¿Tocamos fondo, como dijo Alberto Fernández?
"Lo único bueno entre tanta tragedia es que tocamos el fondo del pozo", dijo el presidente Alberto Fernández el miércoles durante su discurso por videoconferencia en el coloquio de IDEA. Luego citó una estrofa de Mario Benedetti: "Bienaventurados los que están al fondo del pozo, porque de ahí en adelante solo queda ir mejorando".
El convencimiento presidencial, respecto a que llegamos al último subsuelo de la crisis ejemplificado con unas rimas del poeta uruguayo, no parece coincidir con las bajas expectativas que generan tres situaciones relevantes de nuestra realidad: la pandemia, la economía y la baja calidad institucional, que incrementan día a día el hartazgo social.
Horas después de esta cita poética, se conocía que Argentina es el quinto país en cantidad de casos de Covid-19 registrados en el mundo. Con un detalle que no puede pasar desapercibido. Los países que nos anteceden en registros positivos tienen poblaciones que superan ampliamente la nuestra: Estados Unidos con 331 millones de habitantes; India, 1352 millones; Brasil, 213 millones y Rusia, 147 millones. No debería ser estrictamente así, pero suena lógico que países super poblados superen al resto en cantidad de contagios durante una pandemia mundial.
A partir de ahí, aparece Argentina, en una tabla que la muestra con crecimiento en la curva de contagios mientras esta desciende en la mayoría de los países de América Latina.
En el mundo no se habla de "la estrategia argentina como ejemplo en la lucha contra la pandemia" (¿alguna vez se habló de eso?), sino todo lo contrario, comienzan a aparecer duras críticas en periódicos internacionales como la publicada ayer por El País, donde se enfatiza en el error de la cuarentena temprana y extendida como medida principal.
Párrafo aparte para la baja cantidad de testeos realizados. A propósito de esto, los anunciados Neokits de Test rápidos del Conicet existen y se producen en escala, pero la semana pasada el Ministerio de Salud de la Nación compró 375.000 test rápidos a un laboratorio americano, Laboratorios Abbott, obviando los de producción argentina que, según muchos expertos, tienen una mayor sensibilidad que los importados.
Después aparece la economía, con una estimación de una caída brutal de 12,8 % anual y aún sin señales de recuperación concreta. Con un Riesgo País que creció más de 300 puntos desde que se reestructuró la deuda, en tan solo 30 días se fue de 1104 puntos a 1427. Era impensado hace un mes que, sin vencimientos asfixiantes a corto plazo, vuelva a escalar de modo vertiginoso la falta de confianza en nuestros bonos. El Dólar no para de subir, tocó los $171 y alcanza una brecha cambiaria del 120% con el oficial y triplica el valor del llamado "Dólar soja", con el que liquidan las exportaciones los productores agrícolas.
En este clima resulta difícil encontrar un economista que vaticine un mejor escenario en el corto plazo, al contrario, cuando son consultados en privado suelen ser más pesimistas que en público, hablan directamente de hiperdevaluación o de inflación desmedida dando por sentado un mayor crecimiento de la pobreza y el desempleo: "No hay plan, no hay norte, así es imposible ser optimistas", coinciden en su mayoría.
Y, por último, y no menos importante, está el tema político, relacionado directamente con las definiciones y gestos de gobierno que hacen a la baja calidad institucional. Es difícil entender que el presidente crea que se puede generar confianza política cuando su Jefe de Gabinete desconoce como "gente" a quienes participan de marchas opositoras o creando el polémico NODIO, una especie de observatorio estatal de la libre opinión.
Además, cada vez cuesta más intuir la razón por la que el gobierno puede abrazarse con tanta facilidad con organismos de derechos humanos argentinos, haciendo de eso una bandera de compromiso, pero a la vez, la decisión de definir a la Venezuela de Maduro como lo que es, una dictadura o una tiranía, le cueste tanto como arrastrar una roca atada al cuello. Un dilema que le genera un desgastante debate interno que comienza en el sospechoso silencio de la vicepresidenta respecto al tema.
Mientras el país debate alrededor de los dos primeros problemas, hasta ahora irresolubles para el gobierno, como son la pandemia y la economía, en el congreso, el oficialismo avanza con prisa y sin pausa hacia el control de la justicia mostrando que esa es su prioridad, y no las dos anteriores.
Así es difícil confiar, no podemos depender solo de deseos y prosas optimistas. Pero ojalá tenga razón el presidente y en breve nos demuestre que está viendo lo que muchos hoy no vemos, que ciertamente hemos alcanzado el "fondo del pozo" y que solo nos queda comenzar a subir.
Eso sí, que sea rápido, antes que la realidad se aproveche y comience a tirarnos tierra encima.