Tiempo de reaccionar: todo cambia con un solo voto
El autor, intendente de San Isidro, señala que cualquier proyecto que pretenda cambiar la tendencia del país hacia la decadencia necesita gobernar también la provincia de Buenos Aires
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Ya hemos vivenciado la capacidad de daño que tienen ciertos sectores del oficialismo cuando están en la oposición. Conocemos su desprecio por la institucionalidad y su anacrónico proyecto de país. Un escenario posible es que los mismos se atrincheren en la provincia más grande y con mayores bolsones de marginalidad del país para boicotear cualquier iniciativa que se intente desde la Nación en caso de que Juntos por el Cambio llegue al gobierno.
De hecho, lo están haciendo en este momento a pesar de ser parte sustancial de la actual administración. Se oponen a cualquier medida racional, por mínima que sea. Si destruyen “desde adentro” es fácil imaginar su rol cuando estén definitivamente en la oposición. Ya hemos vivido a lo largo de nuestra historia democrática saqueos organizados y todo tipo de medidas de fuerza para paralizar gobiernos que buscan generar reformas. Hoy, además, con el agravante de una crisis social y económica casi sin precedentes.
Tenemos que aprender de nuestra historia. A diferencia de la mayor parte de las provincias, en Buenos Aires se vota en la misma fecha que a nivel nacional. De este modo, se pierde el foco en la gobernación, orientándose el voto hacia las candidaturas nacionales por mayor exposición mediática y las locales por proximidad. Así, gobernadores con pésimas gestiones logran “por efecto arrastre” de su boleta sábana continuar con el actual estado de situación.
En Buenos Aires, con un solo voto de más se gana una elección, no hay posibilidad de ballottage. Es así como Juntos por el Cambio tiene la obligación de presentar la campaña y los candidatos más competitivos ante una opinión pública suficientemente alertada respecto a que cada voto no solo cuenta, sino que puede llegar a ser definitorio, para que todo ciudadano vote con plena conciencia respecto al valor de su elección para gobernador y terminar con este mal vivir de los ciudadanos bonaerenses.
Por densidad de población y potencial productivo, Buenos Aires debiera ser el corazón del cambio que queremos para todo el país. El fracaso en suelo bonaerense es un ancla para el despegue de toda la Argentina.
A diferencia del oficialismo, en nuestra coalición existen visiones y valores compartidos acerca del trabajo, la libertad y de un país inserto política y comercialmente en el concierto internacional. Una senda hacia el desarrollo que evite se siga insistiendo en recetas y prácticas obsoletas que llevan solamente a la profundización de la crisis. Esta polarización con el Frente de Todos no será sólo electoral sino de culturas políticas diametralmente opuestas.
Es imprescindible para un triunfo nacional que marque el rumbo hacia una nueva Argentina que cuente con Buenos Aires como motor. No se trata de una mirada provincialista, sino de un reflejo de la historia: con la provincia en permanente boicot, producto de sectores desestabilizadores, será muy difícil caminar hacia el horizonte deseado. Del mismo modo, tal como está estructurada, la provincia es inviable sin el apoyo económico de la Nación.
Ejemplos sobran recientemente. Algunas de las reformas propuestas por el gobierno anterior fueron resistidas con violencia y hasta pedradas. No debe resultar curioso que hoy, frente a un ajuste como pocas veces hemos visto, ninguna voz oficialista se levante y la paz social se mantiene.
Tenemos que ser claros y actuar con apertura al diálogo y generosidad para impedir que el día de mañana, cuando se intente reconstruir lo que quede, sea demasiado tarde.
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Gustavo Posse es intendente de San Isidro (Juntos por el Cambio)