Tirar la chancleta
No nos imagino desprendiéndonos así tan fácilmente del concepto de sensualidad
El viernes pasado en el gimnasio al que voy habitualmente me crucé con una ex compañera de colegio. Estábamos ahí, traspirando la gota gorda, yendo de aparato en aparato de musculación. Subíamos a la cinta, pasábamos por el escalador y luego dale que dale con los abdominales. En medio de tanta actividad, nos miramos, nos sonreímos y ella me tiró un cross a la mandíbula con las siguientes palabras: "Any, ¿en algún momento podremos tirar la chancleta y que no nos importe nada?
Esta mujer, que como muchas de las chicas de los setenta tiene varias batallas en su haber, dejó el tema rondando en mi cabeza y comencé a pensar qué me habrá querido decir. ¿Tirar la chancleta será abandonar el gimnasio, el esfuerzo físico y psíquico de ocuparse por estar bien? ¿Será dejar de cuidarse en las comidas y no tener límites para darse todos los gustos? Y entonces pensé: ¿Podemos? ¿Queremos? ¿Las chicas de los setenta queremos tirar la chancleta en el sentido de que nuestro físico no sea un tema estético? ¿Que no nos importe pasar del talle 44 al 46 luego al 50 o más? Aunque no estoy segura, me parecería que no. Quizás haya más de una que lo haya logrado, pero sospecho que no, que no está en nuestra ideología de base. Somos luchadoras de mil batallas. Muchas ganadas, otras perdidas y algunas empatadas, pero luchadoras al fin. No nos imagino desprendiéndonos así tan fácilmente del concepto de sensualidad, de atractivo, que nos propusimos de más jóvenes. No es tan fácil para nosotras, orgullosas veteranas, abandonar la pelea "seducción o muerte".
No es tan fácil para nosotras, orgullosas veteranas, abandonar la pelea seducción o muerte
Pero reconozco que a veces se nos complica. Todas tenemos nuestro punto débil. El mío se desencadena cuando estoy con distintos "operativos" como el paquete de galletitas, la caja de alfajores o de bombones y otros más...Personalmente, hasta que no como el último, no abandono. Hasta para eso soy apasionada. No lo largo ni amenazada de muerte y lo tomo como si fuera mi última voluntad, como si mi felicidad dependiera de llevar a cabo este deseo. Pero no dura mucho, ya que al día siguiente la balanza me devuelve a la realidad. Bajo los decibeles y empiezo a cuidarme. Con algunas amigas negociamos "bancarnos" unos kilos de más siempre que esto no signifique cambiar de talle. A nosotras, las chicas de los setenta, nos importa la salud física y mental acompañada del atractivo físico y mental. Lo nuestro no es hacernos "las ñoñas", costumbre que está muy de moda en muchachas bellísimas e inteligentes. Simplemente se hacen las tontas, las que no entienden ni saben nada, y así los hombres- a los que nada les gusta más- caen como chorlitos a sus pies. No es nuestro caso. Nuestra lucha también es intelectual. Ahora hemos aceptado usar el "push up", elemento desconocido en nuestra época de juventud en la que al mejor estilo Brigitte Bardot y Claudia Cardinale se usaban las "lolas" un tanto caiditas y sin corpiño. Era otro concepto de lo sexy. Antes, nadie "las pensaba" atadas al cuello como ahora.
"Para las chicas de los setenta era dejar de lado los mandatos, lo políticamente correcto e irte por ahí con algún muchacho impropio
"Tirar la chancleta" para las chicas de los setenta era dejar de lado los mandatos, lo políticamente correcto e irte por ahí con algún muchacho impropio. Era actuar sin prejuicios.
Me niego a creer que hoy, para nosotras "chicas de los setenta", "tirar la chancleta" sea comer sin límite y dejar que el cuerpo no sea una hermosa arma de seducción. Junto con la cabeza, claro. Me niego o mejor dicho, no me resigno. Tal como diría Alejandro Casona, nosotras, como los árboles, morimos de pie.