Trampas de una Argentina que insiste en el error
El historiador de la economía Roberto Cortés Conde y su discípulo Gerardo della Paolera, en un encuentro con la historia y el futuro argentinos y con la búsqueda de sentidos para un país a la deriva
Qué tiene para decir uno de los grandes nombres de la historia económica en la Argentina cuando se le pregunta sobre los problemas del presente? Sobre el gran tema de la educación, por ejemplo. Me refiero al abogado, con posgrado en sociología, historiador y economista autodidacta Roberto Cortés Conde. Por supuesto, Cortés Conde dará datos y, por supuesto, serán datos sobre el pasado, pero, y ahí su riqueza, con lecciones para el presente y el futuro.
Por ejemplo, y lo cito: "Entre fines del siglo XIX y 1930, la Argentina pasó de un 80% de analfabetos en el primer censo de 1869 a un 20% alrededor de 1930. En dimensión mundial, fue un fenómeno impresionante. ¿Cómo se hizo? En el mismo período, la población argentina crecía a una tasa altísima por la inmigración pero el enrolamiento en las escuelas primarias crecía a una tasa mayor y el presupuesto a la educación crecía a una tasa aún mayor que la del enrolamiento en las escuelas primarias. Ésa fue la primera revolución educativa que tuvimos en la Argentina".
Después de los datos llegará la interpretación. La comparación con la ampliación de la matrícula en la escuela secundaria durante el peronismo, que también superó la tasa de crecimiento de población. El dato de que esta vez el presupuesto educativo no acompañó ese crecimiento al mismo ritmo, "un verdadero indicador de calidad". El inicio de un problema endémico en la Argentina, el descenso de su calidad educativa.
Las cifras y su lectura salen con naturalidad de boca de Cortés Conde. No es para menos: Cortés Conde cambió paradigmas dentro de su disciplina y sumó la teoría económica a la investigación histórica, y a éstas las conectó con la investigación empírica. Y así estableció los pilares para un giro profundo en la historiografía económica en el país. Una verdadera revolución en su campo.
Pero como al más común de los mortales, a Cortés Conde le llegó la hora de retirarse. Hace veinte años que enseña e investiga en la Universidad de San Andrés, donde es profesor emérito. Y ahora, para continuar con su legado en San Andrés, tomará la posta otra figura clave de la historia económica nacional, Gerardo della Paolera, discípulo brillante de Cortés Conde, con doctorado en Economía por la Universidad de Chicago, rector fundador de la Universidad Di Tella y referente en el campo de la historia económica latinoamericana, que se hará cargo de la cátedra Luis María Otero Monsegur, en San Andrés, dedicada a la historia económica.
En una especie de dueto moderado por la varita del periodista, y también historiador, Carlos Pagni, Cortés Conde y Della Paolera dialogaron sobre el peso de las instituciones económicas, sobre el esfuerzo de dar sentido al devenir argentino a partir del conocimiento, todo en el marco del homenaje que la Universidad de San Andrés organizó el pasado martes para despedir al gran historiador.
Del pasado al presente
"La Argentina no ha tenido una movilidad social a través de la meritocracia. La ha tenido a través del clientelismo, que es un cáncer", dirá Della Paolera cuando le tocó a él dar su visión de historiador de la economía puesto a pensar sobre la educación.
Para Della Paolera, educación, productividad y movilidad social genuina van de la mano. Y la revolución educativa deseable pasa por su calidad. Pero en una democracia populista, afirma, el asistencialismo pone en riesgo la calidad de sus bienes públicos, entre ellos, la educación.
En otro tramo del encuentro, el análisis histórico económico llegó, hacia atrás, a un momento fundacional de la Argentina, que condiciona toda su historia.
Lo expuso claramente Cortés Conde: "En la Argentina en el fondo tenemos un problema institucional desde el principio de la vida independiente que viene de los virreinatos, cuando se forma esta especie de desmesura colonial".
Según Cortés Conde, mientras los colonos ingleses en Estados Unidos eran quienes pagaban los impuestos de su bolsillo, las colonias españolas se mantenían con la renta de la plata. "Era una sociedad y una economía rentística. La fuente principal de ingresos eran las regalías, no los impuestos. Buenos Aires empezó siendo un virreinato deficitario que dependía de los recursos que llegaban desde Potosí", dice Cortés Conde.
La renta minera será reemplazada luego por los recursos aduaneros, reconstruyó el historiador, hasta 1930. Y aquella historia inicial quedará grabado a fuego un dilema que sigue pesando: "Del treinta en adelante, estamos encerrados en esa trampa: ¿quién paga por todos los bienes sociales, los bienes comunes, los bienes públicos que algunos quieren que los beneficien?", se pregunta Cortés Conde.
Por su lado, Della Paolera puso a la figura de Carlos Pellegrini como un presidente ejemplar, del que vale aprender algunas lecciones. Según su perspectiva, Pellegrini garantizó la bonanza económica de Argentina entre 1899 y 1913 a partir de una certeza: "Sabía claramente que no existe la posibilidad de integrarse al mundo desde el punto de vista del sector real de la economía si uno es un malandra desde el punto de vista de la cuenta de capital y el mercado de capitales".
El debate también llevó a las trampas que tienen detenida a la Argentina, siempre enfrentada a los mismos problemas. "¿Por qué esta insistencia en reiterar cosas que han sido equivocadas?", se pregunta Cortés Conde. Pero el historiador económico no encuentra respuestas: "Los países han tenido crisis, pero en general han aprendido. A la altura de la Segunda Guerra Mundial, la Argentina no había tenido las experiencias extremas que tuvo Europa, pero mientras que Europa aprendió a costos terribles, la Argentina tendió a insistir con cosas que el mundo ya había superado. Es lo mismo que pasa hoy: tenemos una Argentina anacrónica. Hay algo en esta insistencia que está más allá de lo que yo puedo concluir."
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