Tras la pandemia, hora de repensar la educación
Mucho se habla y escribe sobre las ventajas y desventajas de la cuarentena. Un periodista, hace unas semanas, distinguía con agudeza "pandemia" de "cuarentena": la primera es un hecho natural externo; mientras que la segunda, una regulación que se motiva -supuestamente- en la anterior.
La cuarentena tiene ventajas y desventajas. Luces y sombras. No solamente en los planos económicos, político, social y familiar, sino también en el ámbito educativo. Como miembro de una universidad privada, considero importante destacar aquello que resultó favorable de estos días de aislamiento para la educación.
En primer lugar, la obligación de pasar a la educación online (o a distancia) ha puesto de relieve sus ventajas e inconvenientes. Como consecuencia de esta prueba, surge la clara superioridad de la presencialidad. Por más que se puedan hacer reuniones sincrónicas -que resultan finalmente agotadoras- no hay como el contacto real, cara a cara. Hasta las conversaciones en los recreos, en los pasillos, en el buffet, cobran hoy la importancia que quizás no tuvo en el día a día universitario. Se perdió, además, el contacto social entre alumnos y con los profesores, que constituye un elemento esencial de la actividad universitaria.
Por otro lado, surgió la conveniencia de enseñar, mediante el nuevo sistema, muchos contenidos que no se benefician de las ventajas de la presencialidad. También se han detectado las mejoras que requiere el viraje hacia el modelo online, para dejar de ser un recurso meramente de emergencia, por sus costos personales y económicos.
Valorar sus pros y contras, es una gran ayuda a la hora de hacer una evaluación acerca de qué conviene hacer en el futuro.
En segundo lugar, la indigencia del alumno librado al campus virtual y las reuniones sincrónicas ha generado la necesidad de una creciente atención hacia ellos, en un "uno a uno". En la universidad de la que formo parte, como en muchas otras en el mundo, cada alumno tiene su tutor con quien se reúne periódicamente. Este año, alcanzaremos un nuevo récord de "reuniones" gracias a esta modalidad a distancia.
Tercero, nos hemos abierto mucho más al mundo. Nuestros exalumnos se han unido desde distintos países para compartir sus experiencias. Se han organizado clases con colegas de los lugares más remotos, alumnos del interior del país y también del exterior han podido cursar desde sus lugares de residencia.
Todo ello ha supuesto un esfuerzo muy grande por parte de profesores, alumnos y personal no docente, pero con la satisfacción de haber sorteado la situación y salir adelante aprendiendo mucho. También, hemos podido darle un impulso a la investigación, aún en medio de las múltiples ocupaciones adicionales que la situación nos ha impuesto.
Después que pase la "famosa" curva no se debe terminar todo. Es un momento para sacar provecho y a transformar la pandemia en una oportunidad, cada uno en su ámbito.
Vicerrector de asuntos académicos de la Universidad Austral y profesor del IAE Business School.