Tabaré Vázquez, con sorpresa, pero sin novedades
MONTEVIDEO.- Cuando faltan tres meses para asumir, y apenas a dos días de haber sido elegido, el futuro presidente uruguayo ya anunció su gabinete. Si bien Tabaré Vázquez acostumbra dar golpes de efecto sorpresivos, nadie esperaba un anuncio tan pronto ni tan completo; ni siquiera sus correligionarios del Frente Amplio.
No hay nombres nuevos en la lista presidencial y el promedio de edad es bastante alto. Claro que para un presidente que asumirá con 75 años, buena parte de la dirigencia política es necesariamente joven. Al menos más que él.
Vázquez presentó un hecho consumado e irreversible. Mientras los grupos que conforman el complicado entramado del Frente Amplio se preparaban para tener sus reuniones privadas para presionarlo y proponerle nombres, el presidente electo se descolgó con la lista completa. Hasta el sector que integra el actual presidente, José Mujica, fue tomado por sorpresa y no pudo disimular su malestar.
Su gabinete estará conformado, para usar una imagen bíblica, "a su imagen y semejanza". Se trata de un conjunto homogéneo y -dentro de lo que es la izquierda- moderadamente conservador.
Si bien los dos gobiernos previos, ambos de signo frenteamplista y uno de ellos presidido por el propio Vázquez, no fueron "populistas" en el sentido en que se define a otros gobiernos de la región, simpatizaron con algunos de ellos y por escasos momentos tuvieron sus tenues parecidos.
Ambos gobiernos frentistas (el de Vázquez, entre 2005 y 2010, y el de Mujica, que se extenderá hasta marzo del año próximo) desarrollaron políticas sociales asistencialistas con efectos clientelísticos. Y si bien no fueron ortodoxos rigurosos en lo económico, no se dejaron tentar por medidas como las de la Argentina, que hubieran llevado al país a una crisis sin motivos para eso. No se hicieron estropicios.
En política exterior, Mujica se acercó más a la línea bolivariana. Pero mantuvo una cordial relación con Estados Unidos, al igual que Vázquez antes. Sin embargo, en un país con tradición proisraelí, marcó su clara preferencia por los palestinos. Es probable, a estar por lo realizado en su primer período, que Vázquez sea más equidistante.
Si bien los sectores del Frente Amplio están representados en el futuro gabinete, no lo están de modo proporcional a los votos obtenidos. Vázquez aprendió la lección de su primera gestión, cuando para canciller designó a un notorio dirigente socialista cuyas ideas iban a contrapelo de las del presidente. Ese error no se cometió en esta oportunidad. Rodolfo Nin Novoa, un hombre cercano a Vázquez que fue su vicepresidente en 2005, será el nuevo canciller.
Es probable entonces que Vázquez reitere su estrategia. En el pasado tuvo gestos (hacia Castro y hacia Chávez) que fueron un "saludo a la bandera" dedicado a las simpatías populistas de la militancia uruguaya. Pero en el fondo desconfió de ambos y fue más equilibrado.
Es difícil que la política con la Argentina cambie, porque eso no depende de Uruguay sino del kirchnerismo. Vázquez se entendió mal tanto con Néstor Kirchner como con Cristina. Mujica también, pero hizo esfuerzos por acercarse, pues tiene una tibia simpatía por el modelo que rige en la Argentina. El nuevo gobierno deberá reconsiderar, además, el rol del Mercosur, que hace tiempo no beneficia a Uruguay.
También en lo económico el futuro presidente dio una señal clara. Danilo Astori, hoy vicepresidente uruguayo, volverá a hacerse cargo de la cartera de Economía y su gente ocupará puestos clave en el llamado equipo económico. Esa homogeneidad con personas de posturas moderadas muestra a un Vázquez en alerta. Sabe que la bonanza regional llega a su fin y no está dispuesto a cometer tonterías capaces de generar una crisis donde todavía no la hay.
A los uruguayos les basta ver los errores que se cometen en la cercana Argentina para tener claro que ése no es el camino a seguir.
El presidente, pues, despliega prudencia, pese a que tras las elecciones la mayoría parlamentaria del Frente Amplio quedó más volcada hacia la izquierda que en los dos períodos anteriores.
La excelente votación que obtuvo Vázquez en el ballottage le da margen de maniobra. Si en la primera vuelta la votación otorgó un mayor predominio en el Parlamento a los sectores ideológicos, la segunda reforzó el liderazgo personal de Vázquez, convirtiéndolo en el presidente más votado en Uruguay. Ya había alcanzado un récord similar, no superado aún, en 2004, al convertirse en el presidente más votado en primera vuelta, sin necesidad de ir a una segunda.
Vázquez arrancó con sorpresas pero sin novedades. Está dispuesto a ejercer su liderazgo con su peculiar estilo. Todo indica que, pese a que no siempre coincidirá con su bancada legislativa, prefiere gobernar con gente en la que confía y que le dará las "certezas" (como fue su lema de campaña) para actuar con prudencia y autoridad.
El autor, uruguayo, es columnista de la revista Búsqueda