Tiempo de dar el paso
A lo largo de mis clases en el Instituto Hannah Arendt, he vivido y transitado una experiencia que es política, es académica, pero, básicamente, es espiritual. Ha sido un largo y arduo camino de conocimiento y descubrimiento, incluso de cosas de las que sabía muy poco. Un ejemplo de mis nuevas búsquedas y aprendizajes es la teoría del eneagrama, un mapa del comportamiento humano, un sistema dinámico que, a grandes rasgos, define nueve arquetipos, cada uno de los cuales representa un mapa de características y patrones de pensamiento, sentimiento y comportamiento específicos. El 4 es creativo, pero a su vez melancólico o individualista; el 6 es leal, pero a su vez ansioso o desconfiado; el 1 es perfeccionista, pero a la vez hiriente…
De alguna manera el eneagrama es nuestra luz y nuestra sombra.
Ninguno de nosotros puede cambiar el número que –según esta teoría– nos define, pero sí elevar el estado de conciencia. Eso no se logra de un día para otro, requiere mucha introspección, mucha hondura y trabajo interior, para hacer brillar nuestra luz y alejar las sombras, y en eso consisten el combate espiritual y el sentido de la vida: salir a la luz o quedarse en las sombras.
Claudio Naranjo, destacado psiquiatra chileno, decía: “Para solucionar los males del mundo hay que arreglar las conciencias individuales”. Referente mundial de la psicología transpersonal, la Gestalt, la psicología de los eneatipos, Naranjo explica cómo a cada virtud se contrapone una faz negativa, que tenemos que descubrir y desarmar. Ese descubrimiento se puede hacer en soledad o en grupos, como propuso la Gestalt. Incluso la literatura puede iluminarnos en este camino. Honoré de Balzac, el gran costumbrista del siglo XIX de la sociedad francesa, escribió uno de los mayores proyectos narrativos de la historia de la literatura.
Cada uno de los 6 tomos de su Comedia humana es una suerte de eneagrama, donde cada personaje encarna esos combates consigo mismo que nos plantea este camino hacia una mayor conciencia. Un arquetipo como el 7, por ejemplo, puede ser la alegría, la exteriorización de un espíritu, pero a su vez encarnar una insustancialidad profunda, de una enorme banalidad.
Este combate entre las luces y las sombras es la lucha del alma consigo misma; la sombra es nuestra debilidad y no tenemos otra alternativa que convivir y combatir nuestra debilidad, porque solo en la debilidad aflora la fuerza del cosmos, la fuerza de Cristo, la fuerza de Dios, la fuerza de Buda. Los niveles de baja conciencia son la humanidad en estado de desgarro, en estado de ira, de miedo, de rigidez o de pereza. La civilización cae porque hoy la baja conciencia prevalece. En la Argentina hoy prevalecen la rabia, la envidia, la hipocresía, que en algunos casos aparecen como renunciamiento histórico, pero que en realidad son un “no juego si no gano”, es decir, solo juego por el poder y no por los valores, o falsifico la verdad con el argumento de la proscripción, cuando la verdad es que puedo perder. Esto es baja conciencia, porque en los niveles altos de conciencia lo que nos mueve es el dar. Este viernes es Pesaj, la celebración de la Pascua judía, y Viernes Santo, el día de la muerte de Jesús, fechas que por primera vez coinciden.
Como se sabe, hubo un gran debate dentro del propio cristianismo que enfrentó a Pedro con Pablo. Pedro decía: “Este Dios y Jesús son judíos y nosotros solo podemos predicar ante el pueblo judío”. Pablo decía que no. “Jesús es judío, pero no podemos predicar solo al pueblo judío, sino que tenemos que predicar a toda la humanidad, para que de alguna manera la humanidad se convierta a esta expresión del Dios, que es Emmanuel (Dios con todos)”.
Es inentendible este querer diferenciarnos los cristianos de los judíos, no tiene ninguna explicación a nivel espiritual y sin embargo hubo dolor, persecuciones, matanzas, y todo se enmarca en los bajos niveles de conciencia.
La cura de la humanidad está en la educación de la espiritualidad, no en otro lugar. El problema del conocimiento espiritual, es decir, de la fuerza de la vida, de la fuerza del espíritu, es incognoscible. Podemos trabajar dentro de nosotros mismos, buscar, tener atisbos, pero si nos mantenemos en bajos niveles de conciencia, aunque nos creamos libres, seremos esclavos de un materialismo que aparece como, entre comillas, democrático, pero que en el fondo es una dictadura del consumo, del tiempo, del ser y del sentido de la vida.
Solo la conciencia es la salida.
La Argentina va a pasar la mayor prueba de su historia, el riesgo es la extinción definitiva o el triunfo de un proyecto que pretende que en el país solo haya ricos y pobres y que desaparezca la clase media. Esto es lo que está en juego, en nombre del ajuste brutal o en nombre de otras razones, hay todo un sector productivo, profesional, de familias, de hijos, asfixiado, al borde de la extinción.
¿Cómo hacemos el paso?
Yo siento que la gloria no es la Resurrección, la gloria es la entrega, la gloria es Pesaj, cuando el pueblo judío da el paso a la libertad ayudado por Dios, y la entrega cristiana es el Viernes, también santo, porque da el paso a la entrega que permitirá salvar las debilidades y la baja conciencia de la humanidad. Lo artificial no le puede ganar a lo incognoscible. Como decía André Malraux, ministro de Educación de De Gaulle: el siglo XXI será espiritual o no será nada. Nosotros estamos ciegos, sordos, mudos. La clase política está ciega, sorda, muda. Pero estos días nos dan la oportunidad de dar ese paso, que siempre es entrega.
El paso está abierto, el tema es querer transitarlo. Tenemos el deber generacional de hablarles a nuestros hijos, nietos, hermanos, de dar el ejemplo, de buscar la entrega y retomar la fe en lo incognoscible, porque finalmente hay algo que nos hace humanos. La Argentina va a vivir momentos muy dolorosos, pero el paso está abierto. El paso no es quedarse en la angustia, el paso no es quedarse en el miedo, no es estar en una Argentina que no puede salir y que se ahoga y se hunde. El paso no está en la falta de instituciones ni en la falta de ley, que nos lleva al poder del más fuerte, del mafioso y de los grandes negociados. Sin ley no hay libertad. Pero sepamos que hay días, hay horas, en que una humanidad caída siempre es rescatada.
Este viernes a las 3 de la tarde es el paso con Cristo, y la aparición de la primera estrella es el paso de Pesaj. Es un paso, es el único paso a la libertad y a la interioridad. Mi llamado es a que encontremos algún sentido de la vida, que empecemos a caminar, dejemos Egipto, abracemos al Hijo de Dios crucificado. Lo que es locura para la razón, es decir, locura para los griegos, lo que es escándalo para los duros de corazón, es amor ahora y siempre para una humanidad que, aunque caída, puede recuperarse.
Quizás ese paso desde nuestro corazón sea una acción de fe, pero, también, de autoconocimiento y de crítica.
Desde la angustia y la oscuridad busquemos la luz. Tenemos que dejar muchas cosas para dar el paso a una Argentina con conciencia.
Ojalá que Dios nos bendiga a todos.
Feliz Pesaj y felices Pascuas.