Tasa o capital: la eterna dicotomía del inversor
La generación de un excedente entre gastos e ingresos (más conocido como ahorro) no es algo fácil de lograr, sobre todo en la Argentina. No obstante, como lo saben bien aquellos que lo logran a partir de la disciplina y de la resistencia al canto de las sirenas consumistas, una vez conseguido el objetivo comienza otro juego: el de conservar e intentar incrementar el poder adquisitivo de esa reserva de capital.
¿Qué hacer con el fruto del esfuerzo laboral? ¿Pesos o dólares? ¿Plazo fijo o ladrillos? ¿Bolsa o caja de seguridad? En la columna de hoy abordaremos el tema y partiremos de un debate que trasciende nuestras fronteras: la difícil elección entre tasa y capital, una duda que suele estresar a más de un inversor.
Tasa o capital en los países desarrollados
Japón, Suiza, Suecia y el Banco Central Europeo ofrecen tasas de interés por depósitos que oscilan entre el 0% y el -0,74%. Esto quiere decir que no solo no les da un interés a los ahorristas que depositen allí sus fondos, sino que, en muchos casos, les descuentan dinero y les devuelven menos capital que al principio.
Esta situación, llamativa para quienes estamos acostumbrados al vértigo argentino, es impulsada en Europa por el Banco Central de Alemania. En su afán por evitar que la guerra comercial entre Estados Unidos y China impacte en el crecimiento económico del Viejo Continente, busca que no sea rentable dejar de invertir en la economía real para hacer descansar el dinero en depósitos bancarios.
Las tasas de interés de EE.UU. responden a este escenario disminuyendo también a un ritmo acelerado, movimiento que se refleja en la curva de rendimientos de sus bonos, que se invirtió por primera vez desde 2007, el año previo a la explosión de la burbuja de las hipotecas. La curva de rendimientos invertida implica que los bonos (deuda) de corto plazo pagan más tasa que los de largo, cuando en una situación de normalidad debiera ser al revés.
¿Cuál es la consecuencia de esto? Si bien existen alternativas con tasas de interés positivas como la deuda emitida por empresas y multinacionales, el contexto de tasas bajas es innegable y el fantasma de una recesión en 2020 sobrevuela amenazante las economías desarrolladas.
Frente a este panorama, el inversor internacional que tiene sus ahorros colocados en renta fija (bonos, acciones preferidas, ETFs de tasa de interés, etc.) se enfrenta a la decisión de quedarse quieto y seguir cobrando sus rentas como si nada pasara o hacer caso a su instinto de preservación del capital, aplicar la política cash is king (el efectivo es el rey) y vender sus activos financieros renunciando con ello al cash flow pasivo mensual (el dinero que recibe en concepto de intereses) en pos de evitar quedar atrapado en medio de un posible derrumbe de la actividad económica y los mercados con una pérdida de capital que bien podría superar el 50%, si tomamos casos anteriores.
Tasa o capital en la economía argentina
No somos primer mundo, pero eso no implica que no enfrentemos una disyuntiva similar, aunque por motivos totalmente distintos.
Lejos de tener tasas de interés negativas, las nuestras son ahora mismo las más altas del mundo, con Leliqs (Letras de liquidez que entrega el Banco Central a los bancos a cambio de dinero) que rinden cerca del 75% anual. ¿Cuál es la razón para que el inversor argentino no se encuentre de fiesta colocando su dinero a tasas estratosféricas y cobrando una suculenta suma simplemente por poner a trabajar sus ahorros en un plazo fijo? Está claro: las constantes devaluaciones del peso que amenazan todo el tiempo con licuar esas ganancias, que poco hacen frente a una inflación creciente del 50% o más en términos interanuales.
La vieja, conocida y tristemente efectiva opción es, como lo estudiamos en columnas anteriores previas a la última devaluación que llevó al peso desde niveles de 47 unidades por dólar a casi 60, la de los dólares "abajo del colchón" o, de ser posible, colocados y produciendo ingresos en la misma moneda.
Conclusión
Plazo fijo o dólar, tasa o capital se resuelve rápido en un período de altísima incertidumbre y volatilidad como el actual. En los casi 4 años que lleva el gobierno actual, aquellos que optaron por capital (dólar u otra moneda dura) pensando que con ello resignaban tasa (muy alta en pesos), ganaron más que los que apostaron a los plazos fijos y los fondos de inversión money market. Y no hablemos de lo que perdieron quienes invirtieron en acciones y bonos locales.
A nivel colectivo y a nivel país, la conclusión es tremendamente desalentadora: allí donde en el mediano o largo plazo el dólar (especulación improductiva) sube más que la Bolsa (especulación productiva), las posibilidades de crecimiento son nulas.
Solo un volantazo en el rumbo económico puede torcer este sinsentido. Ese volantazo tiene que apoyarse en medidas para bajar sensiblemente las tasas de interés. El nivel actual ahoga a las Pymes con deudas impagables y consumo por el piso. Sin crédito ni demanda de sus bienes y servicios, el sector productivo no puede arrancar.
Ojalá más adelante podamos preguntarnos de nuevo si conviene apostar a la tasa o al capital y la respuesta a nivel local no sea tan sencilla.