TikTok bajo la lupa: ¿es verdad que puede espiarnos?
Aunque la Comisión Europea vetó el uso de esta red social, dos especialistas le sacan hierro al asunto y explican por qué, más allá de lo eficaz de su algoritmo, no es ni mejor ni peor que las otras plataformas
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Quien más nos conoce, sin lugar a dudas, es nuestro teléfono. No sólo sabe qué cosas buscamos y cuáles terminamos comprando, sino también cómo nos movemos en las redes minuto a minuto y en qué espacios físicos deambulamos; qué aplicaciones usamos, a qué hora nos acostamos, cómo nos fue con aquella cita y hasta dónde nos encontramos, o qué correos enviamos y recibimos. Como si fuera poco, escucha nuestras más íntimas conversaciones con su batería de palabras clave para luego bombardearnos con publicidad. Y hay más: es capaz de adelantarse a nuestros deseos, sí, o incluso presentarnos opciones que llenan un vacío y que nunca antes habíamos intuido. Los algoritmos de TikTok y de Instagram son potentes. Nuestra huella digital está integrada por todos los datos personales que consciente o inconscientemente, deliberadamente o no, proveemos a las plataformas que brindan servicios.
Pensando que una aplicación del celular puede devenir arma de espionaje incontrolable, la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la Unión Europea (UE), vetó el uso de TikTok en los teléfonos móviles de su personal y en sus dispositivos oficiales, aduciendo motivos de seguridad. La medida fue comunicada por decisión de su portavoz, quien añadió que el personal de la Comisión fue instado a eliminar la aplicación de los dispositivos oficiales.
La NACION les consultó a dos reconocidos investigadores sobre este caso. “El veto es una cuestión geopolítica” coinciden Martín Becerra, investigador principal en el Conicet y profesor en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de Quilmes, y Natalia Zuazo, especialista en política y tecnología, y directora de Salto Agencia.
El planteo de no usar TikTok tanto en la Comisión Europea como en la Casa Blanca –explican– resulta forzado y hasta absurdo: no impide el acceso a datos sensibles. Si la preocupación real fuera evitar que los funcionarios tuvieran aplicaciones de redes sociodigitales que almacenaran datos indebidos de los usuarios, y que potencialmente pudieran ser aprovechados por grandes organizaciones privadas o por otros países para hacer espionaje, entonces deberían impedir el uso de TikTok y de todas las demás aplicaciones.
“No podrías tener TikTok, pero tampoco Facebook o Google porque las otras empresas de plataforma también están recabando datos permanentemente y tampoco son transparentes”, señala Zuazo, autora de Guerras de Internet y Los dueños de Internet. Y añade: “La investigación que realizaron dos organizaciones que estudian este tema, Ranking Digital Rights (de Estados Unidos) y Citizen Lab (de Canadá), señalan que en términos de rendición de cuentas TikTok y las empresas chinas están un poco más alejadas en términos de transparencia corporativa que Meta o que Google, pero no tanto. Por ejemplo, Amazon en muchas cosas es mucho menos transparente que algunas empresas chinas. Entonces, no tiene mucho sentido: la razón es política”.
Para Becerra, los datos personales de todas las plataformas digitales son en general extraídos y procesados de manera indebida: “Acá se juegan cuestiones que tiene que ver con la política, con la diplomacia, y con cierto marketing de preocupación por los datos personales”.
Ante esta situación, coinciden los especialistas, estamos ante un doble estándar. Mientras que cualquier plataforma, más allá del origen de su empresa, puede incurrir en espionaje, TikTok está en el ojo de la tormenta. “Edward Snowden, ex contratista de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU.), en 2013 reveló que la NSA junto con sus proveedores de alta tecnología utilizan los datos personales de cientos de miles de personas de todo el mundo, no sólo de Estados Unidos, con fines de espionaje”, apunta Becerra. Y añade: “Incluso ejecutivos de META, de Facebook, Yahoo y de Google han admitido que tienen lo que se denomina puerta trasera: bajo determinadas circunstancias permiten que algún gobierno o agencia gubernamental acceda a determinado tipo de datos. Lo que empíricamente sabemos es que todas las plataformas digitales tienen una especie de uso no del todo cuidadoso de los datos de sus miles de millones de usuarios y que parte de eso puede ser utilizado para espionaje, para comercialización de datos personales (que también está prohibido por ley) y para cuestiones que no se corresponden con lo que las leyes de protección de datos personales autorizan”.
Ese micro mundo de TikTok tiene un algoritmo singular: más potente y personalizado que el de las otras aplicaciones. Es capaz de recabar datos en tiempo real. “Es un algoritmo más fuerte. Lidera todo lo que es video y, a través de TikTok, se consumen noticias directamente”, dice Zuazo. En términos de consumo, este factor restringe la posibilidad de tener otras miradas y fuentes confiables de acceso a la información.
Potente y personalizado
Ese micro mundo de TikTok tiene un algoritmo singular: más potente y personalizado que el de las otras aplicaciones. Es capaz de recabar datos en tiempo real. “Es un algoritmo más fuerte. Lidera todo lo que es video y, a través de TikTok, se consumen noticias directamente”, dice Zuazo. En términos de consumo, este factor restringe la posibilidad de tener otras miradas y fuentes confiables de acceso a la información.
Por su parte, Becerra explica: “A diferencia de otras plataformas, TikTok tiene una programación algorítmica que en lugar de buscar el efecto comunidad (recomendaciones, seguidores, contactos, que es lo que distingue a Instagram, Facebook y Twitter) hace un uso intensivo del gusto que la plataforma detecta que vos tenés. Te va premiando el gusto que vos le sugerís o evidenciás que tenés, más allá de si tus contactos en la plataforma comparten ese gusto o no”.
Tiempos líquidos
¿Tiene TikTok un efecto adictivo entre sus consumidores –la mayoría son adolescentes, preadolescentes y jóvenes—, o ese rasgo es un mito? “Ese efecto está estudiado, es un efecto basado en tus propias preferencias. Si te metés en TikTok, el tiempo se te va mucho más rápido. Y eso no es casualidad, está programado: esa cuestión de estar recomendándote las cosas donde vos, por ejemplo y entre comillas, perdiste más tiempo. Ese efecto adictivo no sólo está estudiado, sino también programado: la adicción es un modelo de negocios”, señala Zuazo.
Becerra difiere: “Desconfío de la perspectiva que deposita en las plataformas digitales el carácter adictivo, más bien pienso que las plataformas forman parte de una suerte de reconfiguración de lazos sociales, de construcción identitaria, que hacen que probablemente el vínculo sí sea adictivo. ¿Los consumos de los adolescentes son menos regulados de lo que suelen ser los consumos de los adultos? Generalizando, sí. Eso tiene que ver con la edad de las personas. El consumo adolescente tiende a explorar los límites de una forma diferente a cómo exploran los límites los adultos, que tienen más experiencia por haber vivido más”.
Martín Becerra explica: “A diferencia de otras plataformas, TikTok tiene una programación algorítmica que en lugar de buscar el efecto comunidad (recomendaciones, seguidores, contactos, que es lo que distingue a Instagram, Facebook y Twitter) hace un uso intensivo del gusto que la plataforma detecta que vos tenés. Te va premiando el gusto que vos le sugerís o evidenciás que tenés, más allá de si tus contactos en la plataforma comparten ese gusto o no”
Ante TikTok e Instagram, el tiempo deviene líquido, escurridizo entre las manos. “Es algo premeditado en todas las plataformas”, sostiene Zuazo. Incluso en el uso de Instagram por parte de los mayores, ocurre este efecto. “Obviamente cuanto más tiempo estés, hay más probabilidades de que vayas a consumir algo de lo que te ofrecen o que te muestren publicidad. Entre Google y Facebook, en términos de publicidad digital, dominan el 80 por ciento de la publicidad de todo el mundo”, afirma.
Becerra lo constató en la investigación comparativa que lleva adelante entre el uso de Instagram y el de TikTok: “Uno puede inferir que esta falta de conciencia de cuánto tiempo le dedico o qué parte de mi día y de mi noche ocupa ese discurrir por los videos o por las publicaciones de Instagram genera efectivamente una suerte de desdibujamiento del consumo consciente de esa plataforma”.
Si bien la plataforma tiene atributos que hacen que tenga más pregnancia y que uno pase más tiempo en ella, ¿hay otras variables a tener en cuenta? “Es muy difícil que uno se autorregule. Incluso siendo adulto y consciente, tratando de hacer un uso híper racional de las plataformas digitales, es difícil regularse –dice Becerra—. Mucho más difícil es regularse si uno por la situación etárea en la que está tiene menos autodisciplina a la hora de los usos y consumos en redes”.
¿Cuáles serán los próximos cambios cognitivos y los nuevos lazos sociales que se desarrollarán? Becerra se cuestiona si no estamos reproduciendo argumentos que ya circularon con fuerza en generaciones tecnológicas anteriores: con la televisión (cuando llegó a los hogares) o con los cómics (cuando se hicieron masivos en los años veinte y treinta del siglo XX), sólo para dar algunos ejemplos. “Son consumos para evadirse un poco de la realidad cotidiana. Son los consumos que tenemos en general las personas para entretenernos y para tener recreos de lo que significa sobrellevar la existencia, que siempre es problemática. Hoy lo hacemos con Instagram y hace un siglo leyendo novelas rosas”, dice Becerra.
El investigador considera que estas nuevas plataformas no provocan problemas cognitivos ni adictivos, sino transformaciones cognitivas: nuestro nivel de concentración, nuestra disposición a aprender o atravesar cuestiones relativas al conocimiento se modifica desde la imprenta (en el siglo XV), pasando por la radio, el cine y la televisión (en el siglo XX), hasta el uso de Internet en los teléfonos móviles (ya en el siglo XXI). Un ejemplo ilustra profundamente el caso: “Cuando empieza a masificarse el soporte libro, por supuesto la capacidad de memorización que tenían las personas va cambiando porque tenés un artefacto impreso en el que descansás: trasladás a ese dispositivo algunas de las facultades que antes no tenías dónde descargar y entonces memorizabas –explica—. Había gente que podía recitar enteras La Ilíada y La Odisea, pero una vez que están impresos, y que uno puede consultar los textos, es en vano sabérselos de memoria”.