Superar el clima de antagonismo
La próxima administración en Washington parece confirmar la intención de superar el clima de antagonismo con Rusia que caracterizó los últimos ocho años y cuyos efectos no se veían desde la época de la confrontación Este-Oeste. Ucrania y la anexión de Crimea, la confrontación en el Báltico, la guerra híbrida en Siria y las acusaciones de ciberataques han sido algunas situaciones salientes. También los peligrosos anuncios de mayor armamentismo, en particular en lo que hace a la modernización y el aumento de los respectivos arsenales nucleares.
Tanto Donad Trump como Vladimir Putin necesitan, para sus respectivas estrategias internas y externas, bajar los decibeles de enfrentamiento. Las características personales de ambos permitirían pensar que existe siempre margen para lo impredecible, incluso para avanzar en algún grado de vinculación diplomática hoy impensable. Es evidente que, más allá de las diferencias actuales entre Washington y Moscú, Rusia hoy no es la Unión Soviética.
Vladimir Putin, que probablemente aspire a un cuarto mandato, necesita recomponer con urgencia la economía y lograr una mayor normalización comercial con Europa.
Donald Trump, por su parte, aspiraría a recrear un clima de acercamiento con Moscú que tienda a reducir el alcance de la alianza sinorrusa y le permita enfrentar a China en un contexto internacional más apto.
Ambos también necesitan disminuir o reconducir los respectivos objetivos militares, en particular el gasto en defensa. Una carrera armamentista bilateral debilita a ambos. Todo estos propósitos podrían ser la base de un mayor entendimiento entre Washington y Moscú a partir de ahora.
No sería de extrañar que Trump, conforme lo anunciado en la campaña electoral, intente reconfigurar los objetivos de la OTAN. Tampoco que plantee la eventual cancelación del escudo de la discordia formado por el sistema antimisiles en Rumania y la base en construcción en Polonia. Una victoria de François Fillon en las elecciones presidenciales francesas ayudaría. El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, también podría ser partidario de ese escenario. Lo mismo el gobierno italiano, que seguiría la misma línea a favor de la distensión con Moscú que sostuvo el ex primer ministro Matteo Renzi.
¿Serán estas medidas un primer golpe de timón para el diseño de un nuevo orden europeo de Vladivostok a Lisboa? Es probable que el tema sea uno de los puntos centrales de la Cumbre del G-7 en Taormina en mayo próximo. También en Sicilia se podría volver a reunir el G-8 con Rusia, suspendida en 2014 tras la anexión de Crimea.
El primer problema que enfrentará Donald Trump para proyectar una relación más estimulante con Rusia es su propio partido. Hasta ahora las perspectivas en el Congreso son sombrías. Sin embargo, el pensamiento realista de Henry Kissinger puede hacer variar la actual ecuación. El mensaje del influyente académico y diplomático es que redundará en beneficio del interés nacional de Estados Unidos, un acomodamiento práctico que lleve a un equilibrio de poder basado en la "multiplicidad".
Diplomático y ex vicecanciller argentino