Todo empezó con el Indec
El 18-A superó al 13-S y al 8-N; no era para menos. La agresión al Poder Judicial suscita la indignación en todos aquellos que creen en los valores democráticos y republicanos. Pero aquel hecho no fue más que el último eslabón en una cadena iniciada con la intervención al Indec en febrero de 2007 y que culminaría con la ley de medios. Si se miente, mejor que no se note, esto es, que los medios no lo pongan en evidencia ni ningún juez se atreva a sacar los pies del plato.
El Indec, los casos Skanska y Ciccone, las dádivas a un ex secretario de Transporte, la bolsa con dinero olvidada en el baño de un ministerio, el "valijagate", el operativo Sueños Compartidos, las denuncias de Lanata, la tragedia de Once y las centenas de tragedias individuales que la generalizada inseguridad han generado son algunas de las cuestiones que necesitan ser escondidas debajo de la alfombra .
Cuando la flagrante adulteración de las estadísticas más conocidas por la población y que cualquier ama de casa puede verificar no generó la debida reacción en la sociedad, se abrió la puerta "para ir por más". Como el violador que tras someter inicialmente a la víctima y verificar que ha logrado intimidarla repite el delito una y otra vez, el Indec ha sometido impunemente a la población a sus falacias divulgadas a mediados de cada mes durante ya 75 meses.
Estimulados por tal "éxito" no podían dudar de que se podía ir por todo. Como señaló el periodista Héctor Guyot hace poco: "Primero fueron por el campo, después por las empresas, después por los medios y los anunciantes, y ahora van por la Justicia". Y la sociedad se comportó como en el célebre poema atribuido a Bertolt Brecht. Bienvenida, pues, la reacción del 18-A. Pero no se trata solamente de hacer catarsis y esperar el próximo desaguisado para salir a protestar. La ciudadanía debe permanecer movilizada y exigir a quienes aspiren al voto popular en octubre próximo a comprometerse formalmente a impulsar de inmediato un conjunto mínimo de proyectos de leyes, pedidos de informes y proyectos de resolución que apunten a revertir este camino cuesta abajo recorrido desde 2007 hasta la fecha. A modo de ejemplo, se debería:
- Insistir en el proyecto de ley sobre el Indec consensuado por la oposición en la Cámara de Diputados, en 2010, que lo sustrae de la órbita del Poder Ejecutivo y lo convierte en un organismo técnico como nunca debió dejar de ser.
- Dictar un régimen para el Consejo de la Magistratura que respete lo establecido en el artículo 114 de la Constitución Nacional.
- Propiciar la reasunción por parte del Congreso de la Nación del manejo pleno de las facultades otorgadas al mismo por los incisos 1 a 9 del artículo 75 de la Constitución Nacional; esto es, lo atinente a derechos de importación y exportación, impuestos y distribución de su producido, manejo de la deuda interna y externa, subsidios a provincias y al presupuesto nacional.
Se trata de producir un cambio de rumbo para terminar con el vale todo. Para ello la sociedad tiene que sacar conclusiones de lo sucedido. Debe haber tolerancia cero con las violaciones de la Constitución Nacional y sus instituciones. No hay transgresiones grandes o pequeñas; todas son infracciones a las normas y todas deben ser castigadas. Así como una pequeña grieta en un dique puede terminar en su desmoronamiento, la condescendencia social ante un delito menor sólo alienta a cometer uno mayor. No tenemos que ir muy lejos para ver cómo se debe proceder. Por mucho menos de lo sucedido en nuestro país, cerca de medio gabinete de la actual presidenta de Brasil fue destituido. No por casualidad Brasil juega hoy en las ligas mayores mientras que la Argentina, lamentablemente, pugna por no irse al descenso en el campeonato local.
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