Tregua veraniega para Macri
El consultor Carlos Fara la definió en Terapia de noticias como "satisfacción simbólica". Con la economía en aguda recesión, impedida de generar buenas noticias, el Gobierno busca pilotear la agenda pública con otros temas que, al decir de Fara, no tienen un efecto necesariamente material, pero que alcanzan para armar un buen relato que atienda la demanda valorativa en otros asuntos que también importan, como la seguridad (pistolas Taser, inmigrantes, barrabravas , narcotráfico ) y la corrupción ( la causa de los cuadernos , extinción de dominio).
Una vez más -como lo hizo al principio de su gestión cuando pretendió nombrar en la Corte a Carlos Rosatti y Carlos Rosenkrantz por un decreto de necesidad y urgencia o al amagar utilizar el mismo mecanismo cuando parecía frustrarse en el Congreso la reforma previsional-, Mauricio Macri volvió a enarbolar otro decretazo para poner en marcha la extinción de dominio de bienes de la corrupción que los legisladores nunca se dignaron a sacar por ley.
Tal vez, como en ocasiones anteriores, el Presidente busca con ese recurso apurar al Parlamento para que si no quieren el DNU se pongan de acuerdo para sacar la norma que despoje a los corruptos de los bienes mal habidos. Aunque no parece que eso vaya a suceder rápidamente.
"Con estos resultados, si fuera el presidente de Suiza, merecería ir preso", ensaya Macri en privado una suerte de autocrítica. Pero también se queja: "De la herencia recibida nadie quiere cambiar nada". Cree, no obstante, que algunas economías regionales ya empiezan a reaccionar positivamente, pero que el humor de un conurbano "africanizado" puede mucho más, incluso, sobre la propia óptica de la Capital Federal, a la que no le va tan mal con la exportación de servicios y el regreso de los turistas extranjeros. Pero al estar rodeada por ese salvavidas de plomo que es el Gran Buenos Aires, sus conflictos sociales de distinta naturaleza terminan permeando permanentemente el relato de los medios nacionales de comunicación. Asiente cuando se le recuerda a Raúl Alfonsín como un visionario que durante su gobierno soñó con trasladar la Capital a Viedma. Si ello se hubiese concretado, tal vez hoy el relato mediático de la situación que derrama sobre el resto del país sería distinta y algo menos sombría.
Por las sucesivas corridas cambiarias, y los subsiguientes estallidos inflacionarios, 2018 fue muy duro para todos así que Macri disfruta de la relativa calma de los mercados y de la baja del riesgo país de estas últimas semanas, que nunca se sabe cuánto pueden durar. El momento le es propicio para procurar apuntalar su imagen en las encuestas y ponerse al frente de la agenda pública.
La seguidilla de encuentros amables con María Eugenia Vidal -mañana habrá otro-, contribuyeron a subir el ánimo del mandatario, al que contribuyó también la visita de Elisa Carrió. La extinción de dominio obró como bálsamo y diluyó las últimas asperezas.
Macri, además, jamás deja de atender diariamente su comunicación personal, menos protocolar, más humana y de cercanía. En la semana que pasó llamó particularmente la atención una de sus historias de Instagram.
Podría haber sido el saludo de circunstancia que cualquier jefe le dispensa a su secretaria el día de su cumpleaños, pero Mauricio Macri lo subió a sus redes sociales y el mensaje a Anita Moschini tuvo detalles significativos. Es que es una pieza clave en su armado cotidiano. Otro de sus cables a tierra.
El Presidente avanza por el reconocible pasillo del primer piso de la Casa Rosada que conduce a su despacho y en off se escucha su voz con una revelación: "Hoy es el cumpleaños de Anita, más de cincuenta años cuidándome".
La cuenta es fácil: si se le resta medio siglo a la edad del mandatario queda un chico que apenas orillaba los diez años. Precisamente desde ese momento de su vida, Anita orbita muy cerca de Mauricio Macri; en las primeras décadas como la secretaria de su padre, Franco, el hacedor, junto con su hermano Antonio, del Grupo Socma. Resulta un verbo muy sugestivo y cariñoso el que elige el jefe del Estado para hablar de ella ("cuidar"). ¿Fue, acaso, Anita, niñera de Macri, quien en pocos días, el 8 de febrero, cumplirá 60 años? No exactamente, pero algo parecido. Anita estaba acostumbrada a que Franco Macri llevara desde muy chico a su hijo mayor a la oficina para que empezara a familiarizarse con el mundo laboral, sus exigencias y sus horarios. Y no solo eso: Anita estaba pendiente también de cierta parte de la organización familiar (vacunas, vencimiento del pasaportes y otros trámites).
"Un horror, no hay que decirlo", recibe Anita a Macri en el despacho presidencial, diminuta, eficiente y, como siempre, discreta y escueta en palabras, pero coqueta para ocultar su edad. Por fuera de sus hermanos y sobrinos, y su abono de ópera y ballet en el Teatro Colón, podría decirse que Anita es una laica consagrada a la dinastía Macri. Cuando se jubiló de secundar a Macri padre, Macri hijo tardó más de un año en convencerla de que lo acompañara como secretaria en la Jefatura de Gobierno porteña. En los festejos por su triunfo en 2015, la hizo subir al escenario. El Presidente no se cansa de repetir a sus íntimos que Anita ha sido "como una segunda mamá". Ella se refiere a él simplemente como "el ingeniero".
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