reciente triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses marca un hito significativo en la intersección entre la política y la inteligencia artificial (IA). Su estrecha relación con figuras como Elon Musk, que ha aportado miles de millones de dólares para su campaña junto a otros líderes de Silicon Valley, ha reconfigurado el panorama tecnológico global, posicionando a Estados Unidos como el epicentro del desarrollo de IA. Empresas como Google, OpenAI, Meta, Anthropic y Amazon, entre otros, con sus avanzados modelos de lenguaje (LLM), están redefiniendo cómo interactuamos con la tecnología, pero no sin consecuencias profundas para la democracia y el poder ciudadano.
Estados Unidos, con su robusto ecosistema tecnológico, ha permitido que estas corporaciones acumulen un poder sin precedentes. Los LLM de estas empresas no solo facilitan la comunicación y el acceso a la información, sino también tienen el potencial de influir en la opinión pública y en las decisiones políticas. Este dominio tecnológico está erosionando los cimientos democráticos, instaurando un régimen donde la IA se utiliza como una herramienta de control y poder sobre los ciudadanos.
En este nuevo orden, las grandes tecnológicas actúan como los “nuevos señores feudales tecnológicos”, controlando vastos recursos de información y tecnología que les otorgan una influencia desmedida en la sociedad. De hecho, como señala el pensador español José María Lassalle, están instaurando un capitalismo cognitivo en el que ellos son los únicos beneficiarios del sistema. Aprovechan la materia prima de nuestros datos que procesan con sus algoritmos para obtener y explotar información destinada a modelar y controlar a la sociedad.
La geopolítica de la IA entre Estados Unidos y China añade otra capa de complejidad a este escenario. Ambas potencias están en una carrera por la supremacía tecnológica, invirtiendo masivamente en investigación y desarrollo de IA. Esta competencia no solo define la balanza de poder global, sino también impacta en las alianzas estratégicas y en la seguridad internacional. La hegemonía estadounidense en tecnología, potenciada por sus lazos con Silicon Valley, contrasta con el enfoque chino de integración estatal y control sobre el desarrollo tecnológico, lo que podría redefinir las dinámicas globales en las próximas décadas.
Para la Argentina, estos cambios globales representan tanto oportunidades como desafíos. De hecho, Milei lee bien el panorama el designar como embajador en los EE.UU. a Alec Oxenford, dueño, entre otras cosas, de OLX un unicornio argentino. La adopción de tecnologías de IA puede impulsar el desarrollo económico, mejorar la eficiencia en sectores clave y fomentar la innovación local. Sin embargo, la dependencia de las grandes tecnologías estadounidenses plantea riesgos de desigualdad y control externo.
Este ascenso de Silicon Valley al poder ya fue advertido por el presidente argentino al visitar a los popes de estas empresas, dónde reside en poder real, y no tanto a las figuras políticas hasta ahora en el gobierno norteamericano.
Argentina debe navegar cuidadosamente este panorama, promoviendo políticas que fomenten la soberanía tecnológica, la educación en competencias digitales y la creación de startups locales que puedan competir en el mercado global. Una apuesta en este sentido es la de Demian Reidel, jefe del Consejo de Asesores del presidente, que quiere convertir a la Argentina en el cuarto polo de IA del mundo, al lado de Estados Unidos, China y Europa.
En este sentido, es crucial que la Argentina desarrolle marcos regulatorios, muy cuidadosos y equilibrados que protejan la democracia y los derechos de los ciudadanos frente al poder concentrado de las grandes tecnológicas, pero que no las hagan inviables para su desarrollo ya que unos de los activos justamente de nuestro país es la poca regulación a la fecha. La transparencia en el uso de la IA, la protección de datos y la promoción de una ética tecnológica robusta son fundamentales para asegurar que el desarrollo de la IA beneficie a toda la sociedad y no solo a unos pocos.
El triunfo de Trump y la consolidación de las grandes tecnológicas estadounidenses en el ámbito de la IA están remodelando el mundo de manera profunda y del capitalismo financiero estamos pasando a un ¨capitalismo algorítmico o artificial¨. Mientras Estados Unidos y China lideran la carrera tecnológica, países como la Argentina tienen la oportunidad de aprovechar estos avances para su desarrollo, siempre que implementen estrategias inteligentes y regulaciones adecuadas. La clave estará en equilibrar el poder tecnológico con la protección de los valores democráticos, asegurando que la IA sea una herramienta para el empoderamiento ciudadano y no para su control.
Director de la Diplomatura en IA y Gobierno 5.0 de la Universidad Austral